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Chapter 2 - Capítulo 2: "Un Día de Mierda"

Si alguien le hubiera preguntado a harry, cómo describiría su día en tres palabras, Harry habría respondido sin dudar: una completa mierda.

Despertó con el estómago rugiendo como si quisiera devorarlo desde adentro. Eso ya era un mal comienzo, pero lo peor estaba por venir: una manada de viperlobos lo estaba persiguiendo con la intención de convertirlo en su desayuno, y ahora el suelo se acercaba rápidamente a él mientras caía desde las alturas.

¿Cómo había terminado en esta situación?

Todo comenzó cuando Harry, motivado por el hambre, trató de recordar si alguna planta o fruto en Pandora era comestible. Tras buscar en los recuerdos del Na'vi muerto, recordó una fruta púrpura que crecía en las montañas flotantes. Con la típica imprudencia de un Gryffindor, decidió ir hacia las montañas, ignorando por completo los posibles peligros del lugar.

Llegar allí no fue tarea fácil. Los primeros cuatro intentos de escalar las raíces colgantes terminaron con Harry cayendo al vacío o siendo lanzado por ráfagas de viento. "Esto es un infierno aéreo," murmuró mientras se sacudía el polvo de la cara por cuarta vez. Finalmente, con esfuerzo, logró alcanzar la cima.

Cuando sus ojos se posaron en los frutos violetas, se le llenó la boca de agua. Eran enormes, del tamaño de un melón, y su piel brillaba con un tono que invitaba a morderlos. Tomó uno y, sin pensarlo mucho, lo mordió.

Era jugoso, dulce, y la sensación de alivio fue inmediata. Harry no pudo evitar un gemido de satisfacción. "Esto es lo mejor que he probado en mi vida," dijo con la boca llena.

Sin perder tiempo, recogió todas las frutas que pudo encontrar, las encogió con un hechizo y las guardó en un pequeño bolso de expansión mágica que llevaba consigo. Dentro del bolso estaban los pocos objetos que había traído de su mundo, desde un par de pergaminos hasta una varita de repuesto y un frasco de poción curativa.

Fue entonces cuando escuchó el primer gruñido.

Al voltear, lo que vio lo dejó helado: una manada de viperlobos lo rodeaba. Estas criaturas, llamadas Nantang por los Na'vi, eran pequeñas pero feroces, con cuerpos ágiles y seis patas que las hacían veloces y letales.

"Por supuesto que tenían que aparecer," murmuró Harry mientras sacaba su varita. Pero antes de que pudiera hacer algo, uno de los lobos atacó, seguido por otro, y Harry supo que no tenía oportunidad de enfrentarlos a todos.

"¡Correeee!" gritó, y sin pensarlo dos veces, echó a correr lo más rápido que pudo.

La jungla se convirtió en un torbellino de ramas, hojas y gruñidos detrás de él. Las criaturas lo perseguían con una coordinación aterradora, atacándolo desde diferentes direcciones para acorralarlo. Después de varios minutos, Harry llegó al borde de una montaña y se dio cuenta de que no tenía escapatoria.

Sin otra opción, saltó al vacío.

El viento silbaba en sus oídos mientras caía, y el asombro que había sentido ante las montañas flotantes dio paso a un miedo intenso.

"¡Arresto Momentum!" gritó, extendiendo su varita hacia adelante. Nada ocurrió.

Volvió a intentarlo, desesperado, pero el hechizo parecía no tener efecto en la gravedad de Pandora. Antes de que pudiera intentar otra cosa, una rama enorme lo golpeó en el estómago, sacándole el aire. Atravesó varias ramas más antes de chocar finalmente contra el suelo cubierto de musgo.

El impacto fue brutal. Harry sintió como si todo el aire de su cuerpo hubiera sido expulsado de golpe, y por un momento pensó que no volvería a respirar. Jadeando, se apoyó en su bastón mágico y trató de ponerse de pie.

Harry intentaba recuperar el aliento mientras el mundo a su alrededor giraba lentamente. A pesar de la brutalidad de la caída, parecía que el hechizo Arresto Momentum sí había funcionado, aunque con un desfase evidente. Lamentablemente, la magia se había activado justo cuando impactó contra las ramas, dejando sus piernas —y especialmente su orgullo— gravemente afectados.

Con un gemido de dolor, Harry se apoyó en su bastón improvisado —antiguamente su varita—, tratando de levantarse. Apenas logró ponerse de pie sobre una pierna antes de que un dolor agudo lo atravesara como un rayo desde la rodilla hasta la cadera. Se había roto la pierna derecha. Genial.

"Perfecto, Potter. Una pierna rota, una manada de viperlobos y, por supuesto, perdido en un planeta alienígena," murmuró para sí mismo, mientras intentaba no gritar del dolor.

El crujido de hojas lo sacó de sus pensamientos. Giró lentamente, sin querer perder el equilibrio, y allí los vio.

Una mujer Na'vi salió de entre los helechos. Su porte era elegante y sus movimientos tan fluidos como el agua, pero lo que más impactó a Harry fue su expresión: una mezcla de cautela, curiosidad y algo de tristeza. Su piel azul relucía bajo la tenue luz, y los cuatro dedos de sus manos confirmaban lo que recordaba de los Na'vi.

A su lado, otro Na'vi emergió de las sombras, aunque este era distinto. Su vestimenta no era la típica de los Na'vi; llevaba ropa militar humana desgastada y rasgada, como si hubiera sobrevivido a un ataque reciente. Sin embargo, lo más extraño era que este hombre tenía cinco dedos en lugar de cuatro.

El desconcierto de Harry se intensificó. Algo no cuadraba. La mujer parecía una Na'vi auténtica, pero el hombre… había algo en él que lo hacía diferente, algo que hacía sonar todas las alarmas en su cabeza.

Para Neytiri, el día tampoco había sido fácil.

Primero, había tenido que lidiar con un hombre de la gente del cielo, uno que habitaba un avatar Na'vi pero que era torpe y claramente ajeno a las costumbres de su pueblo. Lo había visto deambular por la jungla como un niño perdido, cometiendo error tras error. Cuando encendió un fuego para calentarse, reveló su ubicación a una manada de viperlobos. Fue entonces cuando Neytiri intervino, salvándole la vida al disparar su arco y eliminarlos uno por uno.

Lo curioso fue que antes de disparar la flecha que lo habría matado, las atokirina, las semillas del árbol sagrado, se posaron sobre su arma, un claro mensaje de Eywa. Lo observó entonces desde las sombras, y por mucho que quisiera ignorarlo, algo en su interior le decía que debía ayudarlo.

Luego de salvarlo, el hombre, quien se presentó como Jake Sully, trató de agradecerle torpemente, aunque su actitud infantil la irritó. Más tarde, las atokirina volvieron a aparecer y comenzaron a curar las heridas de Jake, lo que confirmó sus sospechas de que Eywa tenía planes para él.

No obstante, lo más absurdo de todo fue cuando Jake, después de presentarse, le pidió que lo ayudara a convertirse en un "hombre verdadero". Neytiri había estado a punto de dejarlo a su suerte, pero al final aceptó llevarlo a los Omatikaya para que la tribu decidiera qué hacer con él.

Ahora, mientras caminaban de regreso a la aldea, escucharon un estruendo que resonó por la jungla. Algo —o alguien— había caído desde una gran altura. Neytiri, siempre cautelosa, guió a Jake hacia el lugar del impacto, y lo que encontraron la dejó perpleja.

El Na'vi que estaba ante ellos no pertenecía a ninguna tribu que Neytiri conociera. Parecía más joven que Jake, con un rostro que denotaba tanto asombro como agotamiento. Sus movimientos eran torpes mientras intentaba mantenerse erguido apoyándose en un bastón improvisado, y por lo que Neytiri podía ver, tenía una pierna rota.

Lo que más la desconcertó fue que tenía cuatro dedos, como los Na'vi auténticos, pero algo en él se sentía… diferente.

Antes de que pudiera decir algo, Jake se adelantó, rompiendo el silencio.

—¿Estás bien? —preguntó en inglés, su tono genuinamente preocupado.

Neytiri casi puso los ojos en blanco. ¿Acaso Jake no recordaba que los Na'vi no hablaban inglés?

Para su sorpresa, el joven Na'vi respondió:

—Sí, solo que me caí… y me rompí la pierna. —Su tono era cansado, pero tenía un leve toque de sarcasmo.

Neytiri parpadeó, sorprendida. Era raro encontrar a Na'vi que hablaran inglés, y aunque sabía que algunos habían aprendido el idioma de la gente del cielo, jamás había visto a este chico antes.

Jake, por otro lado, parecía completamente intrigado.

—¿Cómo te llamas? —preguntó, acercándose.

El joven Na'vi dudó un momento antes de responder:

—Harry… Potter.

Neytiri observó cómo el joven Na'vi luchaba por mantenerse en pie, y aunque no entendía del todo quién era o de dónde venía, algo le decía que este extraño, ¿también quisas estaba destinado a algo importante?.

El Interrogatorio de Neytiri

Neytiri dio un paso al frente, observando a Harry con cautela. Había algo extraño en él, algo que no terminaba de encajar con lo que conocía de su pueblo, incluso con los avatares. Su mirada era intensa, y aunque su cuerpo parecía el de un Na'vi, Neytiri podía sentir que no lo era por completo.

—¿Quién eres realmente? —preguntó Neytiri, cruzándose de brazos, con una postura firme y segura, mientras su cola se movía con inquietud.

Harry, apoyándose en su improvisado bastón, respiró profundamente. Estaba cansado, herido, pero sabía que debía responder con sinceridad.

—Soy Harry Potter, pero no soy de este mundo. —Levantó la mirada, encontrándose con los ojos inquisitivos de Neytiri—. No nací como uno de ustedes; mi cuerpo fue transformado para parecerme a los Na'vi.

La expresión de Neytiri pasó de la sorpresa a una cautela aún mayor. Jake, que estaba a su lado, observó a Harry con curiosidad.

—¿Transformado? ¿Por qué? —Neytiri ladeó la cabeza, claramente confundida, pero no bajó la guardia.

Harry tragó saliva, sabiendo que la historia que estaba a punto de contar era complicada.

—La razón por la que estoy aquí… es porque mi mundo, mi hogar, fue destruido.

Neytiri frunció el ceño, y Jake dio un paso hacia adelante.

—¿Destruido? ¿Qué pasó?

Harry miró hacia el suelo por un momento, como si las palabras fueran demasiado pesadas para pronunciarlas. Finalmente, levantó la vista y comenzó a explicar.

—Mi mundo se llamaba Tierra. Allí había dos tipos de personas: los muggles, que no tienen magia, y los magos, como yo. Durante mucho tiempo, ambos mundos coexistieron en secreto, pero los muggles finalmente descubrieron la existencia de la magia.

Neytiri escuchaba atentamente, aunque parecía no entender del todo los conceptos que Harry mencionaba. Jake, en cambio, parecía más receptivo.

—Cuando los muggles descubrieron el mundo mágico, comenzaron a temerlo. Adaptaron su tecnología para atraparnos, estudiarnos… y destruirnos. Esto desató una guerra que duró un siglo. Los magos luchamos por nuestra supervivencia, pero los muggles tenían números y máquinas que nunca pudimos igualar.

Harry hizo una pausa, su voz cargada de dolor.

—La guerra fue devastadora. No solo murieron magos y muggles; toda la vida en mi mundo fue aniquilada, excepto por unos pocos muggles que nos apoyaron. Antes de que todo terminara, logré resguardar a un macho y una hembra de cada especie mágica y no mágica, salvándolos de la extinción.

Neytiri inclinó la cabeza, sintiendo la tristeza en las palabras de Harry, aunque aún estaba llena de preguntas.

—¿Y tú? ¿Cómo sobreviviste?

—Soy inmortal. —La confesión de Harry dejó a ambos Na'vi boquiabiertos. Harry continuó—: Antes de que el mundo muriera por completo, realicé un ritual que usó toda la magia restante para curar la Tierra. La purifiqué, eliminé los daños y la hice más grande, más hermosa, más perfecta de lo que jamás fue.

Los ojos de Neytiri brillaron con una mezcla de asombro y confusión.

—¿Y qué pasó después?

Harry suspiró.

—Mi misión terminó. La Tierra renació, pero ya no había lugar para mí. Así que usé un antiguo ritual para cruzar los universos, buscando un nuevo hogar. Terminé aquí, en Pandora.

Neytiri seguía analizando cada palabra, como si buscara señales de engaño, pero la tristeza en la voz de Harry parecía auténtica.

—Si no eres de aquí, ¿por qué te pareces a nosotros? —preguntó finalmente.

Harry esbozó una leve sonrisa.

—Cuando llegué, supe que este mundo era hermoso, pero también peligroso. Decidí que si quería vivir aquí, debía adaptarme. Utilicé un ritual de metamorfosis para transformar mi cuerpo en uno como el de los Na'vi.

Jake dejó escapar un silbido de asombro.

—Es impresionante… pero también un poco aterrador.

Neytiri, aún algo desconfiada, lo miró fijamente.

—Entonces, no eres realmente uno de nosotros.

Harry asintió.

—No, pero tampoco quiero ser un extraño. Quiero entender este mundo, respetarlo y aprender de él.

Harry dio un paso hacia adelante, apoyándose en su bastón, a pesar del evidente dolor en su pierna.

—Neytiri, Jake me dijo que estás enseñándole sobre tu pueblo, tus costumbres, tu forma de vida. Yo… quisiera pedir lo mismo.

Neytiri lo miró con cautela, como si estuviera evaluándolo. Jake intervino, sonriendo.

—Vamos, Neytiri, ya ayudaste a un idiota como yo. Seguro puedes con otro.

Ella lo ignoró, concentrándose en Harry.

—Eres como un niño —dijo finalmente, con un tono casi burlón—. No sabes nada de este mundo ni de Eywa.

Harry asintió.

—Lo sé. Por eso quiero aprender. Si me aceptan, haré lo que sea necesario para ganarme su confianza.

Neytiri permaneció en silencio unos momentos antes de suspirar.

—Si decides quedarte, deberás respetar a Eywa y a nuestro pueblo. Si rompes esa confianza, no habrá lugar para ti aquí.

Harry inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Gracias, Neytiri. No les decepcionaré.

Jake sonrió, dándole una palmada en el hombro, aunque Harry gruñó por el dolor.

—Bienvenido a Pandora, Harry. Ahora empieza lo difícil.

Neytiri rodó los ojos, aunque una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Había aceptado a otro extraño en su mundo, pero en el fondo sentía que este sería diferente.

Con eso, Harry dio el primer paso hacia una nueva vida en Pandora, cargando consigo la esperanza de un nuevo comienzo en un mundo lleno de desafíos y maravillas.

Mientras caminaban detrás de Neytiri, que avanzaba ágilmente por la densa vegetación de Pandora, Harry aprovechó la oportunidad para dirigirle una pregunta a Jake en voz baja. Sabía que Neytiri no podía escucharlos, gracias a la distancia que había puesto entre ellos para liderar el camino.

—Jake… —susurró Harry, apoyándose un poco más en su bastón improvisado mientras avanzaban.

—¿Sí? —Jake giró la cabeza hacia él, caminando con pasos confiados, como si ya estuviera acostumbrado al terreno.

Harry bajó aún más la voz, asegurándose de no ser oído por Neytiri.

—¿Tú… eres un Na'vi, o eres como yo?

Jake se detuvo un momento, claramente sorprendido por la pregunta, pero rápidamente retomó el paso para no llamar la atención de Neytiri.

—Soy un avatar —respondió en un susurro—. Este cuerpo que ves no es realmente el mío. Es un cuerpo creado para mí, hecho para parecerse a los Na'vi.

Harry entrecerró los ojos, intrigado.

—¿Un avatar? ¿Cómo funciona eso?

Jake hizo una pausa breve, mirando hacia adelante para asegurarse de que Neytiri no se volteara, y luego continuó hablando en voz baja.

—Mi cuerpo real está en una base humana. Me conecto a este cuerpo a través de una máquina. Cuando estoy en este cuerpo, es como si fuera un Na'vi, pero mi cuerpo humano sigue existiendo.

Harry asintió lentamente, procesando la información.

—Eso explica por qué sentí que este cuerpo no era tuyo. Es… diferente.

Jake levantó una ceja, curioso.

—¿Cómo lo supiste?

Harry lo miró, con una expresión seria.

—Puedo sentirlo. No sé cómo explicarlo… pero hay algo en la conexión entre cuerpo y alma que no se siente natural contigo.

Jake dejó escapar una risa baja.

—Eres más observador de lo que pensaba.

Harry sonrió ligeramente, aunque su mente seguía trabajando en las implicaciones

—Entonces, ¿por qué lo haces? ¿Por qué estás aquí?

Jake suspiró, bajando la mirada brevemente.

—Porque no tenía otra opción. Mi hermano gemelo iba a usar este avatar, pero murió antes de poder hacerlo. Yo no tenía nada en la Tierra, así que me ofrecieron su lugar.

—Así que tomaste la oportunidad de escapar… —murmuró Harry, como si hablara más consigo mismo que con Jake.

—Algo así. Pero no todo fue tan simple. —Jake hizo una pausa y miró a Harry directamente—. Ahora siento que este lugar me da un propósito, algo que nunca tuve antes.

Harry asintió, comprendiendo lo que quería decir.

—Puedo entender eso. Pandora parece dar sentido a las cosas… de una manera extraña.

Jake sonrió ligeramente, pero antes de que pudiera responder, Neytiri se giró un poco, mirándolos con una expresión de impaciencia.

—¿Van a seguir charlando como niños o caminarán?

Ambos hombres se callaron de inmediato, compartiendo una mirada de complicidad antes de apurarse a seguir a Neytiri. La conversación había dejado a Harry con muchas más preguntas, pero también con una sensación de conexión con Jake. Ambos eran extranjeros en un mundo que no terminaban de comprender, pero compartían el deseo de aprender y adaptarse.

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Después de una larga caminata entre la densa vegetación de Pandora, Harry finalmente llegó a un punto en el que el dolor en su pierna se volvió casi insoportable. Cada paso era una tortura, y aunque se apoyaba en su bastón, el peso sobre su pierna buena estaba agotándolo rápidamente. Finalmente, se detuvo y dejó escapar un profundo suspiro de frustración.

—¿Estás bien? —preguntó Jake, girándose hacia él, con una ceja levantada.

Neytiri, que iba más adelante, también se detuvo y miró a Harry con un gesto de ligera impaciencia.

Fue entonces cuando Harry, en un arrebato de autoconciencia, se llevó una mano a la cara y se dio una sonora bofetada.

—¡Por Merlín, soy un mago! —exclamó, como si acabara de darse cuenta de algo fundamental.

Jake y Neytiri lo miraron con una mezcla de sorpresa y confusión.

—¿Qué… le pasa? —murmuró Neytiri, frunciendo el ceño.

—No lo sé, pero parece que perdió la cabeza —respondió Jake, observando cómo Harry se daba otra bofetada, murmurando algo sobre su "estupidez infinita".

Harry, ignorando las miradas de sus acompañantes, levantó su bastón con decisión.

—Esto no va a continuar así —dijo en voz alta, como si estuviera dándose órdenes a sí mismo.

Neytiri dio un paso hacia atrás, claramente desconfiando de lo que estaba a punto de hacer.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jake, más intrigado que preocupado.

Harry no respondió de inmediato. Cerró los ojos y murmuró unas palabras en un idioma extraño. El bastón comenzó a brillar con una luz cálida y dorada, y antes de que alguien pudiera decir algo más, apuntó hacia su pierna herida.

—Episkey! —pronunció con claridad.

Un suave destello envolvió su pierna, y un crujido audible resonó mientras el hueso roto se enderezaba mágicamente. Harry reprimió un grito, apretando los dientes mientras la magia hacía su trabajo.

—Ferula! —añadió rápidamente, y una sensación de alivio recorrió su cuerpo cuando las lesiones y heridas se cerraron al instante.

Harry bajó el bastón, suspirando aliviado, mientras movía la pierna curada como si estuviera probándola.

—Ah, mucho mejor —dijo, con una sonrisa triunfante.

Jake y Neytiri lo miraban como si acabaran de presenciar algo completamente fuera de su comprensión. Neytiri entrecerró los ojos, claramente desconfiando aún más de Harry, mientras Jake simplemente dejó escapar un silbido bajo.

—Eso… fue increíble —dijo Jake, mirando fijamente la pierna de Harry—. ¿Qué acabas de hacer?

—¿Magia? —respondió Harry con naturalidad, encogiéndose de hombros como si fuera lo más obvio del mundo.

Neytiri frunció el ceño, sus ojos brillando con una mezcla de asombro y escepticismo.

—¿Qué clase de truco es ese?

Harry suspiró, apoyándose en su bastón, aunque ahora solo por costumbre.

—No es un truco. Soy un mago. Utilizo magia para hacer cosas como esta. Si lo hubiera recordado antes, me habría ahorrado mucho dolor. —Se pasó una mano por el cabello, desordenándolo aún más—. Aunque, claro, no suelo andar reparando huesos todos los días.

Jake soltó una carcajada breve, claramente encantado por lo absurdo de la situación.

—Así que eres un mago… ¿y te olvidaste de que podías hacer magia?

Harry lo miró con una expresión de exasperación.

—Ha sido un día largo, ¿vale? No estoy acostumbrado a caer desde montañas flotantes mientras soy perseguido por lobos alienígenas.

Neytiri cruzó los brazos, mirando a Harry con ojos acusadores.

—Si tienes tanto poder, ¿por qué no usas tu magia para ayudar a los demás, en lugar de causarte problemas?

Harry la miró, su expresión suavizándose.

—Es exactamente lo que intento hacer. Es una historia larga… pero mi magia no está aquí para causar daño. Mi único objetivo es aprender, entender y, si es posible, ayudar.

Neytiri no respondió, pero parecía estar evaluándolo nuevamente, como si intentara decidir si confiar en él o no.

—Bien, entonces —interrumpió Jake, palmeando el hombro de Harry—. Ahora que estás en forma, será mejor que sigamos antes de que Neytiri pierda la paciencia del todo.

Neytiri lanzó una mirada mordaz a Jake, pero no dijo nada. Harry, sin embargo, sonrió, agradecido de no sentir más dolor en su pierna, y comenzó a caminar con renovada energía, aunque todavía un poco incómodo bajo la mirada vigilante de Neytiri.

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Con un paso rápido, Harry, Jake, y Neytiri avanzaron por la vasta jungla de Pandora hacia la aldea de los Omaticaya. Ahora que su pierna estaba curada, Harry seguía el ritmo con facilidad, aunque no pudo evitar sentir el peso de las miradas ocasionales de Neytiri, que aún parecía desconfiar de él.

El crepúsculo bañaba el paisaje con tonos dorados y verdes, y finalmente, después de atravesar un último conjunto de árboles gigantes, llegaron a una amplia explanada donde se encontraba la aldea. Los Omaticaya ya estaban reunidos, sus cuerpos azulados iluminados por las bioluminiscencias naturales que cubrían sus pieles.

Al entrar, Jake y Neytiri lideraron el camino, con Harry siguiéndolos de cerca. Murmullos comenzaron a correr entre los Omaticaya al notar la presencia del extraño Na'vi con cuatro dedos que claramente no era como ellos. Los ojos inquisitivos y los susurros no pasaron desapercibidos para Harry, pero decidió mantener la calma.

En el centro de la aldea, bajo una gran estructura arbórea, estaba Eytukan, el líder de la tribu, junto a Mo'at, la tsahìk, la guía espiritual. Ambos miraban al grupo con seriedad, aunque los ojos de Mo'at se centraron rápidamente en Harry, con una mezcla de curiosidad y escrutinio.

Neytiri dio un paso adelante, inclinándose ligeramente ante sus padres.

—Sa'nok, sempul. He traído a dos forasteros. Uno de ellos, como Jake Sully, no es realmente Na'vi, pero Eywa parece tener un propósito con él. El otro… es algo diferente.

Mo'at miró a Jake primero, evaluándolo en silencio antes de asentir. Luego, su mirada se deslizó hacia Harry, y su expresión se endureció levemente.

—¿Quién eres tú? —preguntó Mo'at, acercándose a Harry con pasos lentos pero seguros.

Harry, comprendiendo la importancia del momento, inclinó la cabeza en un gesto de respeto antes de responder.

—Mi nombre es Harry Potter. Soy un forastero, pero no vine con malas intenciones. Solo busco aprender y entender.

Mo'at lo observó por un largo momento, como si estuviera buscando algo en sus ojos. Luego, sin previo aviso, se acercó aún más y extendió una mano hacia él.

—Dame tu mano.

Harry vaciló un momento, pero finalmente extendió su brazo. Mo'at tomó su muñeca con firmeza y sacó una pequeña hoja afilada, con la que hizo un pequeño corte en la palma de Harry. Una gota de sangre cayó sobre un cuenco que Mo'at sostenía en la otra mano, y la tsahìk cerró los ojos mientras bebía unas gotas de la mezcla ritual.

Los murmullos entre los Omaticaya se intensificaron, pero Mo'at los ignoró, concentrándose en lo que su conexión con Eywa le revelaba. Cuando abrió los ojos, había algo diferente en su mirada: una mezcla de asombro y respeto.

—Tú… has viajado desde un lugar muy lejano —dijo Mo'at, con voz profunda y cargada de significado—. Pero lo que más me intriga es cómo alguien nuevo en este planeta puede estar tan profundamente conectado con Eywa.

Harry asintió lentamente, como si esperara esa reacción.

—Cuando llegué aquí y comencé a adaptarme a este nuevo cuerpo, mi curiosidad me llevó hasta el Árbol de las Almas. No sabía qué era en ese momento, pero cuando lo toqué… sentí algo indescriptible. Escuché las voces de los antepasados y, por un breve instante, incluso percibí la presencia de Eywa. Fue como si todo el universo estuviera hablándome al mismo tiempo.

Mo'at lo miró con intensidad, mientras los Omaticaya observaban con renovado interés. Neytiri parecía sorprendida, aunque aún desconfiaba, mientras que Jake simplemente lo miraba con curiosidad.

—Eywa no permite que cualquiera la escuche tan claramente —dijo Mo'at, casi en un susurro—. Si lo que dices es cierto, entonces tienes un propósito aquí, incluso si aún no lo conoces.

Harry inclinó ligeramente la cabeza, aceptando sus palabras.

—No pretendo saberlo todo, pero si hay algo que puedo aprender o algo que puedo hacer para ayudar, lo haré.

Eytukan, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló, su voz grave resonando entre la multitud.

—Si Eywa te ha traído aquí, entonces debemos observar y decidir si eres digno de aprender nuestras costumbres.

Mo'at asintió, volviendo su atención hacia la multitud Y Tras la decisión de Mo'at, la tsahìk levantó una mano para calmar los murmullos entre los Omaticaya.

—Neytiri enseñará a Jake Sully nuestras costumbres, pero Harry necesitará otra maestra.

Mo'at se giró hacia la multitud y señaló a una mujer alta y musculosa, con una mirada afilada y una postura imponente.

—Suteye, tú serás la guía de Harry Potter.

Los murmullos se intensificaron. Suteye era conocida entre los Omaticaya no solo por ser una de las mejores guerreras de la tribu, sino también por su actitud seria y su determinación férrea. Además, muchos la consideraban una digna sucesora al liderazgo de los Omaticaya si Neytiri decidiera no asumir su rol en el futuro.

Suteye dio un paso al frente, inclinando la cabeza respetuosamente hacia Mo'at.

—Lo haré, tsahìk. Si Eywa lo permite, le enseñaré nuestras formas.

Harry observó a su nueva maestra con curiosidad y algo de nerviosismo. Su porte era imponente, pero también había algo en su expresión que indicaba justicia y sabiduría.

Cuando Mo'at concluyó la ceremonia, Harry y Suteye se apartaron un poco del grupo para conocerse mejor, mientras Jake y Neytiri se dirigían en otra dirección. Suteye lo observó detenidamente antes de hablar.

—Eres diferente —dijo, su tono directo—. No solo porque tienes cuatro dedos, como Jake Sully, sino porque tu presencia es… extraña. Como si no fueras de este mundo, pero estuvieras más conectado con él de lo que debería ser posible.

Harry asintió lentamente, decidiendo que no tenía sentido ocultar su verdad.

—Eso es porque, en cierto sentido, no soy de este mundo —dijo con calma—. Suteye, yo soy un mago. En el lugar de donde vengo, eso significa que puedo usar magia, una energía natural que me permite hacer cosas que parecen imposibles.

Suteye frunció el ceño, pero no parecía incrédula, solo curiosa.

—¿Magia? ¿Cómo la que usa Eywa para conectar a todas las cosas?

—No exactamente —respondió Harry, frotándose la nuca mientras intentaba explicarse mejor—. Es diferente, aunque quizás proviene de una fuente similar. Mi mundo… ya no existe. Fue devastado por una guerra entre los magos como yo y los "muggles", personas comunes sin magia.

Suteye lo miró con atención, inclinando ligeramente la cabeza.

—¿Una guerra destruyó tu mundo?

Harry asintió con tristeza.

—Sí. Los muggles adaptaron su tecnología para cazarnos, temerosos de lo que éramos capaces de hacer. Después de un siglo de luchas constantes, toda la vida en mi planeta murió, excepto unos pocos muggles que nos apoyaron a los magos. Antes de que todo terminara, utilicé mi magia para salvar a una pareja de cada especie mágica y no mágica, resguardándolas. Cuando fui el último mago que quedaba, usé un antiguo ritual para sanar mi mundo, haciéndolo más grande, próspero y lleno de vida una vez más.

Los ojos de Suteye brillaron con asombro, pero su voz permaneció calmada.

—¿Y por qué dejaste ese mundo?

—Porque ya no había un lugar para mí allí —respondió Harry con sinceridad—. Mi misión había terminado, y no quería ser un dios o un gobernante. Así que usé otro ritual, uno que me permitió atravesar los universos. Terminé aquí y decidí cambiar mi cuerpo con un hechizo de metamorfosis para parecerme a los Na'vi. Quiero aprender de ustedes, de su conexión con Eywa, y encontrar un propósito aquí.

Suteye lo estudió por un momento, como si tratara de decidir si podía confiar en él. Finalmente, su expresión se suavizó un poco, aunque su postura seguía siendo firme.

—Si todo lo que dices es cierto, entonces eres más complejo de lo que aparentas. Pero no te equivoques, Harry Potter: aprender nuestras formas no será fácil. Soy la mejor guerrera de los Omaticaya, y no voy a darte ningún trato especial. Si quieres entendernos, tendrás que demostrar tu valía.

Harry sonrió ligeramente, inclinando la cabeza en señal de respeto.

—No espero nada menos, Suteye. Estoy ansioso por aprender de ti, la mejor guerrera de los Omaticaya.

Suteye levantó una ceja, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa.

—Bien, entonces prepárate, forastero. Mañana al amanecer, comenzaremos.

Con esas palabras, ambos caminaron de regreso hacia la aldea.

Suteye condujo a Harry hacia las camas de los Omaticaya, adheridas al gigantesco árbol hogar, conocido como el Ometree. A medida que se acercaban, Harry quedó maravillado por su diseño: las camas parecían enormes capullos tejidos con fibra natural, suspendidos a diferentes niveles en las ramas. Suteye, con un ademán hacia uno de los capullos más altos, indicó

—Dormirás ahí, justo arriba del mío. —Su tono era directo, pero no carecía de cierta amabilidad.

Harry asintió agradecido y comenzó a trepar hacia su designado lugar de descanso. Una vez dentro del capullo, quedó impresionado. Era firme, resistente y sorprendentemente cómodo, con una ligera translucidez que permitía el paso de la luz natural. Sin embargo, su mente de mago no tardó en imaginar formas de mejorarlo.

Cuando estuvo seguro de que nadie lo observaba, sacó su varita y comenzó a trabajar.

Primero, lanzó varios hechizos de expansión controlada, moldeando el interior del capullo hasta alcanzar el tamaño de un aula en Hogwarts. El espacio creció en todas direcciones, adaptándose perfectamente al nuevo diseño que Harry tenía en mente. No era solo un refugio para descansar sino que sería su santuario personal.

Después, lanzó un hechizo de estabilización permanente, asegurándose de que la expansión se mantuviera incluso en caso de su ausencia… o su muerte, aunque la posibilidad de morir era algo que Harry no contemplaba con seriedad.

Del interior de su volcillo saco un baúl mágico, y Harry enpeso a sacár diversos objetos acumulados durante siglos de aventuras y aprendizaje.

Harry sacó cuidadosamente los libros y pergaminos que contenían todo su conocimiento mágico y científico acumulado durante siglos. Cada tomo representaba un fragmento de su historia, una pieza de su vida pasada que había luchado por preservar. Mientras colocaba los libros en un gigantesco librero que había conjurado dentro del capullo, los recuerdos comenzaron a inundar su mente.

Todo comenzó en su primer año en Hogwarts, cuando, motivado por el misterio de la piedra filosofal, se embarcó en una investigación sobre Nicolas Flamel. Esa búsqueda lo llevó a descubrir un libro antiguo en la biblioteca de la escuela, uno que hablaba sobre el Parsel, el idioma de las serpientes.

Con gran asombro, Harry descubrió que era un hablante natural de Parsel, un don que le abrió puertas hacia secretos mágicos que otros solo podían soñar con comprender. Ese primer hallazgo marcó el inicio de su transformación de un niño curioso a un aventurero decidido a desentrañar los misterios del mundo mágico.

Y Con cada libro que colocaba en el estante, nuevos fragmentos de recuerdos emergían

En su Segundo Año En su búsqueda por comprender mejor el Parsel y su conexión con Salazar Slytherin, Harry encontró una entrada secreta en las profundidades del Bosque Prohibido, donde descubrió pergaminos olvidados sobre magia ancestral y Romper Maldiciones.

harry para su Tercer y cuarto año Su obsesión por los secretos del tiempo lo llevó a investigar el Giratiempo, desafiando las advertencias de Hermione. Esos estudios lo ayudaron más tarde a perfeccionar hechizos de protección que ahora cubrían su capullo.

y para después de la guerra: con lo mortifagos, Cuando la paz regresó al mundo mágico (y antes de que los muggles declararan la guerra), Harry decidió explorar más allá de los confines de Inglaterra. Viajó por Egipto, India, y las junglas sudamericanas, donde encontró libros escritos por antiguos hechiceros sobre control de elementos, magia curativa y runas olvidadas.

Un Siglos después, incluso en medio del caos de la guerra, Harry nunca dejó de aprender. En los últimos años de la destrucción de su mundo, rescató tomos raros de bibliotecas mágicas y no mágicas, protegiéndolos para el futuro.

Mientras colocaba el último libro en el estante, Harry dio un paso atrás para admirar su obra. El librero era enorme, casi abarcaba la totalidad de una pared de su expandido refugio. Contenía libros sobre cada rama de la magia, pergaminos de hechizos olvidados, e incluso estudios sobre criaturas mágicas y no mágicas.

El simple acto de organizar su colección lo llenó de nostalgia y propósito. Cada libro representaba no solo conocimiento, sino también los sacrificios y aventuras que lo habían llevado hasta allí. Acarició la cubierta de un tomo titulado "El arte de hablar con las serpientes" y sonrió, recordando cómo todo había comenzado.

ara Harry, este librero no era solo un archivo de conocimiento; era un monumento a su historia y su supervivencia. Y ahora, en este nuevo mundo, lo usaría como herramienta no solo para protegerse, sino también para aprender y, tal vez, enseñar.

luego de recordar sus dias de aventuras, Harry colocó cuidadosamente una serie de fotografías encantadas enmarcadas. Cada una de ellas capturaba momentos felices, instantes congelados en el tiempo que le recordaban las personas que más significaron para él en su vida pasada: sus padres, sus amigos, y aquellos que lo habían marcado profundamente.

Mientras ajustaba las fotografías en un pequeño estante dentro de su refugio, sus ojos se posaron en una imagen de su primer año en Hogwarts. No pudo evitar sonreír. En la foto, se veía a sí mismo sentado frente a Ron, ambos enfrascados en una partida de ajedrez mágico. Las piezas del tablero se movían con movimientos bruscos, mientras una reina blanca derrotaba a una torre negra.

Lo que más lo hizo reír fue el fondo: Hermione estaba sentada cerca de ellos, con una expresión de exasperación y los brazos cruzados, discutiendo acaloradamente con Harry sobre la posibilidad de crear un sable de luz, tal como en Star Wars.

—"Es imposible, Harry. ¡La física mágica no funciona así!" —decía Hermione en la foto, aunque su tono de voz sugería que estaba más frustrada con la idea que con la lógica detrás de ella.

Harry, por supuesto, respondía con una sonrisa confiada y un gesto de su varita como si ya tuviera la respuesta. "Solo porque nadie lo ha hecho, no significa que sea imposible," decía su versión más joven en la foto, mientras Ron reía a carcajadas, claramente de acuerdo con Harry.

Al recoger otra fotografía enmarcada, Harry sintió una mezcla de orgullo y nostalgia. Esta vez, la imagen mostraba un momento especial: él sosteniendo su varita, de la que emergía un resplandeciente sable de luz verde lima. La sonrisa de Harry en la imagen era contagiosa, como si estuviera diciendo: "Te lo dije, Hermione."

Hermione, por supuesto, no compartía el entusiasmo. En la imagen, estaba con los brazos cruzados y una expresión molesta. —"Solo porque puedas hacerlo, no significa que debas hacerlo"— decía, aunque había un destello de admiración mal disimulado en sus ojos.

Ron, por otro lado, parecía maravillado. Con los ojos brillantes, estaba a punto de tocar el sable de luz de Harry cuando, inevitablemente, un pequeño destello salió del extremo de la hoja y lo chamuscó. El Ron de la fotografía retrocedía rápidamente, sacudiendo la mano y quejándose mientras murmuraba algo sobre advertencias. Incluso el pequeño Neville, que se había acercado tímidamente, se asustaba al ver lo sucedido y retrocedía unos pasos.

Harry soltó una risa ligera al recordar aquel día. Fue el momento en que entendió que no solo podía romper las reglas de la magia tradicional, sino también crear algo nuevo y emocionante. Por supuesto, el proyecto del sable de luz nunca se perfeccionó del todo, pero ese día fue un triunfo para el joven mago aventurero que siempre buscaba el próximo gran desafío.

Colocó la fotografía en su lugar, junto a otras imágenes encantadas que vibraban con la vida que alguna vez tuvo. Las fotos de sus padres, que se movían alegremente en sus marcos, de la Orden del Fénix durante una cena, y de momentos pequeños y preciosos con Ginny, Luna, o los gemelos Weasley.

Cada vez que miraba estas fotografías, su corazón se llenaba de una mezcla de alegría y melancolía. Aunque sabía que nunca podría regresar a esos días, estas imágenes eran un recordatorio de todo lo que había vivido y lo que había perdido. Pero, más importante aún, eran una fuente de fuerza, para el en un mundo nuevo y extraño.

Pero de todas las cosas que Harry había traído consigo a Pandora, ninguna era más preciada que su maqueta mágica. Una obra maestra en miniatura, representaba el mundo natural en toda su majestuosidad: selvas exuberantes, desiertos áridos, mares vastos, ríos serpenteantes, montañas imponentes y valles fértiles. No solo era una creación visualmente impresionante, sino que también estaba viva, poblada por criaturas mágicas y no mágicas que coexistían en ecosistemas perfectamente equilibrados.

La idea de crear algo tan complejo y grandioso no había surgido de la nada. Harry recordó cómo, en su tercer año en Hogwarts, había comenzado a desarrollar un amor profundo por las criaturas mágicas, gracias al semigigante de buen corazón que era Hagrid.

Era una tarde lluviosa cuando Hagrid, después de una larga y acalorada discusión sobre la importancia de cuidar y preservar las criaturas mágicas, le entregó un regalo especial: una esfera mágica conocida como la Esfera de Entorno. Dentro de ella, Hagrid había capturado la esencia de varios hábitats mágicos y no mágicos. Cuando Harry agitaba la esfera, podía observar un ecosistema en miniatura, con criaturas moviéndose libremente, desde hipogrifos y unicornios hasta simples ciervos y ardillas.

—"Cuídala bien, Harry. Esto es más que una esfera. Es un recordatorio de que cada criatura, mágica o no, tiene un lugar en este mundo," había dicho Hagrid, con los ojos brillando bajo su espesa barba.

Ese regalo fue el inicio de una nueva pasión para Harry. Inspirado por la esfera, comenzó a imaginar cómo sería crear un mundo entero donde criaturas mágicas y no mágicas pudieran vivir en paz, lejos del caos de los humanos.

A medida que pasaron los años, la idea de Harry se transformó en un proyecto ambicioso. Con el permiso de Dumbledore, Harry se lanzó a construir su maqueta mágica, pero no lo hizo solo. Cada profesor, incluso el temido Severus Snape, contribuyó de alguna manera al proyecto.

—"¿De verdad esperas que te ayude con esta tontería, Potter?" —gruñó Snape un día, mientras Harry intentaba explicarle cómo una planta mágica específica podía mejorar la fertilidad del suelo de uno de los ecosistemas de la maqueta.

—"No es tontería, profesor. Es ciencia mágica aplicada," respondió Harry, con una sonrisa que claramente irritó a Snape.

Para sorpresa de Harry, Snape terminó contribuyendo, proporcionando pociones especiales que aceleraban el crecimiento de las plantas y aseguraban que los ecosistemas se mantuvieran estables. McGonagall, por su parte, ayudó a Harry con los encantamientos necesarios para manipular el tamaño y la estructura de la maqueta, mientras que Sprout le enseñó cómo integrar plantas mágicas y no mágicas en un solo hábitat.

Cuando la maqueta estuvo finalmente terminada, con cada ecosistema cuidadosamente diseñado, Harry sabía que aún faltaba algo: vida. Fue entonces cuando Dumbledore intervino, sosteniendo la Varita de Saúco en sus manos.

—"Harry, lo que has creado aquí es más que una maqueta. Es un microcosmos de armonía, algo que este mundo necesita desesperadamente. Pero para darle vida, necesitarás algo más que magia común," dijo Dumbledore, con una sonrisa cálida.

Con un hechizo que parecía más antiguo que el propio tiempo, Dumbledore infundió magia en la maqueta, haciendo que los ecosistemas cobraran vida. Las plantas comenzaron a moverse con el viento, los ríos a fluir, y las criaturas mágicas y no mágicas aparecieron gradualmente, habitando los entornos que Harry había creado.

Harry observaba ahora esa maqueta en su capullo en Pandora, maravillado por cómo había evolucionado con los años. Era más que una creación: era un refugio para todas las criaturas que había rescatado a lo largo de su vida, desde dragones hasta pequeñas hormigas. Incluso algunos dinosaurios que había encontrado en una misteriosa isla que los muggles llamaban Isla Nublar ahora vivían en ella, coexistiendo con criaturas mágicas como hipogrifos y thestrals.

Cada vez que Harry miraba la maqueta, se sentía conectado no solo con su pasado, sino también con su propósito. Había dedicado su vida a preservar la magia y la vida, y esa pequeña maqueta era un recordatorio tangible de lo que podía lograr con determinación, creatividad y un poco de ayuda de sus amigos.

Mientras observaba las criaturas moverse en sus hábitats, Harry sintió una renovada sensación de esperanza. Aunque Pandora era un mundo extraño y desconocido, sabía que con la misma pasión que había puesto en su maqueta, podría contribuir a este nuevo mundo y aprender de sus habitantes. Al fin y al cabo, la magia no tenía fronteras, y tampoco las tenían sus sueños.

luego del sinfin de recuerdo de harry sobre su pasado en Hogwarts.

Harry enpeso colocár delicadamente a todas las especies que había salvado dentro de la maqueta, desde las criaturas mágicas más pequeñas, como Bowtruckles, hasta los majestuosos dragones. También estaban los animales no mágicos, e incluso dinosaurios.

Había encontrado a los dinosaurios en una isla remota llamada Isla Nublar, famosa por las desapariciones misteriosas de barcos y pescadores. Después de explorarla y descubrir que estaba infestada de dinosaurios hambrientos, decidió salvar a algunas especies antes de partir.

Ahora, dentro de la maqueta protegida por barreras mágicas, las criaturas interactuaban en un entorno cuidadosamente diseñado para replicar sus hábitats naturales. Harry observó con satisfacción cómo los ecosistemas comenzaban a funcionar: los dragones volaban en las montañas, los dinosaurios recorrían las llanuras, y las criaturas más pequeñas exploraban las junglas y los ríos.

Un lugar para descansar

Tras una hora de observación, Harry decidió preparar un espacio para dormir. Moldeó una sección del capullo para que imitara el exterior del Ometree, con ramas suaves y hojas naturales que lo cubrían. Quería experimentar la sensación de ser un verdadero Na'vi, durmiendo como ellos.

Finalmente, se recostó, observando la luz tenue que atravesaba el capullo. El cansancio lo venció rápidamente, pero antes de cerrar los ojos, sonrió. Su refugio no solo era un lugar de descanso, sino también un pedazo de su mundo perdido traído a Pandora.

Por primera vez en mucho tiempo, Harry durmio profundamente.