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Chapter 3 - EL PLAN

POV DE DANTE MORETTI.

Desde que tengo memoria, el mundo ha sido un juego de poder. Crecer a la sombra de Leonardo Moretti me enseñó esa lección desde el primer día. Mirando hacia atrás, recuerdo a mi padre, una figura imponente que siempre parecía estar un paso por delante, moviendo piezas en un tablero que la mayoría de la gente ni siquiera sabía que existía. Nuestra relación siempre fue compleja: respeto mezclado con un temor reverencial. Él era el maestro del juego, y yo, su aprendiz.

Aunque mi madre, Bianca Moretti, siempre lucho por mantenerme lejos de ese mundo, al final no pudo lograrlo. Mi padre era duro y muy autoritario, amable cuando quería, pero a mi madre la hizo sufrir tanto que al final ella no soportó más y terminó con su vida. Y es algo que pagara con sufrimiento, el mismo que le proporcionó a ella o mucho peor,se lo jure a mi madre y lo voy a lograr.

Mi padre piensa que las mujeres solo son trofeos que nos hacen ver más elegantes y poderosos, que no tienen opinión que valga la pena escuchar. Sí, es un desgraciado, al que he aprendido a odiar poco a poco.

Hoy, en su oficina, lo miro fijamente a los ojos con mi expresión dura a la que le será difícil traspasar. No estoy feliz de estar aqui y el no creo que se alegre de verme. Me recliné en la silla frente a él, sin expresión alguna, no se si sabe que siento rencor,más que eso odio hacia él. Cada conversación con Leonardo se sentía como una partida de ajedrez, y sabía que este momento era importante para él.

—El contrato con la familia Ferrer es esencial —comenzó, con su voz resonando con la gravedad de un trueno. Mis pensamientos se centraron en lo que me decía,la hija de un poderoso empresario que él mismo se las ingenio para llevarlo a la bancarrota,su hija Sophía era la única afectada en este cruel juego. Tenía que asegurarse de que no se interpusiera en nuestros planes. Su madre, Galadriel, tenía información que podría llevar a prisión a Leonardo y desmantelar sus operaciones ilegales. Él no podía permitir que eso sucediera, pero él no sabía que también era clave para mí tenerla de mi lado.

—Lo entiendo —respondí, fingiendo determinación en mí—. He estado pensando en cómo manejar esto. Escuché que esa joven es un tanto… difícil, no se dejará intimidar fácilmente, pero puedo encontrar la manera de hacer que firme el contrato.

Leonardo me miró con una mezcla de aprobación y frialdad. Su sonrisa era más bien una advertencia.

—Esa es la actitud. Necesitamos tenerla bajo nuestro control, o Galadriel se convertirá en un obstáculo insuperable. No podemos permitir que su deslealtad nos debilite.

El peso de su mirada me hizo reflexionar. Sophía era fuerte, más de lo que imaginaba, y enfrentarla sería un desafío. Pero había crecido escuchando historias sobre la astucia de su madre, y sabía que la situación estaba lejos de ser sencilla.

—Planeo acercarme a ella estratégicamente. Aún no tiene idea de lo que realmente está en juego, y debo aprovechar esa ventaja.

Leonardo asintió, pero su expresión seguía siendo implacable.

—Ten cuidado. Galadriel es astuta y no dudará en proteger a su hija si siente que está en peligro. Mantente alerta y no dejes pistas. Estarás listos para cuando aparezca.

Sentí el peso de sus expectativas en mis hombros, pero también una chispa de emoción ante lo que estaba por venir.

—No te preocupes, padre. Esta vez, no dejaré que nada se interponga en nuestro camino.

Su satisfacción era única, solo quería seguir destruyendo vidas y le parecía justo querer a esa mujer para luego acabar con su vida, pero te tengo preparada una sorpresa padre, espera y verás.

El timbre del teléfono me saca de mis pensamientos, mi padre se pone serio y solo escucho cuando dice que lo haga pasar.

—Victoria Ferrer está aquí, veremos como van las cosas con nuestro plan. —. Un momento después entra la esposa de Alejandro Ferrer, a pesar de su edad seguía manteniendo su belleza y atractivo intactos, no parecía tener esa edad que decía.

—Leonardo, como has estado querido amigo— lo saluda con su voz melodiosa y conservando siempre su elegancia, mi padre se levanta y le corresponde el saludo.

—Hola preciosa, dime como va nuestro asunto— su expresión cambia solo unos segundos y se vuelve a mi con una sonrisa juguetona.

—Y este guapo es tu hijo?— mi padre asiente, ella se acerca y me observa de pies a cabeza— de haber sabido que eras tan guapo, habría hecho que se casara contigo mi hija en vez de esa malcriada— dice con cierto desdén hacía la joven.

—Significa que acepto firmar,??— interrumpió mi padre.

—No, pero Alejandro uso su astucia. Le dijo que ya había firmado— mi padre y yo sonreímos, él por sus razones y yo por las mías. — pero esa niña se las ingenia pasa siempre salirse con las suyas.

—A que te refieres?— pregunté interesado, por lo visto era muy astuta la Sophía.

—Es abogada. Y muy a mi pesar es una de las buenas.— responde titilando odio en cada palabra

— Eso lo sé Victoria, pero si viniste hasta aquí supongo que es porque tienes la solución, ¿no?— mi padre pierde la paciencia y la verdad me alegro mucho.

—Alejandro quiere realizar una cena donde vayan ustedes y ella no pueda negarse a firmar. Pero sabrá que le mentimos con respecto a haber firmado el contrato. — sonrío, es bastante interesante esta chica, ya quiero conocerla y ver hasta dónde es capaz de llegar.

—Quiere impugnar el contrato , ¿no?— le pregunto, aunque si yo fuera ella haría exactamente lo mismo, me gusta su astucia.

—Así es?— mi padre no puede evitar endurecer su rostro, y su actitud pasiva se va al demonio

—Pues busca la posibilidad de que eso no suceda,ese contrato se firma sí o sí— le grita y se dirige luego a mí.

—Es hora de que juegues tus fichas— nos señala a ambos— reúnanse y busquen una alternativa, esa mocosa se casara contigo quiera o no quiera, me han entendido?— veo a Victoria asentir, una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro mientras me mira.

—De hecho tengo una idea— responde aún viéndome, en serio me enferman las mujeres como ellas.

—Que esperas para decirlo??- le exige Leonardo

—Pues tú mi querido Dante, tendrás que quitarle su virginidad y no tendrá más opción que firmar. — que perra desgraciada, tanto la odia y espera, que dijo? ¿ella aún…?

—Aún es virgen?— preguntó mi padre adivinando lo que pensaba con una sonrisa malévola, son dos hijos de puta, en serio están pensando en eso? ¿Quieren que abuse de ella?

—Y cómo sugieres que haga tal cosa ya que seguro debe odiarme?— pregunto casi adivinando sus intenciones.

—Pues ingeniártelas como puedas, hijo. Para eso te he enseñado todos estos años— me dice con autoridad. —Ella no podrá decir que no al contrato sabiendo que tu le robaste su castidad.

—Así es— concuerda Victoria con mi padre.

—Bien. — respondo mientras veo un mensaje de Lucas, ya debo volver. — debo retirarme, volveré al club.

—Elysium, cierto— me giro y asiento, se ve interesada en el lugar, sigue manteniendo esa expresión de satisfacción. — ¡Esta noche es perfecta para que lo logres!— dice emocionada.

—¡De que hablas, déjate de rodeos !— demanda Leonardo.

— Pues ella se dirigía hacia allá cuando discutimos,la escuche hablar por teléfono con su amiga Ayla y luego le dijo al taxi que la llevara hasta Elysium.

—Apúrate y arma tu plan, esta noche esa jovencita debe estar a tu merced. — me ordena con una sonrisa siniestra. Salgo del lugar y los dejo solos. Me cabrea que tengan tan sucia esas mentes, obligarla a ser mía, están de bromas?

El club Elysium está a menos de cinco minutos de las oficinas de mi padre, así que llego y subo hasta mi despacho, el lugar sigue lleno como siempre, mujeres hermosas por todos lados, hombre mayores y jóvenes disfrutan del ambiente.

Salgo al pasillo y observo mejor el lugar, desde arriba la vista es muy hermosa, pero no tanto como la mujer que ha llegado al lugar. No había visto tan belleza, confianza y elegancia en alguien, pero ese rostro me parece familiar, ella debe sentir el peso de mi mirada porque se gira buscando al sentirse observada. Es ella, Sophía Ferrer

No sabes cuanto lamento Sophía, que pases por esta situación, espero puedas perdonarme algún día. Porque esta noche tendré que hacerte mía, aunque tu no lo quieras. Mantengo mi mirada fija en ella embobado con ella.