```
—Joven, como he dicho antes, ya no quiero esta antigüedad de doce millones y la considero como hacer un nuevo amigo. Mi sinceridad está aquí mismo —dijo Wang Hao—. Fuiste tú quien insistió en pagar. Los jóvenes tienden a ser de sangre caliente, llenos de vigor juvenil; lo entiendo. Pero si preguntas por ahí en la Ciudad Z sobre mí, Wang Hao, ¿quién no me conoce?
—Como alguien que lo ha vivido todo, todavía te aconsejaría que dejes margen para maniobrar para que puedas volver a encontrarte en el futuro sin acritud. No quemes todos tus puentes y te causes problemas innecesarios a ti y a tu familia —continuó con su consejo.
Wang Hao, sujetando un par de gafas de sol y luciendo una cabeza calva y brillante, parecía tenso. Con una altura aproximada de 1,9 metros y un peso de alrededor de 180 a 190 libras, todo en él era músculo macizo. Para la gente ordinaria, definitivamente parecía una figura temible, no alguien que se deba provocar a la ligera.