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Dentro del edificio administrativo de la Arena, Kent y Mia se sentaron solos, uno al lado del otro. Sofía y Lucy ya se habían ido a la secta y se habían llevado a Amelia con ellas.
Gordo y sus padres siguieron a Mei Bai a la calle comercial de la ciudad. Se ocuparon de tomar control del negocio de la familia Chen.
Kent llenó el vaso con vino y se lo pasó a Mia. Mientras escuchaba con calma, Mia continuaba hablando sin parar.
—Kent, cuando mis discípulas de la secta hablaban de tu nombre, nunca esperé que fueras tú. No sabes lo que sentí cuando vi tu foto en la entrada de la Arena. ¿Cómo aumentaste tu cultivación tan rápido?
Mia no dejó espacio alguno para que Kent respondiera. Mirando su rostro emocionado, Kent disfrutaba del vino.
—Por cierto, ¿alguna vez piensas en mí después de aquella noche? Pero yo nunca te olvidé. Tu rostro y los recuerdos de esa noche siempre están en mi mente.