Otro mes había pasado.
Las singularidades menores fueron cosa que no tuvo que preocuparse personalmente. Kukulkan podía ver cómo entre los equipos de limpieza estaba aquel hombre molesto.
Ya lo había catalogado de esa forma por los encuentros sustanciales que había tenido con él a lo largo del mes, para la mujer no fueron nada gratos, siendo que Vash sacaba temas poco razonables y estúpidos a cada que podía para molestarla.
En cierto grado estaba comenzando a atarse de aquellos comentarios.
Fue hoy que iría a hablar con el hombre para que se detenga de una vez por todas. Había cruzado palabras con Atalanta, una vasalla de la diosa de la caza de Grecia. Kukulkan estuvo más que de acuerdo con la mujer y su punto de vista del hombre, incluso si no conocía la historia entre ambos, la relación de Vash y Atalanta era algo existente y tangible.
no fue culpa de Vash querer acariciar las orejas y cola de atalanta o la broma con servirle ratones asados bañados en salsa o la vez que le puso a su té hierba gatera.
Al menos de manera unilateral por parte de Atalanta siendo que Vash parecía ser una persona más agradable con la cazadora de lo que fue con ella.
Kukulkan suspiró y alejó pensamientos innecesarios de su cabeza, ella quería terminar con esto de manera rápida para volver con el maestro; ambos habían hablado de pasar una noche juntos una vez más.
Caminó hasta el ala de habitaciones y se paró frente a la puerta que conocía que era la de Vash. Se preparó, estaba a punto de llamar cuando escuchó pasos viniendo de su lado.
― ¿Diosa Kukulkan? ―una voz que reconoció sonó de fondo. Kukulkan se giró y vio un rostro que reconoció al instante.
Jeanne estaba parada con una mirada de duda, un leve atisbo señalaba eso en el rostro usualmente plano de la mujer.
―Oh, ha sido un tiempo ―Kukulkan bajó su mano y se giró hacia Jeanne quien asintió suavemente con la cabeza.
―Sí, las misiones han estado un poco más frecuentes, ¿sucede algo con Vashi? ―la pregunta fue válida por parte de Jeanne, probablemente la única persona con la que notó un pequeño detalle en Chaldea por parte de Vash fue la forma en la que trataba a Jeanne.
Distaba enormemente de la forma con la que trató a cualquier otro. Kukulkan asumió que era por el hecho de ser "amantes"?.
―Yo... solo deseaba hablar con él por un asunto.
Jeanne se quedó quieta, sin cambiar la expresión en lo absoluto viendo en silencio a Kukulkan quien comenzó a sentirse incómoda por la forma en la que estaba siendo observada. Pasaron los segundos antes que la mujer de pelo rubio parpadeara y respondiera.
―Ahora está ocupado, no se encuentra en su habitación, creo que escuché que está con la reina Morgana ―la rubia inclino la cabeza y pensó en la posible ubicación del hombre.
―Veo... gracias ―Kukulkan dio su mejor sonrisa antes de girarse para emprender su camino hacia la habitación de la reina de las hadas, más una pequeña idea vino a su mente.
― ¿Por qué estás entonces yendo a su dormitorio? ―Kukulkan vio como Jeanne simplemente abrió la puerta y entró.
―El mío está siendo ocupado, además Vashi casi nunca se encuentra aquí, pensé en usarlo para descansar ―la respuesta fue simple.
― ¿No se molestará de tocar algo suyo? ―Kukulkan dio unos pasos atrás para ver el interior de la habitación―. ¿Estás segura que está es la habitación de Vash?
No había nada aparte de un diario en una mesa de noche, tampoco había suciedad o algo que mostrara que la habitación estaba siendo ocupada, si bien la mujer santa había dicho que la habitación era rara vez usada, parecía que solo había un pequeño símbolo personal del hombre.
pequeño pentagrama en forma de león.
―Sí, es la habitación de vash ―Jeanne alzó la mano y mostró la tarjeta de acceso de la habitación con el nombre de "Stampede" impresa en esta.
―Bien... ¿entonces solo suele ir a la cocina y dónde más? ―Kukulkan quería quitarse el peso de encima del hombre molestándola. Una buena charla o una paliza en su cabeza fue la solución adecuada.
Suerte con eso.
Jeanne archer giró su cuello hacia un lado pensando brevemente en la respuesta, la mirada perdida de la mujer estaba dejando algo nerviosa a Kukulkan.
―No lo sé, más allá de la cocina y la sala de apuestas con Drake el se mueve de forma aleatoria.
―Entiendo, gracias por tú ayuda ―la sonrisa fugaz de Kukulkan fue recibida con un leve asentimiento de la cabeza por parte de la otra mujer antes de darse la vuelta.
Kukulkan dejó salir un suspiro y comenzó a caminar una vez más por los corredores de la organización. Se cruzó con varios sirvientes los cuales le hablaban con la misma soltura de siempre.
La caminata hasta su objetivo fue algo que tranquilizó a Kukulkan. Llegó al ala de la habitación dónde se encontraba la reina Morgana.
La luz de la puerta sin terminar de cerrarse fue el indicativo que realmente había alguien en la habitación. La zona de la habitación de Morgana fue algo más solitaria que las demás. Había llegado hasta aquel lugar en un par de ocasiones y no había visto a otro sirviente presente.
Los pasos de Kukulkan se detuvieron cuando escuchó algo semejante a jadeos que se hacían cada vez más audibles conforme avanzaba.
Intentó ser lo más silenciosa posible conforme su curiosidad aumentó. Eran gemidos, pero no entendía de qué.
¿Estaban entrenando Vash y la reina de alguna forma?
Su curiosidad fue en aumento conforme se acercaba y podía escuchar con los gemidos una respiración pesada, como si faltase el aliento.
Algo dentro de ella le indicaba que era mejor esperar y volver en otra oportunidad, que no tenía por qué seguir, pero al mismo tiempo que le dijo que se detuviera, algo le llamó a seguir.
Caminó hasta quedar al borde de la puerta y solo inclinó su cabeza por la puerta semicerrada. Había escuchado la historia anterior de Jeanne hace tiempo, que había encontrado a la reina Morgana y a Vash anteriormente.
¿Quizá la puerta a presión de la reina de las hadas no funcionaba correctamente?, era la única razón para encontrar un evento similar al comentado por la mujer santa.
Kukulkan volvió en sí ante un leve grito, uno contenido el cual la hizo girar y apoyarse suavemente para ver lo que pasaba dentro de la habitación.
Un único ojo de un azul pálido captó la escena que tardó unos segundos en procesar.
Ahí estaba la usualmente recatada Morgana con el pelo suelto, su cuerpo estaba siendo elevado con facilidad por Vash quien la sujetaba por debajo de las rodillas haciendo que la mujer esté de frente con las piernas hacia adelante. Ambos sirvientes en la habitación estaban desnudos, Morgana prácticamente estaba siendo elevada mientras...
¿Qué fue aquella escena?
Vash estaba moviéndose con fuerza entrando y saliendo de Morgana quien no podía hacer nada por la forma en la que era sujetada, la cara de la mujer estaba con una sonrisa temblante, los bordes de sus ojos manchados y el surco de las lágrimas aún estaba marcado en el rostro de la mujer.
Feroz
Aquello fue lo que Kukulkan pudo describir por como Vash trataba a Morgana quien presentaba leves signos de lucha, pero incluso así.
La sonrisa de la mujer no se iba a pesar de la forma salvaje en la que estaba siendo asaltada.
Miró la cama de la habitación y las sábanas en el suelo, como la habitación parecía haber sido prácticamente removida por todos lados y en medio de todo eso estaban ambos sirvientes concentrados en otro mundo.
"El maestro es joven y un humano"
aunque si le preguntaran a vash el agregaria mas cosas a la lista
Kukulkan no entendía porque pensó en esas palabras de Morgana de golpe.
¿Era por la forma casi salvaje en la que ambos estaban teniendo intimidad?, otro gemido fuerte salió de Morgana al momento en que un gruñido vino de Vash. Un bajón con fuerza se dio por parte del hombre antes que abrazar con fuerza el cuerpo de Morgana.
vash se movió y caminó hasta la cama donde bajó lentamente a la mujer que había tenido en brazos y fue ahí que Kukulkan vio como lentamente el hombre sacó su miembro de Morgana. Conforme la longitud era revelada la boca de Kukulkan se abría y miraba a ambos, sin comprender como morgana era capaz de tener aquella cosa dentro.
Era mucho más grande que la del maestro. No solo eso, la forma en la que duró incluso para una sola vez mientras que Morgana había caído en el clímax en más de una ocasión... ¿Era por esa razón que aquel grupo de sirvientes femeninos podía soportar lo insufrible que era Vash?
¿Por esto?
― ¿Quién dijo que podías descansar? ―la voz del hombre asustó a Kukulkan quien vio como la reina Morgana ya no se estaba moviendo.
―Lo siento... ―la voz cansada y ronca de Morgana sonó cuando fue levantada con fuerza del cabello. Los ojos de Kukulkan se abrieron ante esa acción, pero no hizo nada cuando vio como la sonrisa de la mujer solo creció ante esa forma en la que fue manejada.
―Parece que solo llegaste aquí para estar con otros sirvientes, fue lo mismo que hicistes con lancelot? ―la risa de Morgana ante el obvio abuso verbal dejó descolocada a Kukulkan.
La risa de Morgana fue cansada, mostrando como estaba luchando para seguir.
―Quién sabe... ―la confirmación de la reina solo hizo que Kukulkan arrugara el rostro.
No comprendía como alguien podía estar feliz con un trato así, y no solo eso, si no que poder disfrutar de tal trato... tan degradante.
Un tirón y ahora la mujer estaba con la mejilla pegada al miembro del hombre, la risa de la mujer solo salió una vez más antes levantar la cabeza y abrir la boca para comenzar a engullir.
La boca de Kukulkan se abrió al ver como Morgana, quien parecía siempre refinada, alguien que se cuidaba y daba un aura de nobleza y frialdad estaba haciendo algo tan bajo.
Kukulkan pensó en su situación, una vez había hecho algo parecido con el maestro, pero aquella escena fue distinta, ni siquiera parecía que la mujer podría abrir lo suficiente la boca para dejar pasar el miembro del hombre e incluso cuando lo hizo el bulto en la garganta y los ruidos de la respiración apenas siendo dada hicieron que Kukulkan diera un paso atrás.
Aquella escena no fue ni de asomo semejante a lo que vivía con Ritsuka, Kukulkan pensó en su boca y llevó una mano a sus labios, pensando en si quiera si ella podría abrir y dejar pasar algo tan grande y grueso. Sintiéndose ajena de la situación pensó en simplemente alejarse, salir antes de que la vieran o seguir pensando en cosas innecesarias.
No supo en qué momento alzó la cabeza y vio como los minutos corrían y la cabeza de la reina Morgana solo subía y bajaba de manera desmedida por la fuerza usada por la mano del hombre que tenía una mano sujetando el cabello de la mujer.
Fueron incluso varios minutos más que recién el hombre bajó una última vez con fuerza a la reina antes de alzar la cabeza indicando que fue el turno del hombre de llegar al límite.
El gorgoteo salió de la garganta de Morgana y como esta parecía a punto de asfixiarse, en parte Kukulkan atribuyó que algo como esto pudo seguir por el hecho que ambos eran sirvientes, porque no podía creer que dos humanos pudieran ser así de salvajes.
Kukulkan atribuyó que las cosas habían finalizado cuando el hombre sacó su miembro de la boca de Morgana y la dejó en la cama. La mujer ya no parecía responder y estaba soltando una leve tos cada tanto.
―Aún es temprano, así que continuamos.
Aquellas únicas palabras hicieron que Kukulkan se detenga cuando se estaba alejando. La reina morgana solo rio por lo bajo asintiendo con la cabeza.
Kukulkan ya no lo soportó, había perdido demasiado tiempo y era mejor regresar con el maestro.
Ya no sabía que pensar de las relaciones que tanto clamó la reina si es que incluso en ese estado no parecía haber señales de que el hombre se detenga.
...
Una vez más bajo la ducha.
Kukulkan apoyó ambas manos en la pared mientras que el agua fría caía por su cuerpo desnudo. Fue otra noche en la que estuvo con el maestro y una vez más después de aquella vez que vio a la reina Morgana y a Vash juntos.
No pudo quitarse de la cabeza la forma tan distinta en la que eran las cosas.
Se había encontrado con la reina Morgana un par de días después en la cafetería, el verla comer de manera refinada y con buenos modales contrastaba demasiado con lo que había visto.
Ya no pudo ver igual a la mujer quien alegremente estaba charlando con la pequeña hada de cabello rosado en aquella ocasión.
Kukulkan alzó la cabeza y cerró los ojos. Dejando que el agua fluya por su cuerpo, en un intento de que el agua fría la calme y se lleve las ideas que habían surcado por su cabeza, entre ellas fue el mero pensar de cómo sería pasar una vez con Vash.
Se frotó la cara con ambas manos a la idea que volvió a surcar por su mente, intentando lavar tal idea.
Se había encontrado hace un par de días también con aquella persona que había dejado en un estado de falta de confianza a su maestro.
La burla fue obvia del lado de la mujer cuando la vio.
"¿Te puedes saciar?"
La pregunta molestó a Kukulkan, la idea de que parecía que últimamente había quienes la molestaban ahora fue un poco más frecuente.
Saciarse.
Kukulkan bajó la cabeza y volvió a apoyar las manos en la pared cuando aquella palabra volvió a su mente y la hizo reflexionar.
Las memorias de ver a Morgana caer en la lujuria absoluta, el gusto ante el placer desenfrenado y la sonrisa tonta que daba la mujer ante la alegría de tal trato junto con la forma en la que ella sí fue saciada.
Kukulkan no supo cuando su mano bajó a su entrepierna, mucho menos cuando sus dedos entraron y comenzó a moverlos con la esperanza de llegar al final.
La idea estaba ahí, lo que había visto como Vash era, la forma y el tamaño, el grosor con la fuerza que era usado para golpear sin piedad a la reina Morgana. Todo se juntó en la idea de cómo sería si fuese ella la que estuviera en el lugar de la reina, sin la necesidad de estar ahí en ese momento humillándose y sintiendo placer que no pensó que le faltaba.
Recordó los momentos cuando conoció a Ritsuka, como siempre atribuyó al principio que la necesidad de aquella primera vez de ambos haciendo la transferencia de mana había dado como resultado que ella no sintiera casi nada.
Ya no sabía que hacer más que mover sus dedos, la idea de reemplazar aquel momento con lo que vio de Vash hizo que su cuerpo temblara. Inclinó las piernas dejando que su pecho bajara y subiera cuando la velocidad subió.
La idea iba tomando forma, ella podía verlo, podía sentirlo.
Un momento de éxtasis.
Por fin había llegado la hora, ella deseaba poder lograrlo, pero incluso cuando lo intentó con tanta fuerza e intención no pudo conseguirlo.
Incluso hasta ese momento no pudo terminar cuando la cara sonriente de Ritsuka suplantó la imagen de ella con aquel hombre.
Un sentimiento de asco llenó a Kukulkan quien se abrazó las piernas y dejó que el agua siguiera corriendo por su cuerpo en silencio, ella esperaba no haber despertado a su maestro, después de lo que hizo.
El remordimiento volvió a cortar el estado de ánimo de Kukulkan, la respiración de la mujer subió cuando su rostro se deformó por los sentimientos que sintió, el conflicto de sí misma al ver al maestro reemplazado por algo así no pudo salir de su mente.
La idea concebida de ella siendo empalada como Morgana solo quedó grabada en la cabeza de Kukulkan sin poder sacarla.
Miró el agua cayendo por la rejilla y apretó los dientes, llevó sus manos al frente y vio sus dedos, dedos que usó para darse el placer que sabía que era incorrecto.
Ella no debía pensar en otra persona de la forma en la que lo que hacía, no debía hacer algo como eso cuando había estado al pendiente del maestro, ella realmente lo quería por encima de otros humanos.
¿Pero por qué dudaba tanto entonces por algo como placer carnal?
...
― ¿Kuku?
No hubo respuesta.
― ¿Kuku?
Un doble llamado que llegó nuevamente a oídos sordos.
― ¡Kukulkan!
La mujer llamada abrió los ojos en desmedida cuando se dio cuenta de que estaban llamándola. El susto fue generado ante su mente que parecía estar en otro lado.
Kukulkan no había podido concentrarse y estar tranquila desde aquella noche en el baño.
― ¿Estás bien? ―Ritsuka tomó la mano de la mujer quien miró la mano del joven frente a ella. Segundos pasaron viéndola antes de subir y ver el rostro del joven que mostraba una preocupación bastante resaltante.
―Yo... ―dos segundos pasaron antes que Kukulkan aclarara sus pensamientos―. Sí, estoy bien, simplemente estoy algo distraída.
Una sonrisa dulce fue dada por parte de la mujer quien volvió a concentrarse nuevamente al frente.
― ¿Estás segura? ―el joven de cabello negro miró a Kukulkan con duda―. Haz estado viendo la puerta de la cocina en trance por unos minutos.
¿Era así?, Kukulkan se preguntó internamente sin saber si realmente había pasado eso. Su mente iba a todas direcciones y en parte había cambiado su horario de comidas, ahora estaba en una hora en la que podía verlo.
Vash saliendo de la cocina con varios platos para todos siendo acompañado por boudica y archer.
― ¡Oh! ―Ritsuka abrió los ojos como si estuviera comprendiendo algo―. Debe haberte gustado la cocina de Vash-san, es realmente buena.
Kukulkan se quedó quieta, con los ojos abiertos con sorpresa brevemente antes de soltar una risa nerviosa que intentó hacer pasar como una normal.
―Sí... ¡Sí! ―la risa de Kukulkan fue aún mayor llamando la atención de los demás―. Es solo que sirve bastante... buenas raciones...
La risa de Kukulkan fue nerviosa al momento en que miraba a Ritsuka quien asintió antes de alzar un plato hacia la mujer.
― ¿Quieres un poco?, hace un rato que terminaste tú plato de comida, creo que estoy lleno además tendré que entrenar hoy también, creo que es mejor no cargar mucho mí estómago.
―Gracias.
Kukulkan no pudo negarse, no cuando la situación se ajustó para algo así, miró el plato que le dieron y vio una salchicha que, si ella recordaba correctamente, eran llamadas salchichas bratwurst o alemanas.
a vash le récordo el poco tiempo con su padre que aunque era un desgraciado del partido Nazi era bastante complaciente con la comida alemana la cual en sus palabras era la mejor.
Lastima el prefería lo francés.
Bajó los ojos y lo vio en silencio, iba a comenzar a comer, más pasos llegaron a su lado haciendo que mirara a quien llegó.
Vash estaba de pie a su lado.
Desde aquella vez que lo vio con la reina Morgana fue otro que no pudo ver con la misma luz.
―Oh, Vash-san, ¿tienes lo que pedí? ―Kukulkan interpretó que el hombre llegó por un pedido de su maestro, miró hacia un lado, no alzó suficiente la cabeza y terminó viendo la entrepierna del hombre brevemente antes de volver a mirar la salchicha en su plato.
La conversación de Vash y Ritsuka pasó a la nada para Kukulkan quien se desconectó de la realidad al ver aquella pieza de embutido alargada y no pudo evitar pensar en el hombre a su lado.
El cuchillo que iba a cortar un pedazo de la salchicha quedó en el aire y miró únicamente el tener puesto en este. La mente de Kukulkan viajó, la idea de la vez que estuvo usando sus dedos llegó en aquel instante.
Levantó únicamente aquella pieza con el tenedor y la puso lentamente frente a su rostro. Recordó a Morgana, primero dándole un beso a aquella pieza y luego lamiendo la punta antes de meterlo en la boca y-
― ¿Qué haces? ―Vash parecía ser quien se dio cuenta de lo que hacía Kukulkan y la llamó de la nada, para el hombre fue difícil no darse cuenta de la forma rara de actuar de la mujer.
"Muzan estaría orgulloso de que una diosa pura mostrará lujuria."
Siendo que esta lo estaba viendo fijamente a los ojos.
Kukulkan llevó demás la salchicha en la boca y comenzó a toser cuando pasó cierta parte de su garganta.
― ¿Estás bien? ―Ritsuka fue quien se levantó y buscó un poco de agua para dársela a Kukulkan quien tomó en silencio el vaso―. Deberías haberla cortado, no deberías imitar a los demás, otros comen tanto como puedan meter en su boca.
Ritsuka sonrió a Kukulkan quien miró la salchicha en su plato en silencio. No dijo nada, solo alzó la cabeza y vio a Vash quien estaba con una mirada diferente de la que usualmente solía darle.
Interés.
―Lo siento... ―Kukulkan comenzó a cortar en tajos antes de comer en silencio con el tenedor las piezas cortadas.
La idea estuvo en su mente de golpe y no pudo evitar pensarlo, si ese realmente hubiera sido vash no podría haberlo manejado.
Más cuando aquella salchicha era mucho más pequeña de lo que había visto aquella vez en los pantalones del hombre.
La saliva se amontonó en la boca de Kukulkan mientras comía, atribuyendo que era por el sabor de la comida, la cual era excelente.
Eso intentando negar por completo lo que sintió y la forma en la que su mente se nubló cuando aquel arquero estuvo a su lado y pensó en probar lo verdadero.
Kukulkan comió en silencio quitando toda idea innecesaria tanto como podía.
Debía encontrar la manera de eliminar aquellos pensamientos.
...
Una semana más.
Kukulkan había estado pidiendo a su maestro para acostarse cada día desde el incidente de la salchicha. La mujer intentó descartar todo pensamiento innecesario hacia otro hombre al pasar únicamente tiempo con su maestro.
Al día cinco de esa semana se topó con alguien que reconoció.
Kama estaba en la cafetería y decidió sentarse a su lado de la nada.
―Oh, ¿todo bien~?
La pregunta de la mujer de pelo blanco fue recibida con un silencio de parte de Kukulkan. aquello solo sacó una risa suave de parte de la diosa del amor quien apoyó su cabeza en ambas manos que dejó descansando con los codos apoyados en la mesa.
―No seas tan fría, bueno, supongo que necesitas enfriarte si quieres seguir al lado del maestro ―la voz cantarina y aquel comentario hicieron que Kukulkan se detenga y mirara por fin a Kama a los ojos―, vamos, no me mires así, lo digo porque me preocupas.
Kukulkan sabía que esa era una mentira de parte de la mujer frente a ella, iba a levantarse e ignorarla para no tener ideas innecesarias.
―Es bastante doloroso para mí ver un amor tan falso como el tuyo ―aquellas palabras hicieron que Kukulkan se detenga y mirara a la mujer quien sonreía casi triunfante.
― ¿Qué? ―Kukulkan se enervó, la idea de ser insultada de tal manera con respecto a sus sentimientos con el maestro hizo que quisiera responder a la diosa frente a ella.
―Ahora sí podemos hablar ―Kama sonrió, vio la cara de molestia de Kukulkan, pero a contrario de lo que la mujer de pelo celeste quiso.
No se movió de su silla.
― ¿Qué quieres? ―Kukulkan dudaba de lo que deseaba la mujer frente a ella, no había forma que viniera a hablarle como si nada en esta situación.
Además, que no tenía una idea buena en primer lugar de Kama al ser la persona que dejó en primeras instancias al maestro de lado a post de un sirviente.
―No finjas conmigo, puedo verlo, ¿sabes? ―Kama comenzó hablando con una gran sonrisa.
― ¿Verlo?
La confusión de Kukulkan quedó marcada en su rostro ante el comentario extraño dado por la diosa.
―Puedo verlo, como deseas tanto a Vash y la forma en la que estás cansado del maestro ―la sonrisa de Kama se cubrió en parte por la mano de esta quien intentó reprimir la risa burbujeante en su interior al ver el estupor en el rostro de Kukulkan.
La mente de Kukulkan quedó en paro. Ella no pensó que deseara algo del hombre o si quiera que su amor por el maestro estuviera flaqueando.
―Deja de decir cosas sin sentido ―Kukulkan se levantó con el ceño fruncido dispuesta a irse.
― ¿Irás a entregarle los trastes a Vash? ―Kama preguntó con un tono que reflejó diversión―. ¿Tanto quieres verlo?, sabes, él siempre está abierta a una dama si esta le pregunta.
El hombre jamás se negaría ella podía sentirlo en cierta forma el era casi giaul a ella solo que en menor medida como si una fracción de el solo representará la lujuria y amor y todo lo demás se entrelaza.
Kukulkan no dijo nada, se quedó de pie unos segundos antes de bajar los platos una vez más en la mesa y solo darse la vuelta para irse.
―Hoy se acostará otra vez con Morgana, quedaron en una cita a las once de la noche, la habitación de la reina por supuesto, sabes que la puerta no cierra correctamente, ¿no?
Kukulkan se detuvo y giró su cabeza lentamente para ver a Kama quien sonreía amablemente con los ojos cerrados.
―No sé de qué hablas ―Kukulkan iba a caminar y alejarse de la mujer de una vez por todas.
―Vamos, tienes tiempo de sobra, después de todo, ¿no es el maestro un poco negligente contigo?
No hubo respuestas de Kukulkan, simplemente decidió alejarse.
Ella había tenido suficiente de aquella charla con Kama.
No necesitaba escuchar más de ella.
...
Una noche más.
La intranquilidad de Kukulkan no bajó en lo que llevaba la noche. Miró a su maestro acostado a su lado y sonrió un poco, quitando ideas innecesarias de su cabeza.
"Tendrás tiempo de sobra"
La sonrisa de Kukulkan cayó ante las palabras de Kama que volvieron a su cabeza. Era cierto que ahora estaba acostada sin más, a la espera de conciliar el sueño que no parecía llegar.
Pero más que eso no había algo para decir que se sentía diferente, si bien las ideas no paraban de llegar en su mente y ser descartadas de igual forma, eso no quería decir que lograba evitar pensamientos innecesarios estáticos.
La forma en la que la reina Morgana se había comportado aquella vez, como todo lo que alguna vez pensó que representaba la mujer se fue a lo más profundo por el hecho que no podía concebir la misma imagen que tenía de ella al principio.
Le molestó el cambio abrupto de aquella mujer con respecto a la imagen que entrega a los demás. Kukulkan había puesto un poco más de atención a los rumores sobre la reina y casi sintió que su estómago se estrujó cuando pensó en todos los "compañeros" que había tenido la reina.
Se había encontrado con el tan afamado "Sir Lancelot" con anterioridad y no obtuvo una mejor imagen de la que tuvo de Vash, Kukulkan arrugó el rostro al recordar las proposiciones descaradas encubiertas de caballerosidad por parte del hombre.
Le costó creer al principio como la alguien que mostraba tal pureza no era diferente de algunos de los sirvientes con la peor reputación.
Miró la hora, marcaban las diez de la noche. Hoy Ritsuka también había estado entrenando desde temprano, el descanso fue necesario, no podía negárselo de todas formas.
Intentó cerrar los ojos y dormir.
Descansar y dejar ir las ideas como las que estaban cruzando por su cabeza era lo mejor que podía hacer.
...
Calor y placer.
Kukulkan sintió su cuerpo calentarse conforme sentía unas manos recorrer su cuerpo. No se sintió asqueada, no se sintió molesta, reconoció esas manos, eran las manos que había visto en otra mujer y que sabía que podía darle ese algo que le faltaba.
Ella estaba deseando que siguiera.
Detener.
Los ojos de Kukulkan buscaron en la oscuridad dónde había ido aquella fuente de calor que estaba buscando, no comprendió dónde ella se encontraba.
Mojado.
Su cuerpo estaba en el suelo frío del baño. Ella se estaba abrazando mientras que el agua fría caía sobre su cuerpo. Miró a todos lados sin encontrar nada.
El suelo del baño la reflejaba casi como un espejo.
¿Esa era su cara?
Kukulkan no se reconoció cuando se miró el rostro en aquel reflejo. La forma en la que sus labios estaban curvados hacia abajo, el maquillaje que colocaba sutilmente cada mañana ahora se escurría por sus mejillas que estaban rojas.
Su boca estaba abierta, su respiración era irregular y la mirada que se dedicó a sí misma fue la de desesperación.
¿Por qué?
―Aún no terminamos.
Una voz que reconoció.
Alzó la cabeza.
Ya no estaba en el baño, estaba en la cama de una habitación diferente a la del maestro, la persona delante a ella estaba de pie, mirándola como si ella fuese la que debía agachar la cabeza.
¿Por qué su cuerpo no se movía?
Estaba cansada.
Kukulkan sintió como todo su cuerpo hormigueaba, como su consciencia iba y venía, pero aun así no podía caer.
¿Por qué no podía caer?
Los ojos de Kukulkan se dirigieron al del hombre quien estaba viéndola esperando una respuesta, esperando que dijera algo.
Como si deseara que ella rogara.
¿Qué es lo que debía rogar?
― ¿No dirás nada?
― ¿Eh?
La pregunta hizo que Kukulkan se mirara. Su cuerpo desnudo y cubierto de sudor, a diferencia de siempre que había estado en la cama de su maestro ella no fue quien estaba en la parte de arriba.
Fue quien se encontró atrapada en la parte inferior.
―Si no dices nada solo me iré.-vash solo estaba tranquilo, casi indiferente aunque muzan estaría orgulloso de él,Nerose no dudaría en matarlo.
No.
Kukulkan no lo deseaba, la calidez momentánea y el impacto en su cuerpo se sintió bien para que aquella persona se fuera, no deseaba que aquello llegara a su fin.
No quería que nada de esto pasara al olvido, se sintió bien, como si su cuerpo le gritara que detuviera al hombre que estaba viéndola desde arriba.
No quería que esto terminara.
―Yo...
Kukulkan entró en razón.
¿No estaba aceptando el deseo de otra persona por encima del afecto del maestro?
No podía rebajarse así, no podía dejarlo sin más y-
―Bien, me voy.
― ¡No! ―los ojos de Kukulkan se abrieron cuando tomó la manga de la camisa del hombre quien había dado un paso hacia atrás para alejarse de ella.
La respiración de Kukulkan fue más irregular, más intranquila, más fuera de sí.
La desesperación llegó a Kukulkan, la mujer no dijo nada ante la negación de querer que aquella persona se fuera, porque para ella, Emiya era lo que estaba buscando para completarse, para sentir por primera vez el final de lo que pensó que estaba logrando con su maestro.
Ella solo quería sentirlo una vez.
Un tirón del brazo de vash hizo que los ojos de Kukulkan se abrieron cuando el hombre se alejó y se acercó a la puerta de la habitación para salir.
―Supongo que ya hemos terminado.
"No"
La palabra no salió de la boca de Kukulkan, intentó ponerse de pie, pero no logró hacerlo, su cuerpo no respondió, cuando estaba al borde de la cama simplemente se lanzó al suelo y se acercó con los brazos a la figura que le daba la espalda.
Extendió su mano para tomar el pantalón del hombre quien dio un paso a la salida.
No logró agarrarlo.
La mirada de Kukulkan se fijó únicamente en la salida de la habitación, el como la puerta frente a ella mostró nada más que un resplandor ante el pasillo y la diferencia de la habitación con las luces apenas iluminando.
Si salía ahora cualquier podría verla, en ese estado patético.
La pisada con el sonido del zapato de vestir golpear el suelo del pasillo hizo que Kukulkan se moviera una vez más sin pensar.
No le importó ser vista por cualquiera, solo quería sentirse bien, completa.
Solo quiso sentir placer real por una vez.
El suelo del pasillo cuando se arrastró afuera colapsó. Kukulkan gritó cuando ella cayó a la nada y...
...
Kukulkan respiró hondo cuando despertó.
Se sentó en la cama y vio el reloj que marcaba las doce y cuarto de la noche.
Su cabello arreglado usualmente estaba caído, solo estaba vistiendo la ropa interior después de haber estado con el maestro, por lo que sintió su cuerpo enfriarse casi al instante en que se levantó de las sábanas.
Una gota de sudor cayó por su frente, su pelo estaba húmedo en las raíces, el frío que estaba sintiendo era por el repentino frío que golpeó su cuerpo debido al acondicionador de aire que estaba en la habitación.
¿Pero por qué estaba húmeda a este punto?, no solo fue su cuerpo en la piel dónde sintió que estaba mojada.
Su entrepierna estaba mucho más húmeda y sintió como su ropa interior estaba mojada de igual forma justo en aquella parte.
Bajo sus pies descalzos y pisó el suelo frío, se sintió mareada mientras daba pasos hacia el baño, al llegar puso ambas manos en los costados del lavabo y se miró en el espejo.
No estaba haciendo aquel rostro que vio en su sueño.
Un sueño.
Kukulkan se rio al momento de pensar en que algo como eso se podría considerar un sueño, al final más parecía una pesadilla de lo vivida que había sido. Todo su cuerpo estaba temblando ante lo que había sentido. Aquella pesadilla había sido tan real que incluso podía jurar que su cuerpo estaba intentando alejarse de la sensación que tomó control de ella en aquel momento.
Kukulkan se lavó el rostro unos instantes con el agua antes de volver a caminar hacia la habitación, habían pasado otros siete minutos en el reloj.
Quedaba tiempo para ir a ver lo que la diosa Kama le había comentado con anterioridad.
...
No se había vestido.
Kukulkan agradeció que era de noche. Solo había tomado una de las sábanas de la habitación y se la había puesto encima.
Sentía que necesitaba darse un baño antes de si quiera pensar en vestirse. Incluso ahora, que podía simplemente volver a su mejor momento con mana.
No sintió que debiera hacerlo.
Agradecía no haberse topado con otro servant, en parte por el área en donde estaba la reina Morgana que no había muchos presentes, pero de camino hasta ese corredor creyó que en algún instante alguien la vería.
No supo cuando estuvo de pie frente a la puerta, tampoco durante cuanto tiempo se había quedado en blanco viendo aquella escena una vez más. Como aquella mujer que consideró noble estaba en aquel estado lamentable una vez más, no solo a voluntad, si no que pareciendo disfrutarlo hasta el último instante.
¿Ella podría llegar a ese estado?
Los ojos de Kukulkan estaban centrados en como Vash entraba y salía con fuerza de la mujer quien estaba abrazando al hombre por el cuello esperando aliviar lo que sea que estuviera sintiendo.
¿De verdad ella podía llegar a esto con el maestro?
No.
La respuesta llegó casi de inmediato en la cabeza de Kukulkan cuando veía como incluso una vez más levantaba a la reina como si fuese nada. Si bien Ritsuka había entrenado por un buen tiempo aún no podría llegar a esto, y mucho más importante que la fuerza física.
Era el hecho que no estaría al nivel de imponencia que aquel tirador de tez blanca que estaba jugando con el cuerpo de Morgana como quería.
¿Podría sentir lo mismo y terminar por una vez si se lo pedía al hombre?
La idea que anteriormente había sido rechazada de inmediato en su cabeza ahora quedó en una incógnita que deseaba contestar. La forma en la que el hombre estaba moviéndose...
Kukulkan deseó estar en el lugar de Morgana.
Con la mirada perdida y su cuerpo sin reaccionar como ella deseaba, Kukulkan llevó una mano a su entrepierna y mientras que Vash estaba sometiendo una y otra vez a la mujer en la cama.
Ella se imaginó siendo la que estaba siendo sometida.
Comenzó a mover los dedos con el mismo ritmo el cual veía a Vash entrar y salir de la reina. Fue allí que por primera vez comenzó a buscar el placer por la carne antes de la mente. La idea de ella estando ahí parada, siendo utilizada de la misma forma en que lo estaba siendo Morgana.
Ella deseaba su lugar.
No paso mucho antes que al mismo ritmo en que movía sus dedos, fue que por primera vez desde que había tenido memoria llegó al final de lo que su cuerpo clamó.
Un orgasmo que se había rehusado a salir tomó luz haciendo que caiga de rodillas frente a la puerta. El liquido de su entrepierna salió sin control ante la primera vez después de tanto tiempo conteniéndose, Kukulkan se mordió el labio y apoyó su cabeza contra la puerta sin dejar de mirar.
Ella deseaba más.
―Puedes tener más si lo deseas.
Los ojos de Kukulkan se abrieron en horror cuando escuchó una voz a su lado.
Se giró y vio a Kama quien le saludó con una sonrisa, agitando la mano a modo de saludo Kama dio otro paso cerca de Kukulkan antes de ver como la mujer estaba desesperada por querer abandonar el lugar.
―Si te mueves se darán cuenta, sabía que vendrías, preparé una barrera para evitar que te descubrieran al igual que la última vez.
Kukulkan se detuvo y miró a Kama a los ojos. Era obvio que no parecía mentir.
―Ellos...
― ¿Por qué crees que me acerqué?, yo también pasé por aquí aquella vez, no puedo creer que te quedaste tan embelesada mientras que otros lo hacían.
Kukulkan no respondió, solo agachó la cabeza ante la aceptación de tal evento, pero la duda seguía.
―Entonces Vash...
―Oh, hablé con él, sabes, es difícil colarse en su visión, era obvio que te notaría, no fuiste muy sutil que digamos.
―Él lo sabía...
―Querida, cualquiera puede ver tú frustración ―Kama se agachó a la altura de Kukulkan, la mirada de la mujer seguía en el suelo―. Vamos, mírame, ¿no sabes que antes estaba con el maestro?
―Lo lastimaste...
Kukulkan no dijo nada más, ella sabía como Ritsuka había caído en el sentido de perdida cuando la persona que creyó que estaba interesada en él simplemente se alejó sin más.
―Soy una diosa que simboliza el amor, era obvio que buscaría primero comprobar al maestro antes que, a otros, ¿no se supone que quien nos comanda debe ser el más digno? ―Kukulkan no siguió lo que Kama estaba diciendo, la mujer de pelo blanco se dio cuenta de ello y suspiró ante ese resultado―. Bien, ¿quieres sentirte bien por el maestro o deseas sentirte bien por tú persona?
― ¿Por mí persona?
Kama asintió.
―Creo que hablaste con Vash sobre esto, no intercambiamos muchas conversaciones, pero mencionó que una diosa novata le preguntó sobre un buen dios para los humanos, y solo conozco a una novata entre nosotros.
Kukulkan tragó ante el título despectivo. "Diosa novata" era claramente una forma de referirse a ella de manera más que directa.
― ¿Es eso lo que soy a los ojos de ustedes? ―Kukulkan se desanimó. Ella había intentado seguir el ritmo de los demás Dioses, cuando llegó al punto en que ascendió a lo que su espíritu podía ofrecer en Chaldea creyó que ya lo comprendía todo.
Más solo fue una mentira que se puso a sí misma ante su propia ignorancia, era por esa razón que retrocedió y volvió a su ropa de cuando había sido recién convocada.
―Preguntaste por un Dios para los humanos, entonces deberías haberte preparado para un ser un Dios egoísta.
Kukulkan abrió la boca ante esa declaración.
Fue semejante a las burlas que solía recibir de vash por querer un ser un Dios para el hombre.
― ¿Por qué el egoísmo? ―Kukulkan se estaba molestando, siempre fueron esas palabras, pero nunca le dieron una respuesta―. ¿Qué tiene que ver uno mismo con ser un Dios para otros?
Quiso gritar, pero contuvo las ganas. Kukulkan apretó los puños con molestia, ella sabía, que en términos de fuerza no se quedaba atrás con nadie, era fuerte, muy fuerte, podría volar a vash con solo su poder desatado, ¿pero por qué al final se sintió más inútil que un mero humano?
No es como si fuera tan fácil derrotar a alguien que peleo uno vs uno contra behemot
―Piensa en ello ―Kama inclinó su cabeza hacia un lado―, mírate ahora, patética dudando de lo que realmente, ¿quieres decir que el deseo de un humano es mayor al de un Dios?, ¿al de tú propio ser?, solo te escudas con la idea de contemplar a los humanos por encima de tú persona, y ahí está tú más grande error.
Kama no dijo más, miró atentamente a Kukulkan quien se quedó viendo a la diosa a los ojos esperando la respuesta. De verdad que quería comprender su error, y siendo que todos los dioses presentes la criticaban por lo mismo entonces solo daba un resultado.
Ella era la única que estaba pensando de forma errónea.
― ¿Qué es? ―Kukulkan alzó las manos y tomó por los hombros a Kama quien no cambió su expresión.
―... ―una mano subió de Kama, pasó de la mejilla de Kukulkan tocándola suavemente hasta bajar por el pecho de la mujer, delineando el cuerpo de Kukulkan con los dedos, eso hasta tocar el vientre de esta.
Un ardor se formó en la parte baja del cuerpo de Kukulkan. La boca de la mujer se abrió junto con una mirada perdida que se dio a la nada.
No quería algo como eso, pero al mismo tiempo en que su cuerpo iba a mil, su mente se fue nublando. Kama acercó su cabeza su rostro al lado de la oreja de Kukulkan para susurrar.
―Cuando dejes de rehuir de tú naturaleza es que podrás entender mis palabras ―el leve brillo en la parte del vientre Kukulkan llegó a su fin―, es una marca, durará unos días, si logras soportar lo que conlleva entonces yo misma le diré a Vash que eres diferente a los demás dioses, pero viendo tú mirada perdida...
Kama hizo una pausa viendo la boca de Kukulkan abierta y como la mujer estaba con las manos temblantes tocándose el vientre en donde la marca había quedado.
―Supongo que es inútil esperar un resultado distinto.
...
Kama vio cuando se retiró como Kukulkan se había puesto de pie y comenzado a caminar en silencio, sujetándose su cuerpo e intentando estar compuesta mientras que volvía a su habitación.
Al llegar al final del pasillo se quedó quieta al ver a la persona que le dio la información, que mostró todo lo que debía mostrarle y quien decidió que sería "divertido" jugar aquel juego.
―No lo soportará.
Kama no dijo mucho más que eso, solo miró de reojo aquellos ojos brillantes. Incluso ella siendo quien era, tragó al ver la sonrisa inocente marcada en aquel rostro.
―Bien, tenía curiosidad si se podía moldear a un Dios sin conocimientos base, parece que es más fácil de lo que preví, incluso le otorgué un bonito sueño para que atendiera hoy~
No hubo algo así como malicia o molestia en aquella voz suave, solo un ligero tono de interés que hizo que Kama diera de vuelta sus pasos y reanudara con salir de aquel lugar.
Indirectamente aquella persona que la siguió unos segundos tarareando alegremente fue la responsable de varias cosas en Chaldea desde su llegada.
―No hagas esa expresión como si fueses culpable~ ―la misma persona miró a Kama en el rostro para responder cómo si estuviese leyendo los pensamientos de la propia diosa―. Ella hace todo esto a propia voluntad, ¿no?, no tienes porqué sentir culpa cuando sólo le muestras el camino a alguien, al final, es decisión de ese alguien si lo sigue o no~
Kama podía jurar que a cada palabra que aquella persona soltaba solo traía las situaciones a peor.
Una de ellas fue el rechazo del maestro hacia Mash haciendo que la joven se sintiera mal, el segundo momento fue ella acercándose al maestro a su petición, al principio no tuvo problemas por ser una acción minúscula, pero su cuerpo reaccionó ante otra persona, y afortunadamente llegó a la próxima petición que fue algo que cumplió sin problemas, el rechazo posterior de ella hacia el maestro fue algo calculado y bien puntuado, la negación de vuelta de Mash por palabras de quien la influenció ahora de vuelta.
Lo que en su momento parecía algo estable, con relaciones solidas y una buena disposición entre cada uno ahora no fue más que un hogar fracturado.
Y nadie podía notar que solo una persona estaba empezando a dirigir Chaldea a su caída.
―Gracias por tú ayuda, incluso si no es él aún puede servir para medir ciertos parámetros extra, oh, por supuesto ya puedes volver, sería bueno como si nada de esto pasara, ¿no es así?
No era usual sentirse intimidada, mucho menos alterada en que algo podría llegar a pasarle, no cuando ahora era un espíritu heroico, incluso siendo un Dios, algo se sintió apagado a la hora de responderle a aquella cosa que estaba tarareando alegremente mientras que se alejaba.
―Sí... no recuerdo nada...
Un ligero aplauso fue dado mientras que la persona que iba tarareando se perdía en los pasillos.
Kama pensó en ello y era mejor no darle mucha luz a lo que pasaría aproximación.
Después de todo la diversión de unos era la maldición de otros.
...
Dos días.
La marca en el vientre de Kukulkan no parecía visible para otros, al menos así lo comprobó siendo que Ritsuka o nadie más se dio cuenta de ello.
Solo era ella quien podía ver aquella extraña marca dejada por la diosa del amor. Fue hasta que amaneció en el primer día que sintió a lo que se refería la diosa Kama con respecto a mostrar lo que realmente era.
Ella no se pudo quedar el resto de la mañana con el maestro.
Su cuerpo avanzó por sí solo, se movió hasta donde estaba la cafetería y pidió algo para comer, más lo último fue únicamente con una excusa.
Su mente solo se estaba centrando en una sola cosa y era en aquel hombre que había visto.
Placer.
El segundo día se había levantado e ido directamente al baño y no salió hasta pasada la hora del almuerzo. Ahora entendió lo que la diosa Kama le había hecho.
Le había impedido que ella misma llegara a un orgasmo sola.
Había rogado, había pedido de todo a Ritsuka para un poco de ayuda con eso, queriendo llegar al punto en el que ambos estaban lo suficientemente unidos, pero no fue como Kukulkan deseó.
― ¡¿Por qué no es suficiente?! ―Kukulkan estaba en el baño abrazándose viendo en el reflejo del agua caer.
Su apariencia podía recordarla.
Era la misma de aquel sueño, no, más que un sueño fue una premonición de como serían las cosas.
―Solo un poco más... ―Kukulkan intentó cortar los pensamientos, de como había una sola cosa que deseaba y era en esta noche, la tercera noche con la marca, había hecho todo lo posible para prepararse, lo que pudo para moverse con respecto a Ritsuka y poder sentir que la estaban complaciendo.
Pero no fue suficiente.
Al final no pudo lograr, incluso cuando su maestro le pidió que fuera más despacio, cuando este ya estaba flácido y habiendo perdido la erección.
Kukulkan esperó que esto fuera suficiente.
―No lo es...
Kukulkan alzó la cabeza y miró la ducha tirar el agua. Como ella había terminado ahora en el suelo del baño intentando darse placer que nunca llegó al final, como no podía terminar por más que lo intentara.
Solo podía soñar con la sensación de aquella vez que sintió su cuerpo siendo llevado al límite y fue nada más que cuando estuvo cerca de él.
Kukulkan puso las manos en el suelo y las usó de palanca para levantarse. Con la mirada perdida y la cabeza tambaleante caminó hasta las toallas.
Usualmente una marca no le haría nada, una maldición se iría con el paso del tiempo, pero no podía comprender porqué aquella marca en su vientre seguía persistiendo con tanta fuerza.
Como si hubiera sido marcada por la esencia misma de la diosa del amor.
El calor que se extendía por su cuerpo no era algo que podía detener en algún momento, o si quiera podía concentrar su mente en otra cosa que no fuese el lívido creciente dentro de ella. Kukulkan llevó ambas a manos en su entrepierna e intentó cubrirse como pudo para detener la idea de volver a caer en el juego de complacerse de manera inútil.
Debía buscarlo.
...
Kukulkan se vistió correctamente, incluso si su mente estaba ida a un lugar extraño, conservó la delicadeza de prepararse a diferencia de la última vez.
Tuvo que agradecer aquello por toparse con otros sirvientes camino al ala donde estaba el dormitorio de Vash. Ni siquiera la mujer sabía porque se iba en aquella dirección siendo que a palabras de Jeanne Archer era poco probable que estuviera en aquel lugar.
Antes de notarlo Kukulkan estuvo de vuelta de pie ante aquella puerta que negó en abrir por tanto tiempo.
Sintió como si no hubiera un camino de vuelta si es que ingresaba en aquella habitación.
Extendió la mano, pero no llamó a la puerta.
Los pasos a su lado hicieron que se girara para ver a un hombre alto, tez blanca y una mirada curiosa de esos ojos verdes claros ante la vista de quien estaba parada frente a la puerta de su habitación.
― ¿Necesitas algo?
Las piernas de Kukulkan temblaron ante la mera voz y el aproximamiento del hombre, podía jurar que su cuerpo reaccionó, que la marca en su vientre quemó y su mente desapareció.
El deseó llamó cuando todo se esfumó.
―Yo... ―Kukulkan no quería decirlo, sabía lo que pasaría si entraba, si pedía hablar.
― ¿Es algo importante? ―Kukulkan alzó la cabeza que hasta hace un instante estuvo gacha y miró al hombre a los ojos. No hubo la misma apatía de antes, no hubo la misma sensación de incomodidad o de desprecio que expuso aquellas veces.
Era como si el hombre estuviera desconcertado de su llegada repentina.
―...
Sin respuesta.
Kukulkan no dijo nada. Más solo observó al hombre introducir la llama de acceso de la habitación y dar un paso adentro antes de señalar el interior.
―Si es algo que no puedes hablar ante otros puede entrar, te escucharé.
Vash estaba siendo amable. No es que Kukulkan fuese ajena a ver aquel gesto del sirviente, no cuando solía ayudar a los demás y daba ánimos a otros.
Pero para ella si fue algo ajeno el sentirse que estaba siendo amable con su persona.
El umbral de la puerta estaba ante ella. Kukulkan lo vio, la mano extendida del hombre hacia ella invitándola a pasar, la forma en la que estaba actuando era obviamente para darle la bienvenida y dejarla pasar.
Los pies de Kukulkan no se movieron al principio. La duda seguía ahí cuando veía el cambio de luz entre el pasillo y la habitación del hombre.
―Entonces... ―Vash dio un pasó más adentro y miró la mano que tenía extendida antes de suspirar―. Supongo que eso es todo.
Aquella frase golpeó a Kukulkan e hizo que se moviera.
La mano de Kukulkan se movió y tomó la mano del hombre que había estado extendida. Ahora Vash alzó una ceja y vio como la mujer parecía hiperventilada.
No comprendía la situación actual ni la forma en la que la mujer estaba temblando como un cordero recién nacido.
Kukulkan dio un paso al frente cuando su cuerpo se quemó. Un pie pasó el umbral y luego el otro para que antes de darse cuenta estuviera dentro de la habitación de Vash.
El corazón de la mujer casi dio un paro cuando la puerta tras ella se cerró al no detectar nadie más afuera.
Kukulkan miró de reojo la puerta cerrada y lo supo desde ese momento.
Que ya no había vuelta atrás.
...
Vash la guió hasta la cama Kukulkan. No tenía nada en la habitación para que pudieran conversar de tú a tú, fue por eso que la guió y dejó que se sentase mientras que él permanecía parado.
Al principio cuando la vio frente a la puerta de su habitación creyó que la acción era para insultarlo como de costumbre debido a sus constantes burlas. Pero al ver como la mujer temblaba tanto no hizo nada más que esperar por su acción.
Era ya entrada la noche y pocos seguían rondando los corredores, él había llegado hasta las habitaciones solo para darle algo de afecto para Jeanne Archer. En parte Vash se sentía mal por mimarla un poco más que los demás, pero no es como que ella al igual que él tuviesen descansos para poder disfrutar las pequeñas cosas.
En el lapso que pasó por la habitación de Jeanne notó que Kukulkan seguía de pie delante la puerta, con la mano extendida como si dudara que hacer.
No tuvo más remedio que acercarse y decirle que pase al ver como la mujer de pelo bicolor no mostraba signos de ingresar.
Solo pudo verla temblar y pedirle que se siente para llegar a la situación actual en la que no podía comprender qué era lo que pasaba por la cabeza de la diosa.
Actuó demasiado diferente desde aquella vez que se quedó viendo su momento con la reina Morgana lefay. Vash podía jurar que la mujer tenía algún tipo de fetiche de ser atrapada por eso es que pedía que fuese en aquella habitación que no cerraba correctamente.
Vash quería descartar ese dato, pero recordando la historia de la mujer con los amantes que tuvo o la vida sexual de la reina fue difícil no pensar que la teoría que planteó sobre ella no era tan alejada de la realidad.
Ahora el verdadero problema era la persona que estaba con la mirada perdida en una esquina de la habitación. vash dejó que pasara por el hecho que le pareció extraño que se quedara tanto tiempo viendo la puerta y dudando sobre si entrar o no.
―Bien ―Vash fue quien tomó la iniciativa al ver como no hubo respuesta alguna de Kukulkan―. ¿Qué querías decirme?
Kukulkan alzó lentamente los ojos para ver a Vash al rostro. La mirada de la mujer pasó a estar perdida a solo centrada en el hombre ante ella.
Los labios de Kukulkan se sintieron secos, pesados para moverse o para poder hacer algo.
Abrió y cerró la boca un par de veces intentando pronunciar las palabras que quería decir.
Pero no podía darlas.
La imagen del maestro venía en su mente conforme más su cuerpo se calentaba. La marca en ella parecía quemar, ardiendo deseando consumir todo lo que estaba en ella sin dejar ninguna reserva de lo que ahora estaba tragando.
Quería mostrar el verdadero deseo de lo que quería.
Kukulkan abrió los ojos.
Ahora lo entendió.
Comprendía las palabras de los otros dioses, del propio Vash quien estaba parado frente a ella.
Ahora podía entender lo que pasaba.
El deseo, la forma en la que un Dios decidía las cosas, todo lo que se refería al deseo propio. Y ahora es que ella estaba sentada viendo el rostro de vash es que pudo entender porque hubo empeño en llamarla siempre como una novata o alguien bajo.
Un Dios no debería rehuir de sus deseos, los caprichos y lo que representaba, la mera idea de hacer algo como eso significaba rehuir de su propio estado como divinidad.
―Los he visto, tú con la reina Morgana ―Kukulkan bajó lentamente la cabeza y cerró los ojos formulando lo que quería.
―Lo sé.
―Estuve viendo lo que le hacías.
―También lo sé.
Vash estaba divirtiéndose ahora mismo diablos apuesta a que marie lo regañaria.
―...bueno supongo que el pequeño pajarito le gusta observar
la respuesta de Vash hizo que kukulkan se sonrojara bastante.
―Y si... ―Vash vio como Kukulkan levantó el rostro, extendió ambas manos y las puso alrededor de las del hombre, juntando los dedos, la mirada de Kukulkan ahora pasó a una centrada con una sonrisa que parecía libre, como si la mujer se hubiera levantado de algo―. ¿Y si te pidiera que me hicieras lo mismo?
La pregunta fue dada.
Kukulkan estaba con el rostro rojo y la mirada fija en Vash quien abrió los ojos con sorpresa. De todas las cosas que esperó de aquella mujer, la propuesta que le dio en ese instante fue la que menos esperó.
No era denso pero tampoco se aprovechaba de mujeres solo accedía a sus peticiones por el leve sentido de cortesía que aún tenía o al menos eso pensaba hace bastante tiempo que dejó de sentir ciertas cosas después de que su cerebro fuera pulverizado por hastur y Howard tuviera que arreglarlo
Kukulkan estaba nerviosa.
No sabía si el hombre aceptaría, tenía miedo del rechazo.
De salir de la habitación y caer en la nada al igual que en aquel sueño.
Una mano que la empujó hacia adelante. Kukulkan estuvo atenta cuando fue levantada de un tirón de la mano del hombre.
― ¿Es eso lo que quieres? ―Vash le dio una pregunta de últimas instancias para que la mujer pudiera estar al total control de la situación, una falsa sensación de paz o de mostrar algo real, todo eso mostrándole lo que más quería ver.
―Sí... ―por fin había caído la afirmación de la boca de Kukulkan, su cuerpo estaba caliente, el hecho que Vash estuviera tan cerca, que la forma en al que su sola presencia le impusiera a diferencia...
Kukulkan dudó. La viva imagen de su maestro sonriéndole, los momentos que pasaron juntos pasaron en su mente, la forma tan amable de ser y cómo este siempre le recibía con una sonrisa a penas se encontraba.
En cambio, el hombre que tenía en frente era algo cruel con ella, burlesco y no estaba ligado solo ella, había otras personas en la vida del hombre también, ella no podría ser especial sin importar lo que hicieran, pero aun así...
¿Por qué el deseo personal estaba ganando por encima del deseo de otros?
¿Cuál era el deseo de otros?
Kukulkan evaluó su posición. Nadie le diría nada sobre su accionar, Kama no varió en lo absoluto más allá de su relación estropeada con el maestro, pero quitando ese hecho, ¿había otra persona que la condenase?
La mano de Vash subió. Tomó la trenza de lado de la cara de Kukulkan y la levantó suavemente. Kukulkan siguió las acciones del hombre con la mirada, como este acercó su pelo a su rostro y parecía olerlo.
El corazón de Kukulkán latió con fuerza. Fue la primera vez que una acción como esa tomó tal control de su cuerpo, como si su cuerpo bombeara más allá de lo que podía.
Excitación.
―Yo... ―Kukulkan intentó decir algo, las palabras de su boca se cortaron por la sonrisa fragmentada de Ritsuka.
― ¿Sí?
Ahí estaba aquella voz que hizo que su cuerpo mismo se calentara por el mero hecho de escucharla.
―Hagámoslo, quiero sentirlo, por favor... ―un ruego salió de la boca de Kukulkan, su estómago ya no estaba quemando, pero aun así sentí que lo deseaba.
Kukulkan no se dio cuenta que la marca en su vientre había desaparecido por completo.
Ella estaba respondiendo bajo su propio juicio y culpando a aquella marca que ya no se encontraba presente.
"Si es algo hecho por la diosa del amor es inevitable" Kukulkan pensó eso mientras que sonreía, una sonrisa temblante y emocionada cuanto más vio el rostro de Vash acercarse. La respiración de ambos se mezcló en cierto punto, estaban a nada de besarse. Kukulkan humedeció los labios, entrecerró los ojos y esperó, esperó que el contacto se diera, incluso ahora sin darse cuenta estaba frotándose sus muslos esperando.
El beso nunca llegó.
Los ojos de Kukulkan se abrieron ante el rechazo repentino.
―Estás con el maestro, supongo que no deberías-
― ¡No importa!
El grito desesperado de Kukulkan salió. La mujer se puso de pie y abrazó al hombre, la única reacción de sorpresa que sacó hasta ahora fue esa, Vash bajó la mirada viendo a la mujer que había puesto la cabeza en su pecho. Ambos se miraron una vez más.
―Solo... no por favor, si estoy un segundo más así ―Kukulkan estaba llorando, el cuerpo le ardía, su entrepierna clamaba y su mente se nublaba―. Me volveré loca, haré lo que quieras, por favor, solo házmelo también.
Kukulkan se deslizó por el cuerpo de Vash hasta caer de rodillas y abrazar las piernas del hombre. Agachando la cabeza Kukulkan se quedó intentando recuperar el aliento.
Vash se separó y temió lo peor.
Eso hasta que una mano se posó en el mentón de la mujer y le levantó la cabeza.
―Supongo que no puedo negarme a tan encantadora dama ―Kukulkan sonrió, sonrió gratamente, feliz de ser aceptada, a sabiendas que por fin lo recibiría, que por fin terminaría.
No le importó la sonrisa petulante y la mirada juguetona que recibió por parte de Vash.
Ella solo pudo culpar nuevamente a aquella marca en su cuerpo por dejarla así.
Los labios de vash y los de Kukulkan se encontraron cuando el hombre cerró la distancia. El cuerpo de Kukulkan se rindió, los brazos que habían estado abrazando al hombre cayeron sin fuerza, los ojos de Kukulkan fueron hacia atrás ante el cambio tan brusco provocado en su cuerpo.
Un leve chillido salió de la mujer cuando brazos pasaron por debajo de ella para levantarla, dejando que ella caiga en la cama solo para que continuar el beso. Kukulkan sintió que su cabeza daba vueltas, sintió la mano de Vash yendo por su cuerpo, quitando la ropa que llevaba con facilidad.
¿Realmente el hombre estaba acostumbrado a algo así?
Después de unos segundos más sintió como el hombre se separó. El hilo de saliva recorrió unos centímetros antes de romperse. Kukulkan sonrió ante aquello, la sensación de estar ante alguien así.
Fue una completa para ella.
―No pensarás estar vestida todo el tiempo, ¿no? ―Kukulkan entendió lo que quiso decir Vash. Llevó una mano y bajó los cierres de las botas rápidamente de cada lado para dejarlas a un lado, las medias altas color negro bajo estas no significaron un problema así que lo dejó a post de quitarse la parte superior de la ropa mucho más rápido.
La chaqueta cayó a un lado y la arrojó a una esquina, quedó con la ropa interior y notó como Vash ya había quitado el enganche de la parte posterior de su ropa mucho antes de otra cosa. La sonrisa de Kukulkan aumentó cuando dejó caer el sostén y luego extendió las piernas para pasar su ropa interior y que se deslizara.
Antes de que ella lo supiera estaba quitándose las medias de antes para quedar completamente expuesta mientras que se sentaba en la cama. Ante ella Vash se había quitado aquella camisa negra y mostró su torso.
Completamente diferente de lo que había visto hasta ahora. Si bien muchos Servants solían andar con la parte superior expuesta, eran pocos los que llevaban las cosas a ese punto.
De lo que escuchó de Vash era un humano o al menos eso afirmó el. ¿Y realmente aquel estado algo que se podía lograr como humano?, conocía el cuerpo de los semidioses, la mayoría de ellos fueron bendecidos por la fuerza absoluta, otros al tener bendiciones no necesitaban entrenar, pero entre los que entrenaban quedaban algunos que parecían imposible de llamarlos humanos.
Era por eso que encontrarse con esto, un cuerpo esculpido perfectamente con cicatrices de batalla que hablaban de peleas fuera de la imaginación humana, un cuerpo perfecto. En parte ahora podía entender porque ciertos sirvientes perdonaban al hombre para pasar un buen rato.
Su brazo izquierdo era diferente parecía hecho de un metal extraño que emitía una sensación de peligro y extranjero ajeno al mundo reemplazando su verdadera extremidad.
Vash estaba ahí, parado sin camisa y zapatos, pero Kukulkan en vez de verlo moverse hacia ella se quedó de pie. Pudo ver el bulto formado en sus pantalones, así que no comprendió que fue lo que le hizo detenerse.
―Antes estabas rogando, ¿no lo harás tú? ―Kukulkan no entendió, pero al parecer su cuerpo sí al moverse acorde lo que se le pidió, se puso de rodillas y desabrochó primero el broche del pantalón con las manos―, ¿qué haces?, no uses las manos.
Kukulkan se quedó quieta sin entender como podría hacer algo sin las manos, miró la cremallera y como podía bajarla.
La proximidad que tuvo le dio una idea.
Acercó el rostro y con los dientes tomó el cierre para bajarlo. Sintió como la presión al ultimo tramo aumentó hasta que terminó de bajarlo y fue cuando sintió algo golpear su barbilla.
Kukulkan tragó.
Incluso sin que el hombre estuviera liberado abajo ya hubo una diferencia brutal en lo que podía considerar con su maestro. Kukulkan estuvo en trance hasta que volvió a subir la cabeza y morder la parte superior de la ropa de vash para bajarla y fue por fin que pudo liberar lo que ella estaba esperando.
Al estar de lado y haber bajado la ropa interior del hombre con su boca casi al instante en que llegó a la punta y dejó que fuera lo que buscó este se tensó rectamente y ahora llegando hasta la parte superior de la nariz quedando frente a sus ojos. Kukulkan miró en silencio de manera perdida y la boca abierta.
―Buena chica ―una mano bajó y le dio unas palmaditas. Kukulkan no supo cómo sentirse ante el trato obviamente degradante que le estaban dando.
Solo sonrió gratamente para responder.
―Gracias ―Kukulkan comentó feliz de ser reconocida por algo tan simple. Su cuerpo estaba temblando, ella no podía esperar y ya estaba incluso lista desde que entró en la habitación―. Entonces podrías...
Kukulkan sonrió cuando Vash la levantó en brazos, se sintió bien, como si fuese una princesa siendo cargada por su príncipe o su caballero, solo que en este caso la espada iba a apuntar hacia ella.
―Impaciente entonces ―Vash no comprendió del todo la situación, creyó que la mujer estaba interesada en el maestro, pero el verla ahí tan feliz con la mirada tan perdida y la disposición que presentó.
Se sentía mal por el chico
No
Era como decirlo demasiado molesto para su propio bien siendo salvado una y otra vez por el propio destino solo para que el mundo continúe.
Además
¿Por qué debería rechazarla?, Vash no fue quien le hizo algo a la mujer, fue Kukulkan quien llegó con sus propios pies a su habitación solicitándole que follaran.
No es que estuviera ajeno a esta situación. Probablemente ciertos sirvientes masculinos estaban también acostumbrados a esto, no era nada nuevo, las relaciones entre sirvientes fue algo casual, nadie opinó en contra de nada.
Fue por eso que besó con ánimos a Kukulkan. La mujer estaba feliz con el trato que estaba recibiendo, además había solicitado que le trataran al igual que Morgana, lo cual desconcertó un poco a Vash.
Kukulkan no parecía del tipo que disfrutara placer desenfrenado, pero incluso eso se puso a duda y prueba rápidamente para mostrar que incluso un poco de abuso verbal hacia que el cuerpo de la mujer reaccionara.
Ella estaba deseando bastante esto.
¿Pero no se acostaba con el maestro en todo caso?
Vash sintió curiosidad, pero tampoco es que le importara en la totalidad lo que llevó a Kukulkan a abrazarlo con tanta desesperación y rogarle entre gemidos que la follara.
Descartó la mayoría de ideas estúpidas porque sabía que Kukulkan no era la más inteligente de la organización. Vash adjuntó todo a la probabilidad de que hiciera algo como la diosa que era.
Y fue el seguir sus instintos.
Tal y como cada cielo lo hizo
Seguir sus propias reglas y pintar el mundo con su color.
Se puso delante a ella con el miembro erecto, Kukulkan no parecía estar en sí pero no había nada más que mostrara algún signo de control.
Lo que significaba que aquella era la verdadera naturaleza de la mujer.
"Interesante" Vash se dijo antes de sonreír de lado y jugar, pasando de un lado a otro sin meterlo en la mujer quien estaba moviendo las piernas con la vana idea de que así entraría.
Kukulkan estaba desesperada. Y Vash pensó que sería bueno molestarla.
― ¿No deberías pedirle esto al maestro? ―la boca de Kukulkan estaba abierta, la mirada absorta en el hombre quien no para de molestarla solo subiendo y bajando frente a ella, pero sin entrar.
―No... ―Vash alzó una ceja ante la falta de concentración de la mujer―. No puede, nunca puede...
Vash abrió los ojos y luego suspiró entendiendo como había llegado todo a este punto."era de esperarse Un humano simple no uno que se esfuerza y no uno que seria capas de pelear mano a mano con los horrores del mundo"-pensaba distraídamente.
Entonces lo que le contó Kama sí era cierto.
Curioso por decirlo menos, y siendo ahora Kukulkan como estaba era obvio que nunca había visto algo así en Chaldea y mucho menos experimentado algo real.
Pero eso no significa que el hombre no la molestara de todas formas. Si había venido todo el camino hasta este lugar para ofrecerse, ¿quién era él para mandarla de vuelta?
―Entonces deseas que lo hagamos.
―Sí...
Vash vio como la mirada de Kukulkan jamás se levantó de su miembro.
―No te escucho convencida ―el hombre al menos quería ver que era lo que la mujer deseaba mostrar.
―Por favor...
― ¿No amas al maestro? ―la pregunta de Vash fue cruel, de hecho, hasta tuvo la intención de sonreír por la concentración de la mujer.
Awww Papá estaría orgulloso.
―No... ―un susurro casi inaudible salió de Kukulkan.
Vash quería jugar un poco, así que decidió molestarla un poco.
―No escucho lo que dices querida ―Vash respondió viendo como Kukulkan se asustó cuando dio un leve movimiento hacia atrás.
― ¡No lo necesito, solo hazlo, realmente te quiero! ―Kukulkan se cubrió el rostro con el antebrazo en este punto.
Ella estaba desechando cualquier orgullo con tal de poder aplacar el calor de su cuerpo, como este quemaba, picaba y se retorcía desde dentro.
No le importó rebajarse con tal de que se cumpla por fin la calma que tanto anhelaba.
¿No era la culpa de Ritsuka al final al no darle lo que ella necesitaba?
Las culpas externas seguían llegando, las excusas en la mente de Kukulkan tomaron más fuerza y comenzó a señalar a quienes la dejaron así.
A las sirvientas aquella vez que fue a las aguas a relajarse.
A Kama por la maldición que le dio de no poder complacerse a sí misma para evitar ideas secundarias.
Su cuerpo porque no parecía reaccionar como quería.
Y especialmente a su maestro que no pudo darle lo que necesitaba.
No fue su culpa.
Kukulkan no se culpó a sí misma.
¿Por qué debería hacerlo cuando era la falta de los demás lo que la había arrinconado en esta clase de situación?
―Entonces supongo que serás una buena chica ―Vash fue suave, suave en palabras mientras que veía como los ojos de Kukulkan se iluminaban ante la idea de aquel trato.
― ¡Por supuesto! ―Kukulkan estaba feliz, sonrió con ánimo y miró al hombre a los ojos―. ¡Seré la diosa que necesites!
"Lo mismo dijo marie y casi muero"-era un recuerdo amargo él como uno de los tres guardias hadou fue masacrado por hajun perdió su brazo y las cicatrices en su cuerpo nunca sanaron.
La saliva cayó de la comisura de los labios de Kukulkan ante aquel arrebato. Ella ya no deseaba ser la diosa perfecta de la humanidad, si realmente Vash quien mejor conocía a los humanos.
¿Por qué no ser su diosa perfecta?
―Buena chica ―Kukulkan sintió que su cuerpo se desmoronaba cuando por fin, todo lo que ella había estado esperando, aquella cosa con la que había soñado.
Por fin entró dentro de ella.
―Deberás seguir lo que diga ―Vash comenzó a moverse, no fue suave, incluso cuando vio como las piernas de Kukulkan parecían zarandear a su alrededor por la fuerza con la que se movía, pero no se detuvo, la persona bajo suyo era una diosa.
Algo como esto no le haría nada.
Fuerza y velocidad con un tamaño que no eran comparables. Kukulkan solo pudo pensar en el placer y el momento que por fin se había dado.
Ella llegó al límite rápido, incluso antes de lo que jamás había esperado, no hubo necesidad de pensar o relajarse cuando ella tuvo por primera vez un orgasmo al momento de tener sexo.
No hubo descanso porque Vash no se detuvo en lo más mínimo. La risa descontrolada y vaga de Kukulkan salió sin poder completar nada en particular, la mente de la mujer había ido a un estado en blanco.
El hombre jamás se detuvo, incluso cuando ella llegó al límite por segunda vez, Vash no bajó el ritmo, no la miró como si debiera detenerse o mostró algún signo de piedad.
Kukulkan estaba abrazando con fuerza al hombre, ambos se estaban besando, la respiración irregular de Kukulkan ya había llegado al punto que le hacía separarse más y más seguido de los besos.
Pero el hombre no la dejaba ir.
Kukulkan sintió como por tercera vez su cuerpo cayó al límite y fue ahí que por primera vez que el hombre también terminó en ella. Los ojos de Kukulkan estaban fijos en su estomago y la sensación de calor al ser llenada desde dentro, podía sentirlo, la cantidad y el peso de lo que estaba cayendo en su interior.
Los brazos de Kukulkan cayeron a los lados. Ella se sintió satisfecha, saciada por primera vez, tanto así que su mente parecía volver, su cabeza dejó de ir y venir para poder presentarse y contemplar el calor que sintió del cuerpo del hombre.
Cerró los ojos y relajó su cuerpo.
― ¿Qué haces? ―Vash llamó haciendo que Kukulkan lo mirara sin comprender.
No hubo respuestas de la mujer cuando gimió con fuerza cuando el hombre volvió a moverse con la misma intensidad de hace unos instantes. Kukulkan sintió como era golpeada, ella pasó de estar acostada en la cama a ser jalada y ser bajada en el regazo del hombre quien la movía rápidamente.
― ¡Espera! ―Kukulkan estaba recuperándose, había llegado tres veces seguidas al clímax. Miró el reloj de la habitación y se sorprendió del tiempo que había pasado.
No había sido ni siquiera una hora.
― ¿De qué estás hablando? ―Vash movió su cuerpo para levantar más alto a la mujer quien empezó a gemir más fuerte cuando el hombre entró y salió de ella mucho más rápido―. Me pediste que te tratara como a la reina Morgana, pero ni siquiera ha pasado media hora, aún tenemos bastante tiempo .
Esa pequeña parte de muzan incrustada en su ser estaba saliendo a flote y no sabía si debía preocuparse o relajarse.
Los ojos de Kukulkan se abrieron ante esa revelación, pero no se alejó, su cuerpo mismo deseaba aquello, entonces alzó las manos y abrazó al hombre que había comenzado a morderle los pechos y el cuello.
Kukulkan miró a la nada pensando en lo que vendría, si ella ya estaba en aquel estado.
No supo si podría reconocerse al final de la noche.
...
¿Cuánto tiempo había pasado?
Kukulkan ya no sintió el paso del tiempo como algo breve, incluso con lo que había llevado viva como dios y las cosas que había vivido.
Jamás una hora le había parecido tan larga.
Su consciencia se fue y vino constantemente, no fue a causa de algún dolor, fue mayormente por el placer, placer que la intoxico.
Ahora pasando más de cinco horas de haber estado cayendo y despertando ya no pudo pensar con claridad. No vio la marca en su vientre que le había dejado Kama, pero podía jurar que fue la culpa de la mujer que ella estuviera así.
¿Por qué ella había llegado a ese estado?
Kukulkan se preguntó aquello mientras que sintió como las manos de Vash iban a su cuello, ella había dicho que se detenga y en compensación por "ser una mala chica" el hombre le había apretado el cuello sin dejar que su consciencia se fuera.
Dominio.
Ella no tuvo nada que hacer, no cuando todo lo que pudo pensar era en el placer que aquel hombre le daba. Otra cosa que Kukulkan había perdido la cuenta fue de las veces que llegó a un orgasmo.
Fue totalmente diferente a lo que alguna vez experimentó con el maestro.
¿Por qué se había negado hasta ahora a reconocer que deseaba algo como esto?
Kukulkan entendió ahora porque Kama se había acercado al maestro al principio para dejarlo. Ella había escuchado que el herrero y el arquero estaban lidiando con varias mujeres, pero a diferencia de Vash, estas simplemente no se alejaban.
―No pienses en nada inútil.
El reclamo de Vash vino con un asentimiento frenético por parte de Kukulkan.
Hacia ya unas horas que su garganta estaba seca y sumado al hecho que no podía respirar apropiadamente solo sintió que estaba siendo restringida a mover su cuerpo, algo que le gustó, eso fue lo que debería hacer de todas formas.
Moverse por Vash.
Kukulkan sintió su estómago a desbordar, incluso el hombre le había quitado la virginidad anal cuando ella se giró para intentar ganar algo de tiempo para recuperarse. Lo único que Kukulkan ganó fue una llave al cuello por la espalda y el hombre siendo incluso más agresivo.
Kukulkan maldijo su cuerpo por estar tan a gusto por la situación, situación que jamás se podría haber dado con su maestro.
¿Por qué había sido tan tonta de evitar esto por tanto tiempo?, no es que fuese solo carnal lo que sintiera ahora por el heredero heydrich, lo había visto por tanto tiempo, desde que llegó en Chaldea hasta ahora y fue en este momento porque no pudo dejar sus ojos de él.
Él debió ser el destinado para ella, no pudo encontrar otra explicación cuando su cuerpo era tan compatible con el hombre.
Lo necesitaba, necesitaba aquel placer para siempre.
Ella no lo dejaría ir a como dé lugar.
...
Vacío.
Cuando Ritsuka se despertó miró a su alrededor y buscó a Kukulkan quien no estuvo en la habitación. Aún despertándose fue al baño para no verla de igual forma.
Ritsuka notó como últimamente ella había estado actuando más extraña de lo habitual, desde que había vuelto a su estado anterior debido a la falta de confianza para ser el dios que ella deseaba ser, hubo una ligera línea que se trazó con todos.
Terminó de asearse y pensó en ir a la cafetería. Tenía hambre luego de haber entrado ayer y comer ligero para volver y hacerlo con Kukulkan.
Una sonrisa llegó al rostro de Ritsuka cuando pensó en la mujer y la forma tan amable que siempre actuó con él.
Se alistó correctamente y salió de la habitación.
Lo mismo de siempre hasta llegar al pasillo. Vio a los presentes y notó algo extraño, usualmente era el turno de Vash por la hora en la que había llegado para atender a los que pedían algo.
¿Quizá pasó algo importante?, era raro que el hombre se quedara fuera de la cocina, no cuando era de las cosas que más parecía disfrutar. A Ritsuka le gustaría que Vash le diera un cumplido de vez en cuando, al igual que otros sirvientes, veía al hombre como una especie de mentor o maestro por su forma de ser.
Una persona amable. (un poco tonto)
― ¡Boudica-san! ―Ritsuka llamó para sentarse en la barra. La mujer de pelo naranja le sonrió cuando llegó.
―Maestro, buenos días, ¿algo que quiera hoy para el desayuno?
Ritsuka pensó brevemente en ello antes de dar su pedido. Boudica anotó tranquilamente, cuando la mujer se disponía a volver a la cocina Ritsuka volvió a hablar.
― ¿Pasó algo con Vash-san? ―la pregunta de Ritsuka fue recibida con una risa nerviosa de Boudica.
Incomodidad.
―Está atendiendo algo, parece que está concentrado ―Boudica mintió, pero no quería ser quien se lo dijera al maestro, después de todo, cualquier cercano a la habitación de Vash podría haber escuchado lo pasó ahí.
―Ya veo... ―Ritsuka asintió y buscó con la mirada Kukulkan, pero no estuvo ahí, tampoco el hecho de cuando llegó, usualmente esta iba directamente hacia él―. ¿Kukulkan aún ya comió?
Boudica dudó en que responder, pero se dio la vuelta y extendió una mano para entrar a la cocina para preparar lo pedido.
(A demás le debía todo a este hombre si los recuerdos de su otra yo eran reales entonces le debía mucho a vash)
―Sí, ella debe estar llena ahora mismo.
...
Dos semanas.
Ritsuka se preocupó si había hecho algo mal con Kukulkan, desde aquella mañana prácticamente no la había visto, la mujer había vuelto a una habitación separada a la de él, pero incluso así nunca lograba encontrar en su habitación.
La culpa de haber hecho algo molestó a Ritsuka cada día. El contacto que tenía con la mujer había sido reemplazado por uno alegre y más que expresivo a uno que fue meramente de protocolo, sin contacto.
―No sé que hice mal... ―Ritsuka estaba sentado en la barra de la cafetería hablando con la única persona que estaba actualmente disponible.
Vash estaba ahí limpiando nuevamente todo lo que se dispuso del día.
―Probablemente sólo necesita tiempo ―la simple respuesta hizo que Ritsuka suspirara. Había escuchado aquella respuesta porque era algo que la mayoría de los sirvientes a quienes preguntaba sobre qué pudo haber hecho mal respondían.-oooh este en sus días la mente femenina es un misterio.
―Pero aun así...
―El capricho de una deidad es impredecible, no te esfuerzes en comprender algo que para empezar no tiene lógica ―Vash no mintió en lo que pasaba, pero tampoco tuvo interés en revelar nada no es que le importara ademas le serviria a este chico tonto una leccion de vida dura si efectiva tambien.Ademas el alguna vez fue dios y.....no fue agradable el trono le dio todo pero debido a su ascenso poco comun no fue catalogado como un cielo.
Sacrificar algo para obtener algo el destino era cruel.
No fue de su interés al final lo que pasaba.
―Yo... supongo que debería esperar entonces, gracias ―Ritsuka sonrió antes de ponerse de pie y salir de la habitación.
Vash miró debajo de la tabla y se encontró con dos ojos celestes que estaban alegremente pegados a él.
―Eres cruel para responderle así incluso cuando sabes dónde estoy ―Kukulkan estaba de rodillas con el miembro del hombre en la boca.
El tiempo que Kukulkan había desaparecido había sido porque ahora estaba en la habitación de Vash prácticamente quedándose en aquel lugar.
―Eres tú a quien busca, pero solo eres una mujer amante ―fue extraño para Vash ver que los "sentimientos" de Kukulkan parecían tan genuinos además de ser algo posesiva le recordó a esas historias de yanderes.
Estaba preocupándose un poco.
Pero lo descartó todo siguiendo con la lógica que la mujer solo seguía un capricho como un dios.
No creía que ella fuera a cumplir su promesa de buscar contactar con el profesor hp para estar siempre a su lado. Tampoco es que le importara lo que la mujer hiciera, si ella quería seguirlo al infierno no era nadie para detenerla.
Además se estaba cansando de solo escuchar a 5 quejarse.
Sería bueno tener a alguien con quien liberar estrés después de todo.
―Eh... te amo demasiado pero no quiero lastimarlo ―Kukulkan se separó del miembro de Vash antes de abrazarlo por las piernas―. Seré una buena diosa para los humanos, así que no me dejes, ¿sí?
Vash no supo que decir antes las constantes proposiciones de la mujer. Incluso si ella profesaba tanto el amor que sentía por él no supo que decirle o como tratar con ella, entonces solo dejó que ella decida por su cuenta.
―Haz lo que quieras.-solo cerró sus ojos y soltó un suspiró.
Kukulkan sonrió antes de reanudar lo que había estado haciendo. Ella se aseguraría que Vash no necesitará a otra persona más allá de ella en Chaldea para estar contento.
Ella no dejaría que otra sirviente venga y le robe su tiempo de calidad, no, incluso si era otro sirviente masculino, alguien del personal de Chaldea o el propio maestro.
No dejaría que le quitaran aquel premio suyo.
Le había tomado demasiado tiempo encontrar lo que quería y donde pertenecía, y ahora que estaba ahí para él no necesitaba otra cosa.
―Terminaré con esto e iremos a la habitación después, supongo que aún sientes ganas.-sonrió ante todo era gratis tener a alguien tan devoto "aunque a madre no le hubiera gustado al comienzo"
Kukulkan sonrió, babeó y besó el miembro del hombre a quien adoraba. Ella estaba más que feliz de ser rebajada, a no ser más que una mancha para otros, pero con el objetivo de que Vash siempre la notara y tomará en cuenta.
No importaba lo que le hiciera, solo lo necesitaba a él para aliviar el dolor de su cuerpo, el placer que más anhelaba solo podía ser dado por alguien.
―Gracias.
Kukulkan agradeció la propuesta del hombre. Algo tan bajo como eso fue recibido como "un premio" para la mujer, pero no le importó.
Ella era un Dios.
El también lo fue.
Ella podía seguir el capricho que deseara.
Y él podía aceptarla.
Y ella escogió a aquel hombre para su capricho.
Él la amaría.
No le importó el maestro, podría cuidarlo, podría hacer misiones para él o tratar con él, pero jamás lo pondría por encima de Vash.
No supo cómo pudo soportar tanto tiempo ajena a la realidad y cegada por un falso amor cuando su verdadera persona destinada estaba ahí a su lado dándole todo lo que quería y cumpliendo lo que anhelaba.
Ella solo necesitaba a Vash, no a los demás, no a Chaldea y tampoco al maestro el cual carecía por todos los medios para ser un amante.
Vash también estaba bien con ella, alegó que su presencia era buen porque no tenía problemas con otros sirvientes ahora.
Era mejor así.
Ella solo quería al hombre a su lado para que le diera el placer que solo el podía darle, lo quería ahora.
Y ahora y por siempre.
...
Un comunicador estaba tirado en su habitación.
Ritsuka no comprendió al principio porque alguien dejaría algo como eso en su habitación, y por la pantalla activa era obvio que no había una contraseña puesta.
Se acercó y lo tomó para ver un vídeo en pausa.
Se detuvo.
Ritsuka abrió los ojos y miró horrar la miniatura pausada y dudó en si quiera darle a reproducir.
No supo que hacer cuando vio aquello.
A Kukulkan abrazando y estando con Vash de entre todas las personas. El sentimiento de que se hizo algo mal volvió.
Primero fue Kama, luego por su idiotez perdió a Mash haciendo que esta saliera de su interés, pero esto, el perder Kukulkan tan abruptamente fue algo duro.
Le dio a reproducir el vídeo.
...
Estaba en el baño.
Nunca había visto a Kukulkan haciendo tal expresión, ni siquiera sabía que la mujer podía moverse y decir las cosas que decía en la cama.
―Lo siento... ―el joven no se detuvo incluso cuando sabía que las palabras no iban a él, no se detuvo a pesar del dolor en el pecho.
Solo siguió moviendo su mano viendo cómo la mujer que quería estaba siendo follada por otra persona.
―Lo siento, lo siento, lo siento ―Ritsuka se repitió una y otra vez mientras que movía el brazo.
Jamás había visto a Kukulkan como lo estaba viendo en el vídeo, fue por eso que ahora estaba llorando y lo peor de todo, estaba deseando verla de esa forma, pero lo sabía, sabía tan bien como la mujer lo hacía ahora.
Que él no podía hacer nada para complacer a la diosa. Estaba solo, otros sirvientes que habían sido sugerentes hasta hace dos semanas cesaron de golpe y la razón fue obvia.
Una persona que pierde a dos mujeres por su incompetencia en la cama no llamaba a nadie. Incluso si las propuestas fueran una burla, esas burlas cesaron.
Estaba perdido.
―Lo siento... ―el llanto no paró mientras que venía una vez más al masturbarse viendo a la mujer que quería siendo asaltada de tal forme frenética y lo feliz que estaba por ello.
No fue que Kukulkan necesitara tiempo, simplemente había encontrado donde pasar ese tiempo.
Se sintió inútil. Llorando en el baño mientras que ya su miembro se puso flácido después de una vez era obvio porque la mujer había hecho las expresiones que hacia otros que no fuesen él.
―Lo siento.
Una disculpa nuevamente a la nada esperando lograr algo, pero nadie la escucharía.
―Lo siento...
El bucle de disculpas no iba únicamente a Kukulkan.
Iban a sí mismo por estar excitado de ver a otra persona con aquella mujer, se disculpó consigo mismo por el dolor que sentía, pero aún su cuerpo reaccionaba.
Ya era suficiente, pero quiso hacerlo una vez, mover su mano imitando la velocidad y fuerza de vash hacia Kukulkan, quiso hacerlo, pero su miembro no se levantó.
Ritsuka solo quería olvidar todo de una vez por todas.
...
Vash miró a un lado. La mujer parada que a pesar de sus acciones solo quedó embelesada viéndolo casi sin perder un solo instante.
Extendió la mano a la mujer.
― ¿Te arrepientes? ―la pregunta del hombre fue respondida con la mujer tomando la mano prostética del hombre con una sonrisa enorme.
Incluso ahora la lujuria era lo que más se mostró en los sentimientos de Kukulkan, pero Vash podía culparla, era caprichosa, más que otros y eso estaba bien.
Una diosa que representa a los humanos debía ser así.
El no lo fue y pagó caro por ello.
―Jamás.
La respuesta de Kukulkan vino con una risa de Vash, ambos caminaron a su destino.
Kukulkan estaba feliz ahora, no importó muchas cosas, por lo solo se centró en seguir caminando en lo que deseaba. Ya sin recordar quienes fueron los que entraron en contacto por primera vez con ella, sin recordar aquellos que profesaron amarla.
Nada de lo anterior importaba, no cuando ya encontró su lugar.
Nada más importaba cuando encontró lo que quiso al mismo tiempo que se volvió diosa que deseó.
Ahora solo podía caminar hacia un lado sin mirar atrás.
Y le gustó el futuro que tenía delante.
-llegas tarde joven stampede-un portal de colores azul y púrpura se abría dando paso a un hombre a finales de sus 30 con ojos verdes rasgos afilados cabello negro y ropa de la época 1950s del norte de América-siempre es bueno verlo profesor.
Vash devolvió el saludo kukulkan no interrumpió al hombre frente a él claramente era peligroso pero si él ayudaba en su situación no le importaba.
-es hora de irse-H.P lovecraft tomó su bastón y dio paso a un lado dando la cortesía a vash y su amante.
Este niño parecía que se tomó lo de ser egoísta demasiado literalmente "es bueno para el merryl estaría feliz por él"una sonrisa amarga paso por su rostro fue su culpa que este joven terminara tan destrozado pero no había arrepentimiento de verdad o emoción alguna.
Como sentir algo cuando jamás pudo hacerlo en primer lugar.
-bien kuku es hora-miró a su acompañante y le sonrío-me aseguraré de hacerte feliz.