—Su majestad, me temo que no sé dónde se encuentra actualmente el joven maestro.
—Pero le prometo que definitivamente le transmitiré su mensaje cuando lo vea —dijo uno de los subordinados de Santa.
Diciembre había llegado, y Landon había considerado prudente entregar personalmente la información sobre los negocios subterráneos a Santa.
Con información como esta, uno debía asegurarse de que no demasiadas personas se enteraran.
Porque si estas personas fueran amenazadas, uno nunca podría estar seguro de si preferirían revelar la información... o elegir morir con ella.
Por lo tanto, para mantener seguros a los subordinados de Santa, era mejor que permanecieran sin conocimiento de la situación.
Además, temía que si transmitía esas cartas, podrían perderse o caer en manos equivocadas en su camino hacia Santa.
—¡¡Muy bien!!... dile que estaré esperando su llegada!!
Una vez que los subordinados de Santa se marcharon, Landon se centró en la tarea de este mes.