—Pequeño Bro... ¿pero qué diablos es eso? —Santa miraba el enorme carruaje (maquinaria pesada) parecido a un monstruo mientras continuaba la construcción de lo que parecía un edificio incompleto.
Ha pasado un mes desde que Landon había pedido que se construyeran varias estaciones de policía, puestos militares y de la Marina.
Sintió que su cerebro acababa de presenciar algo que se suponía imposible.
Si alguna vez contaba lo que vio a alguien más, nadie le creería.
Seguro que lo llamarían mentiroso.
¿Dónde estaban los caballos que se suponía que empujaran el carruaje?
¿Era magia?
—Pequeño bro... ¿está a la venta?
—¡Ah!... ¡No me sonrías tan misterioso!
—Pequeño bro... ¿cómo puedes burlarte de mí así?
—¿Sabes que soy un comerciante y aún así me permites ver tal cosa?
—¿Cómo es esto justo? —Cuanto más miraba la máquina, más ganas tenía de llorar.
Hacía mucho tiempo que algo no lo emocionaba tanto... y sin embargo, no estaba a la venta.