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"Ecos del pasado "

Gy_wish
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Synopsis
"Jamas podrás escapar de tu pasado, siempre, sea donde estés el te pedira cuentas" --
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Chapter 1 - Cap 1 :Las malas noticias no traen advertencia

Era un día realmente maravilloso; todo estaba saliendo perfecto, y mejor aún, había quedado con su mejor amigo Max para ver una película. Hacía una semana que no lo veía, y eso era muy raro entre ellos, ya que siempre se tomaban un tiempo para verse al menos dos veces por semana.

Su amistad era muy especial; eran como hermanos de madres distintas, siempre juntos desde hace diez años. Aunque muchos decían que la amistad entre un hombre y una mujer no existe, ellos eran la prueba de lo contrario: dos grandes amigos que se cuidaban mutuamente.

Se miraba al espejo mientras peinaba su larga cabellera. Su sonrisa era radiante, algo muy característico de ella, siempre con esa sonrisa tan linda que brillaba como el sol en verano. De repente, mientras seguía peinándose, escuchó que tocaban a la puerta. Sin pensarlo dos veces, fue a abrir. Detrás de ella estaba su guapo prometido.

Pero había algo raro en él; su expresión era seria, incluso se podría decir que triste. Una extraña sensación recorrió su cuerpo, dándole un cosquilleo extraño. No sabría decir exactamente la razón, aunque simplemente creyó que era algo de su imaginación y no le dio tanta importancia.

-Hola, amor -dijo, sin borrar esa linda sonrisa-. ¿Qué haces aquí? No sabía que vendrías. Pasa.

-Sí -respondió él con una sola palabra, pero su voz sonaba extraña, como si tuviera algo atorado y temiera decirlo-. Vine porque necesito hablar contigo.

Ella se dio media vuelta para mirarlo de frente, con una mirada llena de curiosidad, tratando de entender por qué él se comportaba de esa manera tan singular. Dio unos pasos para acercarse más y rodeó su cuello con los brazos, regalándole una pequeña sonrisa de ojos brillantes, antes de propinarle un beso en los labios. Al separarse, aún conservaba esa sonrisa.

-¿Ahora? Amor, no puedo en este momento -dijo, manteniendo la misma posición-. Quedé de verme con Max. ¿Te parece si hablamos más tarde?

Alejandro cerró los ojos, dejando escapar un pequeño suspiro. No sabía cómo decirle la noticia; tampoco quería hacerlo, pues sabía que la rompería y no estaba listo para verla destrozada.

-Amor, lo que tengo que decirte es muy delicado. Vamos a sentarnos -quitó los brazos de Thyra de su cuello y la guió al sillón cercano para que se sentaran los dos.

-Alejandro, me estás asustando -dijo ella con una sonrisa nerviosa, temerosa de lo que él pudiera decir-. Dímelo de una vez.

Alejandro bajó la mirada, dejando caer una pequeña lágrima. Tomó las manos de Thyra, que descansaban en sus piernas, entrelazándolas con las suyas. Poco a poco levantó el rostro, reuniendo el valor para decir lo que debía. Sus ojos se encontraron, y en ese momento Thyra sintió un miedo profundo al ver el dolor en el rostro lloroso y triste de Alejandro.

-Tienes que ser fuerte, porque lo que voy a decirte es muy delicado.

-Alejandro, por favor, ya dime.

-Amor, tu mejor amigo Max se suicidó. Lo encontraron muerto esta mañana en su departamento -al decir eso, rápidamente la abrazó, en un abrazo fuerte, queriéndole hacer entender que siempre estaría para ella.

Las palabras de Alejandro hacían eco en su mente una y otra vez. Su corazón comenzó a doler de una manera que jamás había sentido. Todo parecía una mentira; quería que todo fuera una mentira. No quería aceptar que su mejor amigo, su hermano, su familia, estaba muerto. El dolor era tan fuerte que sentía un nudo, un vacío en su interior.

Alejandro seguía abrazándola, esperando el momento en que las lágrimas brotaran, pero algo lo sorprendió: Thyra no estaba llorando, ni siquiera se movía. Al separarse un poco, la miró fijamente y lo que vio era realmente triste. El rostro de Thyra estaba completamente serio; no había derramado ni una lágrima, pero en sus ojos se veía un dolor que no podía ocultar. Jamás había visto a Thyra así; desde que la conoció, siempre había sido alegre, con una sonrisa radiante, llena de vida. Pero el rostro que tenía enfrente era todo lo opuesto a la Thyra que conocía, y pudo ver cómo el dolor la consumía por dentro.

-Di-me que es men-tira -por fin rompió el silencio, con la voz entrecortada.

-Desearía que fuera mentira y poder ahorrarte este dolor, pero no lo es -dijo, abrazándola de nuevo. Thyra permanecía inmóvil en el abrazo de Alejandro, tratando de procesar la noticia. En su mente, la voz de Max seguía resonando, recordándole sus últimas conversaciones, las risas que habían compartido y los momentos vividos juntos durante tantos años. Era inconcebible imaginar que él ya no estaba, que nunca más volvería a escuchar su risa o sus consejos.

-Quiero ir a su departamento, quiero estar en su funeral -volvió a hablar-. Llévame, por favor.

Alejandro no lo dudó y asintió varias veces. Tomó sus manos entre las suyas, dándole apoyo en esos momentos de tanto dolor.

-Claro, pero su funeral será en la casa de su padre. Iremos caminando; no está muy lejos.

Mientras Thyra y Alejandro se dirigían en silencio hacia la casa del padre de Max, los recuerdos continuaban invadiendo la mente de Thyra. Las risas compartidas, los secretos confesados, las largas conversaciones hasta el amanecer... Max había sido mucho más que un amigo; era como el hermano que nunca tuvo, alguien con quien compartió cada rincón de su vida.

Alejandro notó cómo el rostro de su prometida permanecía inmutable, una máscara que intentaba protegerse del dolor devastador que sentía por dentro. Su silencio era tan fuerte que parecía envolverlos en una burbuja, aislándolos del mundo exterior.

Thyra sentía un fuerte dolor en el pecho, algo que la lastimaba profundamente. En su mente, solo aparecían todos los lindos recuerdos vividos con Max. El dolor era tan grande que no podía soportarlo más. Su visión se tornó borrosa debido a las lágrimas que comenzaban a deslizarse sin permiso de sus ojos. No podía controlarlas; por primera vez en su vida, sentía que no tenía fuerzas para nada. Incapaz de evitarlo, cayó de rodillas en la fría acera; ya no podía soportar más ese fuerte nudo en la garganta que le dolía. Las lágrimas caían con fuerza, y en este punto, su llanto se escuchaba por todo el lugar. El dolor tan grande que sentía no le permitía tener control de sí misma; su llanto era tan desgarrador que Alejandro, al verla tan vulnerable, se arrodilló junto a ella para darle un abrazo reconfortante. Él tampoco pudo evitar que lágrimas resbalaran de sus ojos cerrados.

Thyra siempre había sido una chica a la que le daba pena cualquier cosa, siempre evitando llamar la atención, pero en ese momento no le importaban las miradas puestas en ellos. No le importaba nada, solo quería desahogarse de ese dolor, llorar tan fuerte hasta quedarse sin voz, llorar hasta que ya no quedaran lágrimas, desahogarse hasta olvidar el dolor.