—Angelina Dwight.
—Jenette nunca había olvidado los insultos que esta perra le había dado en la casa de subastas.
—¿¡Qué haces aquí? —gritó Jennette, con ira.
—Como estaban en sus aposentos privados, podía dejar de lado la actuación de loto blanco y mostrar su verdadero yo cuando quisiera.
—¡¡Woowww!!... Tranquila, princesa. —Viéndote, uno pensaría que eres algún tipo de animal salvaje en el bosque. Mira... incluso estás asustando a este pobre trabajador aquí —respondió Angela con una sonrisa encantadora en su rostro.
—Jugar con Jenette siempre alegraba su día.
—¡¡Perra, ve al grano! —gritó Barbara con ira.
—Suspiro... Solo vine aquí porque mi tío el rey tenía asuntos importantes que discutir con mi padre... así que inmediatamente pidió que me uniera a ti aquí. Además... te extraño mucho, ¿no me echaste de menos?.
—¿Quién diablos te echaría de menos?.. ¡lárgate de aquí ahora mismo! —gritó de vuelta Jenette.
—¿Estás segura?