El viento rugía a su alrededor mientras caían. El estómago de Liam se encogía con la sensación de vacío, el aire silbaba en sus oídos y la oscuridad los envolvía. La grieta parecía no tener fin, una garganta infinita que devoraba todo vestigio de luz.
Berserk caía junto a él, su cuerpo envuelto en sombras, su espada aún vibrando con energía oscura. Su sonrisa no mostraba miedo ni desesperación, sino satisfacción. Como si esto fuera parte de su plan.
Liam apretó los dientes y trató de maniobrar en la caída, buscando cualquier punto de apoyo. Su única ventaja era que tenía ambas manos libres, mientras que Berserk seguía fusionado con su arma.
El abismo terminó de golpe.
Liam impactó contra un suelo húmedo y frío. El golpe lo dejó sin aire, su cuerpo protestó con un dolor sordo, pero su instinto lo hizo rodar antes de que Berserk cayera justo donde él había estado. El impacto del traidor resquebrajó el suelo, liberando una ráfaga de sombras que se disiparon como humo.
Por un momento, Liam solo respiró pesadamente. La caída había sido brutal, pero estaba vivo.
Se incorporó con esfuerzo, y la tenue luz de Lúminis iluminó su entorno. Se encontraban en una vasta cueva subterránea, donde la sombra parecía cobrar vida. El aire estaba denso, cargado de un murmullo lejano, como si la piedra misma susurrara secretos antiguos.
Estalactitas negras colgaban del techo, y gruesas raíces retorcidas emergían de las paredes, como si algo vivo estuviera atrapado en ellas. Un río de agua oscura cruzaba la caverna, reflejando la tenue luz morada de Lúminis.
Liam apenas tuvo tiempo de analizar el lugar cuando Berserk se alzó de nuevo.
—Nada mal —susurró el traidor, alzando su espada de sombra—. Pero esto no ha terminado.
Liam se puso en guardia, su respiración aún agitada.
—¿Cuánto tiempo llevas planeando esto?
Berserk esbozó una sonrisa ladeada.
—Desde el momento en que me uní a ustedes —confesó con calma—. Las sombras necesitaban a alguien que los guiara hasta este punto. Ustedes hicieron el resto.
La traición era real.
Liam sintió la rabia arder en su pecho.
—Nos usaste.
—Claro que sí —asintió Berserk—. Desde que tomaste esa espada, te convertiste en la pieza clave. Sin ti, Ethan jamás se convertirá en lo que el destino le exige ser.
El estómago de Liam se hundió.
—¿Qué quieres decir con eso?
Berserk giró lentamente su espada, dejando que la sombra que la rodeaba se expandiera como un velo oscuro.
—Las sombras han estado esperando por este momento durante siglos. Ustedes creen que buscan destruir a Ethan, pero la verdad es mucho más profunda. Él no es solo una amenaza para ellas… también es su única salvación.
Liam sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—No permitiré que lo toquen.
Berserk rió suavemente.
—¿Y qué piensas hacer, solo contra mí?
El sonido de algo moviéndose en la oscuridad hizo que Liam endureciera la mirada. De entre las raíces y las grietas de la cueva, sombras comenzaron a emerger. Figuras espectrales con ojos brillantes como brasas se alzaban a su alrededor. Criaturas de sombra.
Liam apretó el mango de Lúminis. La espada vibró en su mano, su luz creciendo con cada latido de su corazón.
—No estoy solo —susurró.
Y entonces, el combate comenzó.
Berserk fue el primero en moverse. Se lanzó hacia adelante con velocidad inhumana, su espada de sombra cortando el aire con un silbido. Liam apenas tuvo tiempo de levantar a Lúminis para bloquear el golpe.
El choque fue brutal.
Una onda de energía estalló en el punto de impacto, enviando chispas de luz y sombras en todas direcciones. Liam sintió la fuerza del golpe recorrer su brazo, pero no cedió. Se giró con un rápido movimiento y contraatacó, dirigiendo un tajo horizontal al torso de Berserk.
El traidor se desvaneció en una sombra.
Liam sintió el peligro antes de verlo. Giró sobre su eje y levantó su espada justo a tiempo para detener otro ataque. Berserk había reaparecido detrás de él, su espada descendiendo con una ferocidad implacable.
—Eres rápido —admitió Berserk, empujando con más fuerza.
Liam se apartó con un salto y lanzó un corte descendente. Lúminis dejó un rastro de luz morada en el aire, chocando contra la hoja de sombra de Berserk.
Pero esta vez, algo diferente ocurrió.
El contacto entre ambas espadas generó una reacción inesperada. Lúminis brilló con una intensidad cegadora, y por un instante, la sombra que cubría el cuerpo de Berserk pareció debilitarse.
Berserk se apartó rápidamente, observando su brazo con irritación.
—Así que es verdad… —susurró.
Liam no le dio tiempo de reaccionar.
Aprovechó la apertura y se lanzó al ataque. Su espada cortó el aire en un arco luminoso, dirigiéndose al pecho de Berserk. Pero justo antes de que el golpe lo alcanzara, las sombras a su alrededor se expandieron de golpe, envolviéndolo en una esfera negra.
Liam frenó su ataque, retrocediendo con cautela.
La caverna entera comenzó a vibrar.
El río oscuro burbujeó, y las raíces de las paredes se estremecieron como si algo despertara en su interior. Un rugido grave y profundo resonó desde la oscuridad.
Berserk emergió de la esfera de sombras con una sonrisa victoriosa.
—Parece que hemos llamado su atención —dijo con una tranquilidad inquietante.
Liam frunció el ceño.
—¿A qué te refieres?
Pero antes de que pudiera obtener una respuesta, la cueva tembló con más fuerza. Algo se movía bajo el suelo. Algo inmenso.
Y entonces, de las profundidades del río negro, una figura colosal comenzó a emerger.
Un par de ojos rojos brillaron en la oscuridad.
Y Liam comprendió que no solo estaba peleando contra Berserk.
Algo más los estaba observando. Algo antiguo… y hambriento.