—¿Cómo quieres hacer esto? —dijo Ye Chen frunciendo el ceño cuando encontró la mirada provocativa del Maestro Yang.
—¡Es simple! —El Maestro Yang sonrió y extendió dos dedos mientras anunciaba:
— 2 kilómetros. Quien alcance los 2 kilómetros ganará. Si pierdes, tu Renault Sherpa será mío, y viceversa, mi Land Rover será tuyo.
—¿Y si tú pierdes? —dijo Ye Chen con una sonrisa.
—No perderé. Debes saber que yo, Yang Feiyu, soy apodado el Príncipe de la Velocidad de Hong Kong —dijo el Maestro Yang con total confianza.
¡Tos, tos, tos!
El anciano vestido con indumentaria tradicional a su lado no podía dejar de toser.
Yang Feiyu se dio cuenta de que había revelado su nombre y su procedencia. No pudo evitar sentirse molesto.
—Entonces, ¿vienes? —dijo molesto.
—Si pierdes, no me molestarás más y te mantendrás lejos de mí —dijo Ye Chen con calma.
—¡Claro! —Yang Feiyu no pudo dejar de asentir mientras su coche se detenía.
