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Chapter 4 - capitulo 4 El ángel se apodera de mi cuerpo

capítulo 4 el ángel se apodera de mi cuerpo

Antes de entrar a mi casa, me quedé en la entrada, recostada en la puerta, recordando el beso con Alex. Lo suaves que eran sus labios; sentía cómo mi cuerpo se estremecía al recordar la unión de nuestros labios. Este chico tenía el don de poner mi mundo boca abajo. Estaba un poco excitada por lo que pasó y a la vez no quería entrar a la casa para que no vieran mi rostro rojo. Me mordí el labio inferior por estar perdida en mis pensamientos. No me di cuenta de que a mi lado estaba mi esposo que estaba parado frente a mí cuando él me habló, hizo que volviera a la realidad.

—Cariño, ¿te pasa algo? —preguntó Marcos.

Di un brinco, volviendo en sí, un poco apenada por haberme visto de esta manera. Le respondí sin verlo a los ojos porque, por una parte, me odiaba por haber besado a otro hombre.

—Estoy bien, cariño, solo un poco agotada, ya que fue un día muy agitado en la universidad —dije.

Él me dio un beso en la frente y, con sus dedos, me alzó el rostro para que lo viera a los ojos. En ese momento, mis pensamientos empezaron a atormentarme: le fallaste como esposa.

—Ve a darte un baño, así te relajas un poco y después descansas —dijo Marcos.

Él me abrió la puerta de la casa para que yo entrara. Saludé a mis dos hijos y me disculpé con ellos y les mentí, diciendo que tenía dolor de cabeza.la verdad es que no quería estar con ellos porque no quería verlos a los ojos; me sentiría mal por haberles fallado como esposa y como madre. Al entrar a mi cuarto, me dirigí al baño, donde me metí en la bañera. Al terminar de darme el baño, me fui a mi cama, donde daba vueltas sin poder dejar de pensar en Alex. Al cerrar los ojos, volvían las imágenes del beso con Alex; sentía cómo un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Siento que mi esposo está por entrar al cuarto; apago la TV y me hago la que estoy dormida porque no tenía ganas de hablar.

Siento cómo él se acuesta a mi lado y me da un beso de buenas noches. Cuando siento que él ya se había quedado dormido, me siento en el borde de la cama porque no puedo dormir. Miro a mi esposo mientras duerme. Es un hombre muy guapo y atractivo; casi no se le nota la edad con su pelo castaño y su barba. Muchas mujeres mueren por estar con un hombre como él. Es un hombre que se preocupa mucho por el bienestar de su familia; es muy dedicado a su trabajo. Últimamente no lo veía como lo veía antes. Desde que entré a la universidad, algo cambió en mí que hacía que yo misma me desconociera. Tomé una pastilla para poder dormir porque, si no, me volvería loca por tanto pensar. Lo que pasó, pasó.

Al día siguiente, por ser fin de semana, no tenía que ir a la universidad. No tuve que ver a Alex por dos días. Apagué mi celular todo el fin de semana porque no quería saber nada de nadie; solo quería pasar bien con mi familia y meditar por las mañanas. Pero dentro de mi ser sentía un vacío que no se me quitaba con nada de lo que hiciera. Quería que la tierra me tragara

Al pasar el fin de semana, ya era hora de volver a la universidad, y estaba nerviosa por cómo iba a reaccionar al ver a Alex cara a cara después del beso. El viernes, al llegar al lugar donde dejo mi carro, él estaba parado esperándome. Cuando terminé de bajarme del coche, él me cogió de la mano y me llevó detrás de un carro más alto que el mío, donde nadie nos viera. Me puse muy nerviosa, porque no sabía qué iba a pasar, ya que éramos dos personas que sentíamos atracción por el otro. En ningún momento lo miré a la cara; mi mirada permaneció fija en el suelo. Fue entonces cuando él tomó mis manos con las suyas, las de él estaban todas sudadas; sentía que él también estaba muy nervioso como yo. Hasta que escuché su voz con un tono demasiado suave, casi inaudible.

—Lo siento mucho por haberte besado el viernes sin tu consentimiento. Quiero que me perdones por mi actitud; no se por que me dejé llevar haci —dijo Alex.

Le respondí con un toque juguetón:

—Tranquilo, solo fue un beso, no es como si fuera el fin del mundo. No tienes que pedirme perdón; fue un error de los dos, no sabíamos lo que estábamos haciendo ese día —dije.

—Pero no respondiste los mensajes que te envié el fin de semana, eso me hizo que sintiera una sensación en el pecho horrible que había arruinado nuestra amistad, Ana —explicó Alex.

Lo miré; nuestras miradas se encontraron, y con una sonrisa, le respondí:

—Hagamos como si esto no hubiera pasado. Así, no nos sentiremos mal por lo que ocurrió. Todo seguirá igual entre nosotros; la única relación que vamos a tener es la de compañeros de clase —dije.

Él aceptó, pero era fácil decirlo; era muy difícil ponerlo en práctica, porque no había un botón que devolviera el tiempo ese día para evitar que sucediera lo del beso. Ya en el aula, me enfoqué en mis estudios, pero era muy difícil cuando tienes al chico que te besó a tu lado. En momentos, desviaba la mirada, que de inmediato se fijaba en sus labios, haciendo que sintiera un escalofrío en todo mi cuerpo. No me estaba comportando como una mujer de 40 años, sino como una jovencita de 15 años cuando le dan su primer beso. Así me estaba sintiendo. Volví a la realidad cuando la maestra nos ordenó que el viernes teníamos que presentar un avance del proyecto. Murmuré en mis pensamientos: Mierda, ¿qué voy a hacer? No puedo estar a solas con este chico porque no sabía qué podría pasar. ¿Sería que estaba enfrentando la crisis de la mediana edad?.

Decidí que teníamos que reunirnos donde haya más personas; así, podría evitar cualquier cosa de la que me pudiera arrepentir el resto de mi vida. El único lugar donde no pasaría nada entre los dos sería mi casa, ya que estaría acompañada de mi familia. Alex al principio no estuvo de acuerdo, y ya que no quería tener problemas con mi esposo, aceptó cuando le sugerí que iba a llamar a Marcos para avisarle que iba a casa con mi compañero para segir con el proyecto de universidad.

—Hola, cariño —dije.

—Hola, amor. Dime, ¿te pasó algo? Cuéntame, es que tengo poco tiempo porque me voy a reunir con unos clientes —respondió Marcos.

—Te aviso que hoy voy a ir con mi compañero de clases para seguir realizando el proyecto —dije.

Él se demoró mucho en responder.

—Ok, está bien. Nos vemos en la noche, cariño. Me tengo que ir —dijo Marcos.

Al terminar de hablar con mi esposo, Alex ya estaba más tranquilo . Después de las clases del día, ambos nos dirigimos a mi casa para seguir con el proyecto que debíamos entregar el viernes. El viaje hacia mi residencia fue muy incómodo, una tensión palpable entre los dos. Al llegar a mi casa, Alex casi no sale de mi carro; no sabía quién de los dos estaba más nervioso.

Cuando llegué hasta la puerta, nadie respondía al sonido del timbre en la casa . Entré a la casa y entonces me percaté de que hoy era lunes, mis dos hijos llegarían tarde porque tenían entrenamientos, y Nico, el conductor de la casa, se quedaría con ellos. Mi suegra llegaría de noche, ya que estaba en casa de una de sus amigas, y Isabel, mi empleada, se encontraba haciendo las compras de la comida para la semana.

Al entrar los dos a la casa, el silencio era abrumador. Le indiqué a Alex que fuera a mi estudio mientras yo iba a la cocina a buscar algo de beber. Al llegar a la cocina, murmuré para mis adentros: "¿Qué es lo que quieres de mi destino por que me haces esto o es un castigo? ¿ O me estás poniendo a prueba a ponerme esta tentación?" Volví al estudio, donde Alex me esperaba sentado en el sofá. Se paró para recibir el vaso de jugo de naranja que le ofrecí. Lo observé mientras lo tomaba no podía quitar la mirada a él ; al terminar, el puso su vaso en la mesita junto al sofá..

El se fue acercando a mí, mientras yo daba un paso hacia atrás hasta chocar con mi escritorio. Estábamos tan cerca que podía sentir su respiración, y mi corazón latía con fuerza. Me repetía que esto era una prueba del destino. Cuando se acercó más, ya sentía su aliento en mi cuello. Haciendo que tragara un poco de saliva, estaba a punto de explotar de la ansiedad. Emití un leve gemido cuando él puso sus manos en el escritorio; mis manos sudaban demasiado, y noté que en sus ojos había un brillo que no dejaba de observar. Era como si me hubiera hipnotizado.

Finalmente, nuestros cuerpos estuvieron uno frente al otro. Nuestros labios se fusionaron en un beso lleno de pasión. Cuando él se separó, sentí el impulso de continuar. Mi respiración se aceleró, y cuando él besó mi cuello, de mi escapó un gemido. Sus manos comenzaron a explorar mi cuerpo, y yo me aferraba a él. En ese momento, lo único que me importaba era estar con Alex para que este encuentro fuera infinito.

Sentí su bulto contra mi entrepierna y decidí atreverme. Comencé a desabotonar su pantalón mientras su mano jugaba con mi clítoris. Mientras que su otra mano se abría camino bajo mi blusa, alcanzando mi pecho. Emití un leve gemido al sentir las yemas de sus dedos tocando mis pezones, provocando que todo mi cuerpo se estremeciera aún más. Cuando su pantalón cayó al suelo,llevé mi mano hasta el gran bulto que se notaba en sus boxers, provocando que Alex gimiera un poco.

Lo alejé un poco de mí y me agaché así mi rostro quedara a la altura de su entrepierna. Con mis manos a cada lado del elástico de su bóxer, lo fui retirando despacio. y fue apareciendo a mi vista su miembro.A primera vista, era más pequeño que el de mi esposo, pero su grosor se hacía notar. Me mordí el labio inferior mientras sentía cómo mi parte íntima goteaba de la excitación que me provoca este chico. Pasé la lengua por el grande de su miembro, haciendo que Alex soltase unos leves gemidos.

Comencé a besar el tronco de su miembro hasta llegar a sus testículos, dándome cuenta de que Alex no tenía mucha experiencia con mujeres; lo notaba muy nervioso. Al terminar de besarle, decidí no hacer sexo orar que lo que había pensado, ya que sabía que si lo hacía, él se vendría la segunda chupada que le diera su miembro. Mis pensamientos de preocupación se fueron. Me puse de pie y me acerqué a él y lo atraje hacia mí, poniendo mis manos alrededor de su cuello mientras lo besaba. Sus labios eran suaves; nuestras lenguas jugaban entre ellas. Él me quitaba la blusa y dejaba mi pecho con el sostén al descubierto, que ya estaba muy duro por la excitación.

Alex se alejó un poco, y yo noté cómo él bajaba una de sus manos hasta el cierre de mi falda. Con rapidez bajó el cierre, haciendo que la falda cayera al suelo, dejándome en ropa interior. Alex se babeaba al verme así, con ese conjunto que lleva ese dia: el sostén era negro con bordes rojos y la tanga roja estampada con rosas negras. En ella se notaba lo húmeda que estaba por este encuentro.

Alex se acerca a mí, poniendo sus manos en mis piernas y las fue subiendo hasta llegar a mi cintura, haciendo que sintiera una descarga de electricidad recorrer todo mi cuerpo. En ese momento, él me gira, de modo que mi trasero quede a la vista. Siento cómo sus dos manos se apoderan de mis nalgas y de cómo pasa un dedo por debajo de la tela de la tanga que divide a las dos, haciendo que se ajustara en mi zona íntima. haciendo que me estremeciera más cuando él me da una nalgada, provocando que escape un leve gemido de mis labios.

Al terminar de darme unas cuantas nalgadas, Alex coloca sus manos en mi cintura, empujándome un poco hacia atrás, haciendo que me apoyara mis manos en el escritorio. En esa posición, él tiene la mejor vista de mi trasero. En ese momento, él hace mi calzón de lado y me estremezco de nuevo al sentir sus dedos en mi zona íntima, mordiendo mi labio inferior para ahogar mis gemidos. Después siento el peso de su miembro entre mis nalgas, restregándose contra ellas varias veces.

Ya estaba deseando sentirlo dentro de mí; era la primera vez que lo haría con alguien que no fuera mi esposo. Pero, no importaba. Quería disfrutar de lo que estaba viviendo con este chico que me traía loca desde el beso.

Me recuesto más en el escritorio, dejando que mi pecho se posará sobre la superficie del escritorio, y abrí más mis piernas para que él supiera que estaba lista porque quería ser suya por esta vez. De Inmediato el con su mano llevó su miembro hasta mi intimidad en empeso restregándose contra mi vagina y a mi humedad, le facilitó la penetración. Aunque su tamaño era más pequeño que el de mi esposo, era más grueso que el de Marcos, lo que hacía que, al tenerlo dentro de mí, me estremeciera aún más.

Alex lo introdujo lentamente,provocándome que gemir más fuerte conforme iba entrando mi interior cuando ya la tenía dentro de mi . Él comenzó a sacarlo y meterlo, demasiado rápido y el roce de su miembro contra mis paredes íntimas me causaba algo de dolor. Al final, lo retiró por completo, pero en un impulso, lo metió de golpe, provocando un sonoro gemido mezclado de excitación y dolor. La intensidad de la penetración me llevaba al borde de las lágrimas, pero al mismo tiempo, eso me excitaba aún más porque este chico me estaba dominado.

El choque de nuestros cuerpos se escuchaba en todo el estudio, mezclados con nuestros gemidos. Sentía todo mi cuerpo empapado en sudor mientras intentaba poner mi mano en su pecho, ya que con este ritmo, el chico podría llegar al límite muy rápido. Al poner mi mano en su pecho, él bajó la velocidad de la penetración. y así podía descansar un poco del dolor que sentía, y comenzar a disfrutar este encuentro con él la excitación que me provocaba. Al sentir cómo su grueso miembro llenaba toda mi vagina, haciéndome que me pegara aún más al escritorio, apretando mi pecho contra él escritorio y abriendo un poco más las piernas.

Llevé mis manos a mis nalgas, separándolas un poco para facilitar la penetración. Los roces de su cuerpo y el mío eran cada vez más intensos. Ya no sentía aquel dolor de antes; la penetración se había vuelto mucho más placentera. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que estaba cerca de alcanzar el clímax y un murmullo escapó de sus labios, ya no aguantaba más. Entonces, siento que su miembro empieza a palpitar dentro de mi , y de repente, lo siento llenando mi ser con su esperma caliente.

Cuando él se retira, una parte de su fluido baja por mis piernas. Me acomodo en el escritorio mientras él se aleja hacia el sofá, con la respiración aún agitada y algo cansado. No les miento que me decepcione un poco por averse se viniera tan rápido; ya que los nervios le ganaron a Alex dejándome demasiada excitada.

Él me miró, y sentí una ola de frustración porque aún no había llegado a mi clímax. Llevé un dedo a mi intimidad y recogí una parte de los fluidos de ambos, disfrutando el sabor que hacía al mezclarse los del con los míos, mientras lo miraba. Me acerqué a él y, con un movimiento decidido, me quité la tanga, dejándola en el suelo, llegando a la mesita que está junto al sofá. Me puse en cuatro y gateó hasta llegar a él, abriendo un poco sus piernas con mis manos.

Su miembro había perdido la erección y había restos de su esperma en el grade de su herramienta de caren . Sin quitarle la vista, pasé mi lengua, recogiendo el resto de su semen y disfrutando su sabor. Con mi mano, lo empecé masturbar suavemente para que su miembro recuperara el tamaño adecuado. Lo miré de nuevo a los ojos y le dije:

—Es hora de que pagues por haberme calentado, Alex.

Al decirle esto, su miembro creció aún más en mi mano.

—¿Cómo debo pagarte, querida Ana? —preguntó él.

—Hoy serás mi potro; te voy a cabalgar como nadie te lo ha hecho —respondí, sonriendo.

Me levanté del suelo hasta que nuestros labios se encontraron de nuevo en un beso lleno de lujuria. Sus manos se posaron en mi espalda, quitándome el sostén. Al separarnos, mi pecho ya estaba completamente desnudo ante él. Yo me senté encima de él mientras él acariciaba mis pechos. Con una mano, dirigí su miembro hacia mi intimidad, y lo fui introduciendo lentamente. Su esperma, mezclado con mi humedad, funcionó como lubricante. Sentí una punzada de dolor al meteoro de golpe haciendo un leve gemido de dolor , pero luego me quedé quieta para acostumbrarme ya que esta vez su miembro estaba más grueso que antes mientras él comenzaba a acariciar con su lengua mi pezón, haciéndome que me excitara mas de lo que estaba.

Empecé a moverme arriba y abajo, con ritmo lento y luego aumentando el ritmo. Necesitaba ver las expresiones que él hacía. Junté mi rostro con el suyo, y sin dejar de moverme, nos besamos de nuevo. Nuestras lenguas se entrelazaron mientras yo aceleraba el ritmo de la penetración. El choque de mis nalgas contra sus piernas se escuchaba claramente en todo estudio, y los gemidos de ambos se perdían en el beso. En esta posición yo era la que dominaba, subía lento y baja de golpe haciendo que Alex se excitara más pegara subes gruñidos.

Dejamos de besarnos un momento y él presionó su rostro contra mis pechos, empezando a chupar con intensidad haciéndome gemir sonoramente. En ese momento subí el ritmo de la cabalgada que le estaba dando el sofá estaba que se dañaba por intesiada; sentía que en poco tiempo tendría mi primer orgasmo. Me acerqué a su oído y le murmuré que ya me venía, y él respondió con deseo que también. Fue un momento mágico, y en ese instante, los dos llegamos al mismo tiempo al orgasmo. Quedé encima de él, descansando mi rostro en su hombro, sintiendo nuestras respiraciones agitadas.

Sentí cómo su miembro salía de mí mientras él seguía acariciando mi espalda con sus dedos. Al levantar la vista, vi que un taxi paraba en la entrada de mi casa. Observé cómo mi suegra bajaba del vehículo y murmuré con voz grave:

—Mierda, mi suegra acaba de llegar

Me paro de inmediato, recojo la ropa que estaba en el suelo y me la pongo. Alex hace lo mismo. Ya con mi ropa puesta, me percaté de que en el sofá estaba mi sostén, así que lo tapé con un cojín. Mi rostro pasó fatisacion a preocupación. Le indico a Alex que ponga unos libros sobre la mesa mientras organiza mi pelo y recojo las cosas que se cayeron del escritorio murmure " porque tenias que llegar tan pronto suegra cuando mejor la estaba pasado"

En ese momento, mi suegra entra a la casa y se dirige al estudio, sin notar nada extraño. A ella no le gustaba que Alex estuviera en casa. La miro y, al ver mi tanga en el suelo, me paro de inmediato, piso la tanga con el pie y la tiró debajo del sofá. Le indico a Alex que ya es hora de irse. Él se despidió de mí, y yo no quería que mi suegra se diera cuenta de lo que había pasado, especialmente porque el sofá tenía rastros de lo que ocurrió entre él y yo.

Salgo de mi estudio para que ella no entrara no se diera cuenta de lo que en verdad paso , al caminar sentía como baja por mis piernas los fluidos de Alex. Mi suegra nota que estoy demasiado nerviosa.

—¿Te pasa algo, Ana? Te veo un poco preocupada. —pregunta mi suegra.

—No, nada, suegra. Solo que me estresa mucho este proyecto de la universidad. —respondo.

—Bueno, Ana, ¿y mi hijo sabe que este chico estaba aquí? —continúa ella.

—Yo llamé a Marcos, que venía a la casa para seguir con el proyecto. —le digo.

Mi suegra se va a su cuarto y yo me dirijo a la cocina, tomo un vaso de agua. En ningún momento siento arrepentimiento por haberle sido infiel a mi esposo con alguien más joven que yo. Vuelvo a mi estudio, limpio para eliminar las pruebas de lo que pasó en este lugar. Llevo mi sostén y mi tanga al cuarto de lavado y me doy un baño para eliminar cualquier rastro de mi primera infidelidad a mis 40 años.

Después de darme el baño, me pongo ropa cómoda para estar en casa. Un rato después llegan mis hijos y mi esposo; cada uno los saludo de beso a mi esposo y sus besos no los siento como antes que en encantaban como el me besaba ya no me satisfacen sus beso. Cuando llega la hora de dormir, me quedo un rato en mi estudio, revisando los gastos de la casa. Al cerrar los ojos, recuerdo todo lo que pasó hoy en este lugar haciendo que me excitara.

Voy a mi cuarto y mi esposo ya está durmiendo. Me pongo mi pijama y me acuesto a su lado. De repente suena mi celular y veo que es un mensaje de Alex. Mi corazón late más rápido respondiendo su mensaje, que dice: "Me encantó lo que pasó hoy en tu casa."

—A mí también me encantó lo que pasó entre los dos. —respondo.

Entonces él responde:

—¿Te arrepientes de lo que pasó entre nosotros, Ana?

—Te digo la verdad, no me arrepiento de haber hecho el amor contigo. Ni siento arrepentimiento por haberle sido infiel a mi esposo, pero esto debe ser un secreto entre nosotros. —le digo.

—Tranquila, nadie va a saber lo que pasó entre tú y yo. Me llevaré este secreto hasta la tumba . Me gustaría repetirlo de nuevo. —responde Alex.

—Me encantó, pero casi nos pilla mi suegra. No sé si habrá otra ocasión. Esta puede ser la primera y última vez, porque si mi suegra nos hubiera pillado, sería un escándalo para mi familia. Y no quiero destruir esta familia, tengo que cuidarla, ¿entiendes, Alex? —le explico.

—Entiendo . Jamás olvidaré lo que pasó entre nosotros. —dice Alex.

—Yo tampoco lo haré, Alex, ¿con cuántas mujeres has estado? —pregunto.

—Con una ex novia, y tú eres la segunda con la que he estado en mi vida. —contesta.

Con la confesión de Alex de que yo era su segunda mujer con la que había tenido relaciones sexuales, me doy cuenta de por que él se abia comportaba como un novato. No se hasta que horas me quedé chateado con él.

Después de lo ocurrido, los días pasaron y la relación entre nosotros seguía igual, como si no hubiera pasado nada entre los dos. Por lo sucedido no pudimos avanzar mucho en el proyecto. Le prestamos a la maestra lo que llevamos en el momento, y ella nos corrigió algunos detalles. Mientras yo explicaba el proyecto, sentía que Alex me desnuda con la mirada.

Ese día, después de las clases, decidí desviarme por otro camino que normalmente tomaba para llevar a Axel a su barrio. Nos detuvimos en un parque cerca de allí y salimos con la excusa de tomar un helado juntos. Solo era para preguntarle algo; sentía que él tenía que decirme algo en estos días, pero no tenía valor. ¿Sería que se arrepentía de haberse acostado conmigo?

—He notado que quieres decirme algo todo este tiempo —le dije.

Respondió con una voz un poco grave:

—¿Por qué no me dijiste que pertenecías a una de las familias más poderosas de la ciudad, Ana eres una del Castillo?

Me quedé callada por un momento, sin saber cómo se había dado cuenta. ¿Lo habrá notado por los apellidos que estaban en la placa de mi casa?

—¿Cómo te diste cuenta de que era del Castillo? ¿Por los nombres que están en mi casa? —pregunté.

En ese momento, él me mostró una imagen de su celular donde salía una de las revistas de las personas más influyentes; aparecía mi padre conmigo.

—¿Por qué no me dijiste que eras del Castillo? Pensé que confiabas en mí, pero veo que no. Con razón vives en esa casa. —dijo Alex.

—No quería llamar la atención con mi apellido, tu no sabes como es difícil ser una Castillo. Y, obvio que confío en ti, pero hay cosas que no puedo decir a voz alta —respondo.

—Dime algo, señora Ana del Castillo, ¿por qué entraste a la universidad? Alguien que tiene toda la plata del mundo que puede hacer lo que desea con solo mover un dedo —me cuestionó.

Me demoré un tiempo en responder y noté que la discusión entre los dos estaba llamando la atención de las demás personas que estaban en el parque , por lo cual decidí que subiéramos a los asientos de atrás de mi coche para hablar más en privado. Alex asintió y entró en mi carro. Lo miré y respondí a su pregunta:

—Te diré la razón por la cual entré a la universidad: que nadie de mi familia sabe la rason, para que veas cuánto confío en ti, Alex.

—¿Cuál fue ese motivo, señora Ana? —preguntó.

—En mi vida tuve tres pérdidas que marcaron mi vida. Una de ellas fue hace 20 años, cuando me enteré de que estaba embarazada. Me tocó salir de la universidad y, a los días de haberme casado, perdí al bebé. Pasaron los años y me dediqué a mi familia, y hace cuatro años tuve dos pérdidas, perdí a mi madre y a mi hermana en un accidente. Mi madre murió en el mismo lugar del accidente y mi hermana tres días después murió en el hospital —le conté.

—No sigas, Ana, por favor —me interrumpió Alex.

—No quería que te lo dijera, eso es lo que querías o no, pero te lo voy a decir. Después de perder a mi bebé, me dediqué a apoyar a mi hermana menor, quien quería ser una gran empresaria como lo era mi padre. La quería como si fuera mi hija. Ella me ayudó mucho cuando quedé embarazada en esas dos ocasiones. Mi hermana era una mujer que siempre lograba todo lo que ella se proponía. Yo la apoyaba en todo. Ella estaba lista para tomar el puesto de mi padre en la empresa hasta que llegó el día de ese fatal accidente que me marcó el resto de mi vida y me dejó sin madre y sin hermana.Entré a la universidad porque quiero cumplir el sueño que ella tenía de ser una gran empresaria todo esto lo hago por ella. —le dije.

Con sus manos, limpió mis lágrimas que caían de mi rostro y murmuró en voz baja pidiendo disculpas. Vi el brillo en sus ojos cuando acercó su rostro al mío, colocando sus manos en mi cara y besándome con ternura. demoré en responder el beso; en ese momento, no sabía hasta dónde iba a llegar.

Sentí una de sus manos en mis piernas. Un instante después, ya estaba encima de mí, besando mi cuello. En eso escuché el sonido del cierre de su pantalon. Hizo unos movimientos con sus manos, y de repente ya estaba con las piernas levantadas en el asiento del coche. Todo pasó tan rápido que no me di cuenta. Al estar en esa posición y llevar una falda puesta, se le hizo fácil quitarme la tanga. Al quitármela, sentí su miembro entrando en mí, haciendo que escapara un gemido de mis labios . Pasó de un beso tierno a tener sexo en mi coche en un parque con la puerta casi abierta. Todo fue tan rápido que ni me di cuenta de que había tenido un orgasmo.

Al terminar, lo miré a su rostro y, de repente, le di una cachetada en la cara y le dije que saliera de mi coche. Sentía que él se aprovechó de esta situación al verme tan vulnerable. Los jóvenes de hoy no piensan primero en hacer las cosas. Me acomodé la falda y llegué a casa sin saludar a nadie. Fui rápidamente al baño y me metí en la ducha. Miles de pensamientos recorrían mi mente: ¿será que él siempre supo quién era yo desde el principio? ¿Era todo esto un plan para chantajearme? Muchas cosas se me pasaron por la cabeza. Hasta pensé en mover mis contactos para que lo expulsaran de la universidad. Esa noche no pude dormir, atormentada por el sentimiento de que fui utilizada por un chico.

A la mañana siguiente, mientras me duchaba , vi en mi celular que había un mensaje de Alex donde decía que se arrepentía de lo que había hecho ayer. No sabía si creerle.

Justo entonces, llegaron mis dos hijos a mi cuarto, diciéndome que tenía que llevarlos a sus partidos de fútbol, ya que Nico estaba de descanso. Dejé el celular en la cama, me organicé para salir y los llevé a donde jugarían. Decidí ir hasta el centro de la ciudad para distraerme un rato y olvidar todo esto que me hacía daño. En eso, vi un cartel de un centro comercial que decía: "disfruta cada momento porque la vida es un regalo y cada día es una nueva oportunidad de vivir y amar y sonreír ." Esa misma frase siempre la decía mi hermana..