Después de terminar su cultivo, Su Chen tomó un baño y luego se ocupó nuevamente del desayuno.
Para él, hacer el desayuno ya no era una carga, sino que se había convertido en un placer.
Todo estaba listo justo cuando Lin Ruoxue se levantó.
A diferencia de la charlatana Ruohan, Lin Ruoxue parecía muy silenciosa durante el desayuno, evitando incluso la mirada de Su Chen.
Lo que Su Chen no sabía era que el corazón de Lin Ruoxue no estaba en paz. Esa mañana, cuando no vio a Su Chen en la habitación, se asustó sin razón aparente.
Se apresuró a abrir la puerta del dormitorio y, al ver a Su Chen ocupado en la cocina abajo, se sintió aliviada.
—¿Cuándo se volvió tan importante para mí este chico malo? —se preguntó.
Este hecho fue difícil de creer para Lin Ruoxue, sin embargo, sucedió, comenzando inexplicablemente en algún momento desconocido.
La mente de Lin Ruoxue estaba en tumulto, y comió su desayuno apresuradamente antes de irse a trabajar.