—Entonces volveré a País del Mar Divino contigo —dijo Yang Xiaotian al enterarse de que era el sexagésimo cumpleaños de su abuelo.
Habían pasado algunos años desde que había visto a su abuelo.
En su memoria, su abuelo había sido muy bueno con él, siempre comprándoles muchos dulces a él y a su hermana cada vez que lo visitaban.
También quería volver y ver cómo estaba la Academia de la Espada Divina, ya que aún era el Maestro del Salón de la Espada allí.
Se preguntaba cómo sería ahora la Academia de la Espada Divina.
Yang Xiaotian se sentía algo emocionado.
Aún recordaba claramente la escena cuando Chen Yuan lo llevó de la Mansión de la Familia Yang a la Academia de la Espada Divina.
El tiempo voló y, en un abrir y cerrar de ojos, habían pasado varios años.
—Bien, volveré ahora mismo para prepararme con tu padre. Regresaremos a País del Mar Divino mañana —dijo Huang Ying con una sonrisa, muy feliz de escuchar que su hijo volvería a País del Mar Divino con ella.