En medio de la penumbra noche, la luna se encontraba en lo más alto del cielo nocturno brillando con todo su resplandor junto a las estrellas que rodeaban la luna y se extendían. Debajo, un denso bosque que recorría kilómetros y kilómetros de distancia, aunque los árboles eran tan enormes que casi cubrían todo el suelo.
Los gritos resonaban con su melodía, los animales se alistaban para descansar y los nocturnos revoloteaban de un lugar a otro.
Pero no muy lejos de allí, en un pequeño pueblo maltrecho se alzaba un gran resplandor carmesí.
Las calles estaban repletas de suciedad y mugre, un olor desagradable llenaba el aire, un olor a muertos. Gente con lanzas, tridentes y cuchillos salían de sus hogares, sus rostros detonando rabia, ira, pero con un toque de euforia.
—Al fin terminará... Años de sufrimiento, años de puro dolor para este momento... El mundo...
¡El mundo será por fin libre! —exclamó con felicidad un hombre de tercera edad a la cabeza de la multitud.
Todos murmuraban.
—Esta masacre por fin se terminará, ese pecador pagará por todos sus crímenes cometidos. Y todo gracias a ellos...
—¡Larga vida a los salvadores!
La última frase la repitieron todos.
Entre una esquina de los callejones donde pasaban de largo, una mujer sollozando se encontraba, sentada encima de un pequeño cajón portando entre sus manos lo que parecía ser un collar con la foto de un hombre con manchas de sangre.
—¡Gracias a Dios! —Respira pesadamente —. Querido, al fin descansarás en paz, ese asesino al fin será sentenciado...
Aquel chico que trataste de ayudar...
¡No lo perdonaré jamás por lo que te hizo!
—murmura posando su mano temblorosa sobre su vientre con una débil sonrisa —;
No tendrás nada de que temer, yo te cuidaré de ahora en adelante, siempre te voy a proteger...
Mientras tanto, aquella luz se volvía cada vez más potente con cada paso que daban, la temperatura parecía haber aumentado de golpe junto a sonidos de chispas a lo lejos y polvo blanco cayendo del cielo, parecía nieve.
La luz, era fuego, un fuego tan carmesí que se ondulaba de un lado a otro. En medio de las llamas, una persona estaba encadenada a un tronco, un chico de más o menos unos 19 años, las piernas clavadas en clavos y atadas a la vez, sus brazos casi arrancados por la presión de las cadenas, su cuerpo lleno de heridas, cicatrices y sangre goteaba de su cuerpo. Mantenía la cabeza gacha, su mirada perdida y sus ojos sin brillo, era como ver a un muerto viviente.
El muchacho estaba un tanto flaco y desnutrido, pero a la vez se notaba a simple vista su fuerza muscular, su piel medio blanca y un cabello negro lleno de suciedad, orejas redondas y una leve cicatriz en su pecho, cuchillos y partes de tridentes estaban clavadas en su cuerpo, pero no en zonas grave.
Su mirada se distorsionaba mientras que imágenes llenaban su cabeza. Una chica un tanto borrosa se posaba en sus recuerdos, lo único que se distinguió fue un vestido blanco hasta las rodillas junto a una dulce, hermosa y cálida sonrisa.
Y otra imagen de un chico de su misma edad, pelo rojo rizado y unos dientes afilados, parecía tan intimidante esos dientes, pero se notaba la amabilidad y la calidez a través de la sonrisa.
—¿Quienes son...? ¿Porqué invaden mi cabeza en esta situación? —Pensó con una sensación de extrañeza y nostalgia —. Bah, no deben ser importantes... —Niega para sacarselos de la cabeza.
—Despertaste...
Al escuchar esa voz, el joven eleva con dificultad la cabeza, al principio solo vio al pueblo abucheandolo e insultándolo.
Al entrecerrar los ojos, vió 6 siluetas meciéndose a lo lejos, traían unas túnicas negras que cubrían sus cuerpos, cada uno portaban máscaras diferentes, pero lo extraño era, que la gente no les prestaba atención, era como si fueran invisibles.
El tiempo parecía detenerse, las personas empezaban a moverse más lentos, el fuego dejó de consumir al chico y los colores del lugar se tornaban de una tonalidad grisácea.
Cuando el muchacho los vió, una sonrisa sarcástica formó sus labios, lanzando una risa adolorida; Aprieta los puños.
—Vaya vaya, pero miren quienes vinieron a mi funeral, aunque... No recuerdo haberlos invitado, ¿ Acaso vinieron de colados?
El tercer miembro rió en seco, portaba una máscara totalmente negra y unos agujeros que formaban los ojos; Inclina la cabeza hacia un lado.
—No te hagas ilusiones, solo vinimos para disfrutar de tu sufrimiento, se nos hace espectacular esa faceta de los humanos —Su voz era suave y un poco gruesa a la vez.
—¡Ja! ya me lo imaginaba de parte de ustedes, vosotros son incapaces de sentir compasión por mí, no sienten nada ustedes —Sonríe con arrogancia, elevando la voz sin querer esforzarse mucho —. ¿Sabes? Antes los respetaba y seguía sus órdenes, pero ahora que los veo desde esta perspectiva... Solo me dan lastima.
—¿A sí? ¿Y de qué deberías tener pena?
—Solo piénsalo, llega un niño y les arruina el maravilloso plan que llevan idealizando por años, todos sus esfuerzos desmoronados.
¡Auch! Debe doler que te lo digan en la cara, ¿Verdad?
Aunque solo sería algo insignificante, como ustedes bastardos...
Hubo un silencio muerto entre los 2, solo se miraban fijamente sin inmutarse o decir algo.
Una risa quisquillosa sonó a la izquierda del encapuchado, el segundo miembro del grupo, quién portaba una máscara blanca con manchas rojas de sangre.
—¡Jajajaja! ¡No pensaba que el señorito podría llegar a ser alguien muy arrogante! —Chillaba con burla, encantado de su mirada —. ¡Oye ya sé! ¡¿Porqué no lo matamos aquí mismo?!
Sus dedos acarician la máscara mientras se retorcía con pensamientos atrevidos, sus dedos rascando la máscara y sus uñas sangrando por la desesperación, y su tono de voz se volvió un sonido sádico de locura.
—Aaah... Cómo me encantaría abrirle el estómago y destriparlo, sus órganos internos deben ser tan calidos... El ver cómo su sangre recorre mis manos y su sabor restregado sobre mi cuerpo, escuchando sus gritos de clemencia y agonía y su rostro retorcido de dolor...
Aaah... Maravilloso...
¡Simplemente maravilloso! ¡Sería todo un espectáculo! —Ríe a carcajadas.
El muchacho lo mira con asco al escuchar su discurso sobre su muerte, quedando incrédulo por su naturaleza psicópata.
—Ya habló el loquito... ¡Oye! ¿Por qué no mejor te llevamos al psicólogo? Necesitas ayuda.
¿O prefieres el manicomio? Aver si allí te reparan esa cabecita y te extraigan toda la mierda que hay dentro de ella.
La risa se detuvo de un segundo a otro, solo quedó el silencio por unos segundos. Aunque no se viera el rostro por la máscara, se notaba la directa mirada toda ardida.
—¡¿Que dijiste imbécil?! ¡Voy a matarte aquí mismo...!
Justo cuando avanzaba, el tercer miembro eleva el brazo para detenerlo y no avanzará un paso más.
Dio un resoplido al ser retenido, dando media vuelta en una forma de molestia y frustración.
—¡Tsh...! ¡Hagan lo que quieran! Al fin y al cabo esto ya es aburrido... No puedo matar a nadie, así que yo me voy de aquí —Se aleja dando grandes saltos por los edificios, desapareciendo entre la oscuridad.
Cuando se marchó, el extraño Suspiró.
—¿Te crees gracioso...? —da pasos pesados y llenos de veneno hacia el muchacho, un aura imponente sobresalía de su cuerpo —. ¿Te recuerdo que no eres nada sin nosotros? Nosotros te dimos un propósito para vivir y así nos pagaste, todos tus años de servicio tiradas a la basura.
Todo el daño que nos hiciste no tiene perdón y debes sufrir por la eternidad.
Al escuchar esas palabras y ese tono exagerado, quedó aturdido mientras analizaba lo que dijo.
Su boca estaba entreabierta por la sorpresa de usar esas palabras, sintiendo una rabia recorriendo su cuerpo.
—¿Qué dijiste...?
Respira con pesadez y las venas entre salidas de su frente
—¡¡Son unos pedazos de mierda!! ¡¿Quien cagó toda mi vida?! ¡¿Quién me hizo asesinar a todas esas personas?! ¡Ustedes tienen la culpa de todo esto y que yo esté en esta situación! ¡¡Solo ustedes tienen la culpa!!
—No busques excusas, tu mismo te arruinaste al seguirnos, nadie te obligó -Sus palabras tenían un toque de frialdad.
Al escuchar esas palabras, no supo que decir, una parte de sus palabras tenían un golpe de razón.
Pero no lo quería admitir, no lo admitiría jamás al estar cegado por el odio.
—Hice lo necesario para poder sobrevivir, solo era un niño qué actuaba por impulso... -Se encoge de hombros entrecerrando los ojos —. La verdad, no me importaba cuánto dolor causé o si me odiaran con todo su corazón, no los conocí, y no eran nada para mí.
El joven, soltó algunas carcajadas con una sonrisa sarcástica entre labios, sus ojos estaban sangrando por el odio que se removía en su cuerpo mientras miraba fijamente aquella máscara...
—Aunque... Que pena que no nos volvamos a ver, ¿Verdad? Me hubiera encantado seguir jugando con ustedes, matando a cada uno de vosotros...
¡pero bueno! así es la vida. ¡Pero eso no quiere decir que moriré! —Al reír y elevar la voz, escupe un poco de sangre por el esfuerzo.
Eleva la voz en un atentado de determinación. En sus ojos se notaba que no tenía un ápice de miedo al decir las siguientes palabras.
—¡Juro que algún día mataré a todos ustedes! ¡No dejaré a nadie vivo! -Inclina la cabeza hacia adelante con una risa seca —. Creen estar a salvo... Pero no...
Respira pesado, y entre susurros dice lo último de fuerza que le quedaba en los pulmones.
—...Los demonios no mueren fácilmente... Y yo no soy la excepción...
Ante sus amenazas, el encapuchado no se inmutó de su lugar, no dijo ninguna palabra, solo lo miraba fijamente.
Se da media vuelta caminando hacia sus compañeros que también se retiraban, desapareciendo en diferentes direcciones.
—Como si pudieras hacer algo... Buenas noches... —susurra.
Su silueta se disuelve entre la oscuridad de la noche. El tono grisáceo se disolvió, la gente volvía a la normalidad sin haberse dado cuenta de nada mientras las llamas aumentaron su velocidad de incineración, llegando hasta el pecho del chico, su cuerpo estaba carbonizado y no sentía las extremidades.
Gacha la cabeza agotado por hablar, pero no sentía dolor alguno, solo una sensación de impotencia al decir palabras que se volvieron estupideces sabiendo que igual morirá.
—Bueno, así todo acaba, mi vida dejará de existir aquí mismo... —Se sumerge en sus pensamientos.
—Solo quería ser feliz... Solo quería una vida... —eleva la mirada al cielo nocturno, siendo bañado por las hermosas estrellas que adornaban el cielo —. Todos mis esfuerzos, fueron en vano... No es justo... —Una lágrima cae por su mejilla —.
¡¡No es justo!!.
Las llamas envolvieron por completo su cuerpo, gritos de victoria llenaron la cruda escena; Antes de que su conciencia se desvaneciera, la imagen de aquella chica llenó su mente, no sabía quien era, pero este punto ya no le importaba.
Su cuerpo se volvió cenizas, y sus huesos un montón de polvo qué se esfumó en el aire, sin dejar rastro...
°°°
Un par de gritos y quejidos se escucharon dentro de una pequeña habitación un tanto estrecha.
El chico que antes dormía plácidamente, ahora estaba en el suelo con las sábanas desparramadas a su alrededor.
Estaba desorientado. Su respiración estaba acelerada mientras su cuerpo temblaba por el miedo que vivió hace unos momentos.
Al mirar a su alrededor, una pequeña habitación de barro y madera lo cubrían, logrando tranquilizarse un poco.
—Estoy en mi habitación...
Entonces, ¿Todo había sido solo una pesadilla? ¡Que alivio! —Su voz era la de un adolescente, pero un poco aguda la verdad, y por la oscuridad no se veía físicamente.
Toca su pecho sonriendo con calma, aunque... Su pecho se estrujó sin razón.
Una pizca de incredulidad y pena se combinaron dentro de el, a la vez que sentía una humedad en sus mejillas. Con sorpresa y miedo, tocó sus mejillas con sus pequeños dedos.
—¿Eh...? ¿Estoy... Llorando?
¿Por qué...?
Más lágrimas se deslizaban sin parar, trataba de secarlas a la fuerza pero más y más salían sin razón, era tan extraño, confuso, pero a la vez...
Desconsolador...