—Ciudad de Prisdon, Arcadina .
Un rugido enfurecido se podía escuchar desde un salón masivo.
—¡Es verdad mi señor!... ¡es verdad!
—Mi señor... ¡por favor créanos!
Varios hombres podían verse gritando frenéticamente, mientras intentaban resistirse a los guardias que los rodeaban, quienes luchaban para arrastrarlos.
Aquellos dentro de la sala miraban a los hombres con lástima.
Habían caído del cielo al infierno en tan poco tiempo... suspiro.
Estos hombres eran previamente bien respetados y tenían cierta cantidad de poder en sus manos.
Pero después de ir a Baymard, parecía que en vez de eso se habían vuelto locos.
—¡Yup!
Aquellos hombres eran los mismos que habían sido electrocutados en Baymard hace un tiempo.
Los guardias arrastraban, jalaban e incluso tenían que golpearlos varias veces... antes de que pudieran sacarlos exitosamente de la sala.