El sol de media mañana se filtraba a través de las grandiosas ventanas de la hacienda de la familia Silver Stokes, proyectando un tono dorado y cálido a través del lujoso salón. La vasta cámara, con sus techos altos y vigas de madera tallada intrincadamente, zumbaba con una mezcla de anticipación y celebración.
Gordo, quien está durmiendo en una pequeña habitación de invitados de la hacienda de la familia Silver Stokes, despertó al sonido de los tambores ceremoniales. Limpiándose la cara, se apresuró a bajar para ver qué estaba pasando.
—¡Eh, detente...! —La jefa de las sirvientas, que está dando órdenes a los sirvientes en la esquina, detuvo rápidamente a Gordo de entrar en el salón donde se estaba desarrollando una gran reunión.
—¿Qué pasa? ¿Por qué me detienes, tía? —preguntó Gordo a la sirvienta mientras miraba la gran reunión en el salón.