Soy Adrián, un chico de 16 años que, por más que lo intente, nunca logra encontrar algo que lo entusiasme. El fútbol, mi gran pasión, ya no tiene el mismo sabor que antes, la escuela me parece más una obligación que una oportunidad, y mi vida en general es una rutina de la que no puedo escapar. Siento que todo lo que hago no tiene propósito, que estoy simplemente esperando que algo suceda.
Esa tarde, como tantas otras, estaba en mi habitación, buscando algo en mi celular para distraerme. Navegué por las redes sociales, revisé los mensajes, pero nada me llenaba. ¿Por qué las cosas se sentían tan vacías últimamente? Necesitaba algo nuevo, algo que rompiera con la monotonía de siempre.
Fue entonces cuando, sin buscarlo, encontré una aplicación extraña. No recuerdo haberla descargado, ni había visto nada sobre ella antes. No tenía nombre, solo un ícono misterioso que brillaba suavemente. El símbolo parecía algo familiar, pero no lograba identificarlo. Decidí abrirla, movido por la curiosidad y el deseo de encontrar algo que me sacara de mi desconcierto.
Al instante, una luz cegadora emergió de la pantalla de mi celular. Intenté cerrar la aplicación, pero fue inútil. Un portal se abrió frente a mí, un vórtice de colores vibrantes que me rodeó en segundos, dejándome sin aliento.
El siguiente instante fue confuso, como si todo a mi alrededor hubiera cambiado por completo. Cuando logré recuperar el control de mis sentidos, me encontré de pie en medio de un bosque oscuro y desconocido. No había señal de mi hogar ni de la ciudad en la que vivía. El aire era fresco y denso, y un extraño silencio me envolvía. Miré mi celular, aún en mis manos, pero lo que vi me dejó aún más perplejo.
En la pantalla del dispositivo apareció algo que no había visto antes: un perfil con mis estadísticas.
Nombre: Adrián
Nivel: 1
Fuerza: 6
Agilidad: 5
Resistencia: 5
Magia: 0
Inteligencia: 4
Carisma: 2
Destreza: 3
¿Qué significaba todo eso? Estaba completamente desconcertado. Era como si estuviera dentro de un juego, pero no podía ser posible. No tenía sentido.
Mi mente corría a mil por hora, intentando entender lo que sucedía. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Era un sueño? ¿Una alucinación? Pero el frío en el aire y la sensación de estar atrapado me aseguraban que no era ninguna de esas cosas. Estaba en un mundo completamente diferente, y no sabía cómo ni por qué había llegado.
Respiré hondo, tratando de calmarme. Al menos tenía mi teléfono. Si algo sabía, era que las respuestas no llegarían solas. Tendría que descubrirlas por mí mismo.
Al mirar de nuevo la pantalla, una notificación emergió.
"Bienvenido a Erial. Tu aventura comienza ahora."