—La Capital, El Imperio de Carona.
Santa se encontraba parado en el pasillo sin poder hacer nada, mientras miraba a su esposa lanzafuegos.
Todo su sentimiento de emoción había sido completamente arrasado por su fría aura.
No pudo evitar sonreír amargamente, mientras continuaba perspirando bajo su intensa mirada.
—¿Entonces, por qué llegas tarde otra vez?
¡Mientes, y estás muerto! —dijo la asombrosa belleza delante de él.
Santa miró a su futuro suegro, Carmelo... y a su abuelo suegro, Adrian... quienes actualmente estaban de pie al lado de Penélope, y les hizo señas para que le ayudaran un poco.
Pero para su consternación... el descarado dúo seguía mirando hacia arriba como si estuviesen pensando profundamente mientras fingían no ver sus gestos.
—¡Muchacho!... ¿estás tratando de meternos en problemas?
—Como ella es tu futura esposa, ¿no es lo correcto que tú te ocupes de ella?
—Emm, Esposita, ¿podemos hablar de esto adentro? —dijo él, sin poder hacer nada.
