Mientras Kent seguía a la Princesa Fénix hacia el bosque de la basura, estaba rodeado de una vista impresionante. El aire estaba lleno de miles de pájaros fénix, cuyas coloridas plumas iluminaban el cielo. Habían hecho sus hogares en la montañosa ladera rocosa, creando bolsillos y nidos que sumaban a la belleza del paisaje.
Mientras caminaban, Kent notó que algunos de los pájaros fénix se estaban reuniendo detrás de él, observándolo con miradas intensas. La princesa lo guió hacia una gran cueva rocosa donde vivía el Señor Fénix. Cada ave que pasaban miraba a Kent con una mezcla de curiosidad y sospecha.
Mientras Kent seguía a la Princesa Fénix hacia la cueva, presenció una vista que lo llenó de asombro. El Señor Fénix se sentaba en un trono de roca fundida, sus plumas doradas resplandeciendo en la luz tenue. A su alrededor, un círculo de pájaros fénix ancianos se sentaban, sus ojos girando lentamente hacia Kent.