Para cuando Su Chen regresó a la villa de Lin Ruoxue desde el complejo del comité del partido municipal, ya eran casi las siete. Tan pronto como entró por la puerta, olió el delicioso aroma que flotaba en el aire.
—¿Hermana Wang, qué plato delicioso has preparado? —preguntó Su Chen con una sonrisa.
—¿Ya volviste? ¿A dónde fuiste hoy otra vez? —En ese momento, una débil voz surgió del sofá. Aunque no era tan fría como antes, Su Chen todavía podía detectar una pizca de insatisfacción.
—Oh, cariño, ¡tú también has vuelto! —Sin dudarlo, Su Chen se dirigió al lado de Lin Ruoxue, pero justo cuando estaba a punto de rodear su fragante hombro con el brazo, Lin Ruoxue lo apartó con una expresión fría:
— Mira la hora.
—Al oír esto, Su Chen se sorprendió.
Sabía que previamente, sin importar cuando regresara, Lin Ruoxue apenas le preguntaba al respecto. ¿Qué tenía de diferente hoy?