—Señoras y señores, buenas noches —dijo ella—. Estoy muy contenta de que hayan podido venir a mi concierto...
Justo cuando Sara comenzó a hablar, el aplauso abrumador del público la interrumpió, sus rostros enrojecidos por la emoción, sus palmas rojas de tanto aplaudir.
Esto no fue una sorpresa, ya que Sara solía marcharse inmediatamente después de actuar sin decir una sola palabra, pero hoy, habló antes incluso de empezar a tocar.
Sara hizo un gesto con la mano y el recinto quedó en silencio de inmediato, una hazaña que quizás ni siquiera soldados bien entrenados podrían lograr.
—¡Hoy es el día más feliz de mi vida! —La voz de Sara se quebró—. ¡Porque la persona que he estado esperando por fin ha venido a ver mi espectáculo!
La mirada de Sara permaneció fija en una dirección, su profundo afecto palpable para cualquiera.
El público estaba conmocionado, las implicaciones de las palabras de Sara enviaron sus mentes a mil por hora.