—¡Piérdete! —Con un casual gesto de su mano, Guo Ding Quan fue fácilmente lanzado por Ling Han, y con un 'pu', se estrelló contra la pared más cercana.
—¡Bastardo! —Guo Ding Quan se levantó y gritó encolerizado. Realmente estaba a punto de morir de pura furia. Como alquimista, alguien que era respetado y venerado por todos, había sido realmente presionado sobre una mesa, el vino había salpicado por todo su rostro, y hasta había sido lanzado para estrellarse contra una pared.
Afortunadamente, la cena aún no había sido servida. De otro modo, su rostro habría sido aún más colorido, decorado por una multitud de platos.
—¿Quieres intentarlo otra vez? —preguntó Ling Han fríamente. Este no era el primer alquimista al que había vapuleado, y definitivamente no sería el último.
