—¡Sr. Ye, ha llegado! —saludó el anciano.
—¿Cómo que estás tú aquí? ¿Dónde está la Srta. Yao? —preguntó sorprendido Ye Chen.
—La Srta. Yao ha vuelto a la Montaña de Medicina Espiritual, pero me dejó lo que quería entregarte —observó cuidadosamente el Viejo Fu la expresión de Ye Chen.
—De acuerdo, entrégamelo entonces —dijo Ye Chen.
—No hay prisa, Sr. Ye. Para agradecerle por vendernos la Píldora de Reparación de Corazón, la Srta. Yao organizó un banquete exclusivamente para usted antes de irse. Me ordenó darle un buen trato —El Viejo Fu colocó su mano sobre el hombro de Ye Chen de manera casual después de decir eso, pareciendo muy amigable.
—La Srta. Yao es demasiado amable —sonrió Ye Chen mientras entraba al Hotel Maojia y se dirigía directamente al tercer piso.
—¿Por qué no hay nadie en este hotel? —no pudo evitar preguntar Ye Chen.
—¿Acaso no estamos haciendo todo esto por usted? Reservamos todo el hotel para la noche para que nadie lo interrumpa —respondió el Viejo Fu.
