•" Todo comenzó con un grito cercano, era el de mi vecina y claro, fuimos corriendo para ver que sucedía ya que ella siempre fue bien querida por todos nosotros, sus vecinos, al igual que su pareja.
Me entenderás que nos encontrabamos preocupados por ellos y por esa misma razón fuimos hacia su casa.
Tocamos unas cuantas veces antes de que abriera la puerta, una vez la abrió hasta la mitad, supimos de inmediato que no era ella, era la muerte vestida de ella.
Recuerdo haberle preguntado si es que sucedía algo, pero solo gesticulaba, como cuando no puedes hablar o como cuando tienes mucha sed, pero sus labios rojos y bien hidratados no decían eso.
Quise abrir la puerta hasta atrás para verla por completo y de allí, si bien tuve suerte de que alcance a quitar mi mano por completo, ella sacó un machete oxidado y se dejó ver por completo. Un caso bastante peculiar, sobre todo porque parecía estar vestida con una túnica de flores.
Pero eso fue lo aterrador.
Las flores se asomaban entre las roturas de su ropa malograda, como si fueran parte de su piel.
Por instinto salí corriendo y lo digo así ya que no me di cuenta cuando ella me venía persiguiendo a mí y solo me mi.
Fue un momento perturbador pero a la vez hermoso, si usted hubiera estado en ese entonces lo hubiera sabido, era como entrar en una calma eterna al ver sus pétalos caer y su sangre escurrirse como un jugo exquisito.
Después de sumergirme en ese peligroso pensamiento, volví a recobrar el sentido común y corrí con todas mis fuerzas, pero al voltear nuevamente hacia atrás... ".
Me encontré con mi madre persiguiendome y, en un solo suspiro, se transforma en el mismo diablo. Sacando espinas por todo su cuerpo y extendiendo por sus brazos unas largas e infinitas enredaderas.
Vi a la muerte a punto de reclamar mi vida, seguido con un constante y molesto "tick".
Hasta que despierto de mi trance.
—Hija, contéstame —dice mi madre mientras sigue con ese molesto "tick". Era el sonido del microondas al finalizar—. ¿Estas bien?
—Sí , madre. Solo estaba imaginando cosas, es todo —respondo cortante.
—Hija. —Hace una pequeña pausa para suspirar—. Sé que te lo he dicho, pero lo repetiré; Ya olvídate de esa noticia, solo es ficción. No es real y sólo te hace mal.
—Hazle caso a mamá, Eyra —le sigue mi hermana menor—. Solo han pasado 2 días de aquello y no has parado de investigar sobre el tema. Ya detente, solo te provocan más ansiedad de la que ya tienes.
Suspiro con fuerza y siento como el cansancio le dan la razón a sus palabras, pero algo en mi insiste en que no debo parar, que debo seguir con esto.
Miro a ambas y, finalmente, me doy por vencida.
—Esta bien, tienen razón, pero recuerden esto; esto no se detendrá aquí y, al igual que ustedes en estos casos, yo siempre tengo la razón.
Abandoné la conversación y me levanté de la mesa para ir a mi pieza. Un montón de fotos e información la rodeaba respecto al tema y todo apuntaba a que este caso no quedaría solo ahí.
Tomé la fotografía, en la que se mostraba una planta gigante y hermosa, para luego guardarla en una caja de madera.
—Yo, siempre, tengo la razón.