Xia Qiuru estaba completamente desconcertada, ¡su mente en blanco!
—Está bien, ¿tienes curitas en casa? —preguntó entonces Su Chen.
—¡Sí, sí! —al escuchar la voz de Su Chen, Xia Qiuru salió de su trance y respondió apresuradamente.
Xia Qiuru tropezó hacia la habitación, cerró la puerta y se apoyó en ella, su cuerpo se desplomó.
—Se tocó la mejilla con la mano, sintiendo como si tuviera la cara en llamas, y su corazón latía sin parar —tardó varios minutos antes de sentirse un poco mejor, y Xia Qiuru de repente recordó que había entrado a buscar una curita.
Cuando Xia Qiuru regresó a la cocina, se negó rotundamente a dejar que Su Chen se quedara más tiempo y, reuniendo todas sus fuerzas, lo empujó hacia afuera.
Su Chen apretó los labios y se fue de mala gana al sofá, continuando hojeando las revistas que encontraba aburridas.
Después de un rato, Xia Qiuru salió apurada y fue directamente a la puerta principal.
