—Chu, creo que tu cocina es incluso mejor que la de los chefs de hoteles de cinco estrellas. Cuando el Presidente Zhan Bingxue invitó a Xiaowen y a mí a cenar en el Gran Hotel Tianxiangyuan, sentí que el bistec de carne de Kobe no estaba tan delicioso como tu guiso de carne con papas —dijo alguien—. ¡Quien se case con Chu en el futuro, eso sería verdaderamente la fortuna de ocho vidas!
Luego de dos copas de vino tinto, las atractivas mejillas de Zhao Shuangshuang se sonrojaron tentadoramente, sus ojos ligeramente borrosos mientras miraba a Chu Mo. Sus palabras eran una mezcla de sinceridad y adulación.
—Chu Mo bebió el último sorbo de vino de su copa. Los cinco habían consumido dos botellas de vino tinto. Para un bebedor experimentado, esta cantidad apenas era suficiente para humedecer los dientes, pero ni Chu Mo ni las cuatro chicas tenían alta tolerancia al alcohol, así que incluso dos botellas de vino tinto eran suficientes para enrojecer las mejillas de todos.
