Después de revelar su identidad, Shi Hao comenzó a moverse.
Debido a la importancia significativa de las Piedras Espirituales, se requería un registro corporal estricto para cualquier persona que entrara o saliera del área minera para asegurarse de que nadie sacara Piedras Espirituales de contrabando. Shi Hao no era la excepción.
Después de siglos de excavación, el área minera se había vuelto llena de agujeros. Si uno pudiera ver toda el área desde abajo, se parecería a un nido de avispas.
Caminó por los túneles mineros, frotando su mano contra la pared. Estos túneles habían sido excavados cientos de años atrás y estaban llenos del aroma de la historia.
Después de caminar durante mucho tiempo, las marcas de la minería gradualmente parecían más nuevas. Un poco más adelante, se podían ver mineros balanceando sus picos, sudando.
La presencia de Shi Hao no los perturbaba en lo más mínimo; parecían entumecidos, como si hubieran perdido sus almas.