Kent pagó primero a la señora mayor 1.5 millones y guardó todos los materiales raros de alquimia en su anillo de almacenamiento. Después de arreglar todo, Gordo y Kent salieron de la torre subterránea. La señora regordeta, Tata Lan, los siguió detrás.
—Gran hermano, ¿tienes hambre? Conozco un buen lugar para comer. No te preocupes, yo invito —dijo Tata con una sonrisa emocionada.
—Chica, primero responde a mi pregunta. ¿Por qué actúas tan cercana a mí? ¿Necesitas alguna ayuda? —preguntó Kent con una mirada inquisitiva.
—Gran hermano, ¿cómo puedes ser tan directo? Primero visitaremos un buen lugar para comer. Responderé a todas tus preguntas mientras comemos. Vamos —se giró Tata Lan para liderar el camino.
—Espera... —Kent intentó detener a la señora ya que sintió que podría haber algún malentendido. Pero Gordo lo detuvo con una amplia sonrisa.