—¡Huo Tian, vamos! —dijo Zhou Heng a la celestial doncella sin par que languidecía ociosamente aburrida—, y ambos entraron de nuevo en el pabellón. Tras pasar, llegaron a la boca del jardín donde los restos del qi de espada todavía estaban hirviendo.
Zhou Heng sintió la zona y no pudo evitar exclamar suavemente porque el poder del qi de espada estaba debilitándose.
¡Como las restricciones en el valle antes, se debilitaba con el tiempo!
Zhou Heng aproximadamente adivinó lo que estaba sucediendo.
Este pedazo del Continente de Hadas debió haber estado ubicado dentro de alguna grieta espacial donde el paso del tiempo era probablemente peculiar, manteniendo todo casi en su estado original. Pero una vez apareció del vacío, todo volvió a la normalidad.
Como resultado, las mortales dañadas restricciones del valle rápidamente se desintegraron, y también este qi de espada, aunque a una tasa mucho más lenta.
