—En un asiento junto a la ventana en el segundo piso de un restaurante de pato asado, Ye Chen tomó una servilleta y limpió la boca de su hija después de que ella terminó medio pato asado al horno. Él dijo sonriendo:
— Mi amor, ¿estás llena?
—Papá, ¿dónde fue Lindo?
La niña eructó y sintió que era un desperdicio mientras miraba la mitad restante del pato asado en la mesa:
— Mengmeng no puede terminarlo. Sería genial si Lindo estuviera aquí.
—Ya envié a Lindo. Debería estar en camino —Ye Chen estaba entre lágrimas y risas. Llamó al camarero y salió del restaurante después de pagar la cuenta mientras cargaba a la niña. Se decía a sí mismo secretamente:
— No es de extrañar que Pekín fuera la capital del país. Con todo tipo de comida, era como el cielo para los glotones.
Un Mercedes Benz negro estaba estacionado afuera.
Cuando se abrió la puerta del automóvil, un joven salió del coche. Se acercó a Ye Chen y lo llamó respetuosamente:
— Mi señor.
