—¿Qué es exactamente lo que pasó? —Aunque sentado en una silla de ruedas, el aura de Liu Qing presionaba tanto a la multitud que ninguno de ellos se atrevía a levantar la cabeza, ¡tal era el poder de un superior!
Al escuchar las palabras de su joven maestro, nadie en el grupo abrió la boca. ¿Quién querría atraer fuego y ser el primero en hablar en un momento como este?
Al ver que nadie hablaba, ¡Liu Qing se vio inmediatamente envuelto por una marea creciente de ira sin nombre!
—¡Inútiles! ¡Un montón de idiotas inútiles! —Liu Qing estalló en una letanía de maldiciones antes de señalar a un hombre de mediana edad vestido con un traje negro y gafas con montura dorada—. Lu Hua, eres el jefe del departamento de inversiones. ¡Tú habla!
Para entonces, no había manera de que el hombre llamado Lu Hua se escondiera, así que tuvo que adelantarse:
