Boom, boom, boom. En el cielo, la creciente malevolencia parecía transformarse en un feroz jiaolong causando estragos, mientras los cielos enviaban una calamidad de truenos para reclamarlo, constantemente cortando con relámpagos. Pero el jiaolong era extraordinariamente fiero, no solo resistiendo de frente sino también lanzando contraataques.
—¡Luchar contra los cielos!
—¿Qué había bajo la Ciudad de Hierro Negro para enfadar a los Cielos?
Todos estaban aterrados hasta la médula, corriendo por sus vidas hacia la salida.
No importaba cuántos guerreros Talentosos Celestiales hubiera entre ellos, solo les quedaba temblar de miedo ante tal poder.
Todavía estaban lejos de ese nivel.
Tanto si era Yuan Tiangang, una vez el número uno en el Estado Cang, o Yue Feng, que había ganado prominencia más tarde en la vida, ahora todo lo que podían hacer era palidecer y apresurarse con la cabeza baja. Presumir frente a tal poder era un acto de cortejar a la muerte.
La salida estaba a la vista.
