—¡El poder del Camino de la Espada va a ser exterminado, ancestros, rompamos ahora! —rugió el anciano Long Hao.
—¡Así es, en lugar de estar sentados como patos, es mejor que rompamos! —Otro ancestro, Liang Yafei, también desenvainó su espada y rugió—. ¡Incluso si morimos, arrastraremos a gente de las cuatro Sectas Supremas con nosotros!
Uno tras otro, los ancestros de la Secta Divina del Dragón Verdadero desenvainaron sus espadas, haciendo eco del sentimiento con ira.
Li Zhengqing miró a Long Hao, Liang Yafei y a los demás, determinados a luchar hasta la muerte, pero sus cejas estaban fuertemente fruncidas.
Si solo hubiera gente de las cuatro Sectas Supremas afuera, podrían ser capaces de luchar hasta la muerte y escapar, protegiendo a un grupo de discípulos, pero ahora había más que solo gente de las cuatro Sectas Supremas afuera.
¡También estaba el Dios Espada del Cielo Demoníaco!
