Me paré ferozmente frente al viejo Jefe Borgok, se veía, a pesar de su avanzada edad, imponente, casi como una enorme estatua del material más duro y tosco del mundo.
Su cuerpo estaba completamente lleno de cicatrices, algunas tribales, de las cuales me di cuenta que yo también tenía, pero otras eran tan profundas y horribles que seguramente se las había hecho durante quizá las 3 grandes guerras en Azeroth, o quizá incluso en Draenor.
Levantó una enorme hacha por sobre su cabeza y vociferó fuertemente.
-Habría querido que tuvieras un par de años más encima para poder luchar conmigo, Morkhal, recuerda que esto no tiene marcha atrás- lanzó secamente;-es un combate a muerte, hoy o eres jefe del clan o eres abono para la tierra-.
Pensé un momento, si esto era una Mak'gora no podría usar mi magia, eso quería decir que tenía la suficiente fuerza como para luchar contra Borgok a la vieja usanza.
-Toma- me dijo Azgresh con una sonrisa extendiéndome un tosco martillo de mano;-me lo dio mi padre, le darás un mejor uso que yo-.
-Tienes fe en mí-.
-toda, y tú siempre la tienes, estas raro, espabila-.
Tomé firmemente el martillo, y jadeando volví a enfocar mi vista en mi rival.
Grité fuertemente, tanto que me sorprendió a mí mismo la fuerza de mi voz.
Borgok comenzó a girar su arma en círculos, se sentía como si el aire mismo se cortara.
Entonces me arme de valor, ¡era Morkhal! No un debilucho adolescente frente a la computadora.
Corrí velozmente y lancé con todas mis fuerza el martillo de Azgresh, como si de Tharll se tratase.
El arma choco contra el hacha del Jefe, quebrándola en pedazos. El viejo orco gruño y no medito ni un momento en correr desarmado contra mí.
Me empujó con una fuerza tan terrible que me lanzó al suelo. Ahí, con ira comenzó a darme golpes sin parar.
Pero mi cuerpo era fuerte.
Resistí estoicamente los golpes del anciano, hasta que logré tomarlo de los hombros y por instinto le di un brutal cabezazo en la frente, atontándolo lo suficiente para empujarlo lejos de mí y ponerme de pie.
Le hice unas señas cuando se reincorporo, para que viniera nuevamente por mí, me sentía genial con este cuerpo enorme, demostraría todo mi poder.
Borgok bramó con un Tauren, iracundo, y se lanzó contra mi nuevamente, pero, antes que pusiera sus enormes manos sobre mí, le di una seguidilla de golpes de puños que lo atizaron contra el suelo.
Todos los presentes, un tanto sorprendidos comenzaron a gritar palabras que no entendí, pero pensé que estaban divirtiéndose con el espectáculo.
-Eres fuerte Mork- me dijo el anciano jefe, poniéndose de pie;- eres un orco fuerte, pero no puedo rendirme, tengo que matarte o hacer que me mates, piensa Mork, que ser Jefe del Clan, va más allá de ser un guerrero fuerte, o un chamán poderoso, ten esto como mi consejo, tus puños son ahora armas de la Tormenta, y de la Horda-.
Pensé un momento que no quería esa responsabilidad, pero era un Mak' Gora, y si no mataba al viejo orco sería yo quien muriera.
Grité nuevamente y me lancé sobre el Jefe, este forcejeo conmigo pero poco pudo hacer cuando le tumbe y lo molí a golpes.
Cuando el viejo Borgok dejó de moverse, sentí que una lágrima se desprendía de mis ojos, me puse de pie y levanté mis manos en señal de victoria.
Sentí como el Clan vitoreaba mi nombre.
Azgresh corrió hacia mí y nos abrazamos.
Luego junto con varios orcos más tomamos el cuerpo del Jefe Borgok y lo levantamos, su espíritu ascendería, se reuniría con sus ancestros.