Cedric se despertó con un dolor punzante en la cabeza, como si su mente estuviera siendo desgarrada con los fragmentos de un sueño distante.
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La luz tenue que se filtraba levemente por la ventana de madera desgastada, le dió la bienvenida , y el aire fresco que acariciaba su rostro le resultaba extraña pero, reconfortante y especialmente familiar.
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Cedric no podía recordar cuando podía haber estado en este estado maravilloso de paz.
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Su cuerpo, ligero pero adolorido, reposaba sobre una cama sencilla, sus sábanas arrugadas y de un color marrón que no recordaba haber visto, hablando encerio tampoco sabía que podrían siquiera existir todavía algo tan limpio y colorido.
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El suave murmullo del viento fuera de la habitación lo hizo girar levemente la cabeza, pero su visión estaba levemente nublado, como si una pequeña capa de membrana translúcido estuviera sobre sus pupilas, tratando de impedir que viera el mundo con claridad.
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"¿Qué...qué pasó?" Pensó Cedric.
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Sus ojos parpadearon con esfuerzo ante la confusión. La memoria de su mundo anterior lo atacó como una torrente interminable, las imágenes de un caos apocalíptico, criaturas deformes y la sensación de perderse en un mundo que poco a poco se iba desmoronando.
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Pero entonces al intentar enfocarse en esos recuerdos, algo extraño sucedió; la niebla de sus ojos se disipó lentamente en ese breve momento, revelando una sensación de serenidad que no pertenecía a la angustia que sentía anteriormente.
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Alzó sus manos frente a si mismo, tocó su rostro levemente y se sorprendió al descubrir; piel elástica y suave, sin feas cicatrices, ni marcas en su cuerpo que lo habían marcado en su larga lucha de su vida anterior.
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"¿Dónde estoy...?" Susurró Cedric con voz ronca y extraña, la pregunta le atravesó la mente como un rayo, y por un instante, algo en su interior trató de explicar este extraño fenómeno.
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"¡No puede ser! ¿A caso...estoy en otro lugar?" No era un sueño, ni una ilusión, su alma confundida intentaba aferrarse a una realidad que ya no existía. No podía negar la evidencia.
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Un profundo suspiro escapó de su delgados labios, sus ojos se cerraron por un breve momento, como sí ignorar la verdad, pudiera hacerla desaparecer.
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Pero, la verdad persistía, como las voces que se escuchaban en su corazón—ecos de su vida anterior—le recordaban lo que habia sido, lo que había hecho, lo que se había perdido. Está no era su refugio, no era el lugar donde había luchado. No era el mundo devastado que había conocido.
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"Mi cuerpo...¡Es diferente!." Susurró Cedric con dificultad, la aceptación llegó lentamente como si una espesa niebla se disipará en su alma, a medida que el sol se alzaba.
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Ya no era el hombre que luchaba por sobrevivir un día más en su vida anterior. Había sido arrancado de un mundo caído y ahora estaba aquí, dónde sea que fuera este lugar.
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En este lugar, en este cuerpo desconocido, "Riverwood", una palabra que surgió en lo profundo de su mente, mencionaba el nombre de una aldea en fragmentos que apenas lograba captar. Su alma, la misma que había mutado y marcado por el dolor, seguía vivo, pero, algo había cambiado.
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Cedric exhaló un suspiro silencioso, pero está vez más profundo que reflejaba cansancio. Como si intentase liberar la tensión, estuviera atado por unas cadenas invisibles.
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"¿Acaso está es la segunda oportunidad para mí? O ¿Quizás tenga algunas cosas que no hize?". Se preguntó Cedric de manera despectiva, pero a medida que esa idea comenzó a germinar en lo porfundo de su mente, lentamente comenzó a aceptar esa realidad.
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Aunque su pasado era una sombra que se desvanecía lentamente, su presente le ofrecía la oportunidad de experimentar nuevamente una nueva vida, un nuevo comienzo y un propósito más grande al que apuntar.
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Con esos pensamientos fluyendo en su mente, se quedó en silencio. Dejando que la oscuridad de sus recuerdos desvaneciendose lentamente, mientras comenzaba a adaptarse a este nuevo despertar.
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Cedric se levantó lentamente de la cama, aún sintiendo una extraña pesadez en su pecho, como si el aire mismo estuviera cargado con incertidumbre de lo que acaba de descubrir.
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El sonido de la madera crujiendo bajo sus pies fue lo único que rompió el silencio de la habitación. Cedric aún perdido en su pensamientos, miró brevemente a su alrededor, mientras observaba el entorno, algo captó su atención.
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Sobre una mesa de madera envejecida, un pequeño diario descansaba allí, con su tapa de cuero desgastado, como si esperase ser encontrado.
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Con una sensación inexplicable de curiosidad. Cedric se acercó al objeto y lo tomó entre sus manos. El peso era leve, pero al abrir la primera página, su vista se vio atraída por las palabras que parecían traer consigo una pesada carga emocional.
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El estilo de escritura aunque era algo infantil, era ordenado, casi meticuloso, pero las palabras estaban acompañadas con una sensación de tristeza palpable como si cada frase estuviera impregnado de melancolía de quién las había escrito.
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El nombre apareció en la primera página, escrito con tinta que había empezado a desvanecerse con el paso del tiempo. "Cedric Caelum".