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—Dama Clark —la profunda voz de Anjan resonó por la sala mientras se inclinaba, presentando la hoja con ambas manos.
Los ojos de Alma brillaban con una intensidad rara al tomar la hoja. Al leer el mensaje, una sonrisa, tanto orgullosa como enigmática, curvó sus labios. La habitación se quedó en silencio, todas las miradas puestas en ella.
—¿Qué es, Alma? ¿Algúnas buenas noticias? —preguntó su padre, el venerable patriarca de la familia Clark. Su voz, aunque envejecida, llevaba una gran preocupación.
—Sí, padre —respondió Alma, su voz resonando con una mezcla de triunfo y presagio—. Acabo de descubrir que mi hijo tiene el cuerpo elemental divino, como su padre. Necesito asignar recursos para nutrir su Dao elemental.
Un murmullo de emoción zumbó por la sala. El patriarca se inclinó hacia adelante, sus ojos brillantes con una mezcla de orgullo y expectación.