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Chapter 16 - La Llama Interior

El sol apenas se filtraba a través de las ventanas del pequeño departamento de Naruto cuando este abrió los ojos. Sus músculos estaban rígidos, pero acostumbrados a su rutina, se obligó a levantarse de la cama. El frío de la mañana le hizo estremecerse al colocar los pies descalzos sobre el suelo, pero no dejó que eso lo detuviera.

Como cada día, inició su rutina de ejercicios, esforzándose por mantener su cuerpo en forma. Sentía que debía estar preparado para cualquier cosa, incluso si, hasta ahora, no había tenido éxito en activar los poderes que creía tener. Después de completar su entrenamiento matutino, se permitió un desayuno sencillo, pero nutritivo. Era una forma de recordarse a sí mismo que, aunque las cosas parecieran complicadas, aún podía mantener ciertos hábitos bajo control.

Al terminar su aseo personal, tomó su libreta y anotó algunas ideas más. Cada página estaba llena de teorías, dibujos y posibles métodos que, según él, podrían ayudarlo a desbloquear aquellos poderes que parecían estar tan cerca, pero al mismo tiempo fuera de su alcance. "Quizás me estoy enfocando demasiado en lo complejo. Tal vez debería probar algo más simple," pensó mientras añadía una nota al margen con esa idea.

Con su libreta en mano, pasó el resto del día investigando en línea y repasando lo que sabía sobre la Liga de la Justicia. Pensaba en los héroes que había admirado desde niño y en cómo algunos de ellos habían descubierto sus habilidades. "Si ellos pudieron encontrar su camino, yo también puedo hacerlo," se dijo a sí mismo mientras estudiaba.

Cada método que intentaba terminaba en frustración. No importaba cuánto se esforzara o qué tan creativas fueran sus ideas, nada parecía dar resultado. El sol comenzó a descender y, con él, la paciencia de Naruto se agotó. Finalmente, al probar el último método en su lista sin obtener éxito, dejó caer la libreta sobre la mesa con un suspiro pesado.

—Es inútil... —murmuró, llevándose las manos al rostro. La sensación de fracaso era un peso que amenazaba con hundirlo, pero sabía que no podía darse por vencido.

Cuando revisó la hora, notó que ya era tarde. Decidió cenar algo ligero antes de acostarse. Sin embargo, al dirigirse al pequeño botiquín donde guardaba sus tranquilizantes, se dio cuenta de algo que le hizo detenerse en seco.

La caja estaba vacía.

Naruto la tomó con ambas manos y revisó su interior con cuidado, esperando que alguna pastilla se hubiera quedado atrapada en el fondo. Nada. La realidad le golpeó como un balde de agua fría. Había estado tan concentrado en sus investigaciones y teorías que no se dio cuenta de que su suministro se estaba agotando.

"¡No puede ser! ¿Cómo no me di cuenta antes?" pensó mientras buscaba desesperadamente en otros cajones, con la esperanza de encontrar alguna pastilla olvidada. Pero su búsqueda fue inútil.

Se sentó en el borde de la cama, dejando caer la caja vacía a sus pies. Necesitaba esos tranquilizantes. Desde su última crisis, había aumentado la dosis para poder dormir sin ser acosado por las pesadillas. La idea de pasar una noche sin ellos era aterradora.

—No puedo permitírmelo... No otra vez. —Su voz temblaba ligeramente mientras sus pensamientos se arremolinaban.

Sabía lo que debía hacer. Tenía que salir y comprar más. Pero había un problema: su dinero.

Al abrir la caja donde guardaba sus ahorros, su semblante se ensombreció. El presupuesto que con tanto esfuerzo había controlado se había desmoronado en las últimas semanas. Entre las pastillas y los materiales que había tenido que comprar para lidiar con el cadáver en su habitación, apenas le quedaba lo suficiente para llegar a fin de mes.

"¿Cómo pude ser tan descuidado?" pensó con frustración, apretando los dientes. Por un momento, consideró no comprar las pastillas y simplemente soportar la noche, pero la idea de enfrentarse a sus pesadillas y a lo que podría suceder si volvía a ver a Nocturne era demasiado aterradora.

—Es necesario... —se dijo, tratando de convencerse.

Tomó el dinero exacto y salió del departamento, cerrando la puerta detrás de él. Las calles estaban desiertas a esa hora de la noche, con solo unas pocas luces iluminando su camino. Naruto caminaba con paso rápido, queriendo terminar con el asunto lo antes posible.

Cuando llegó a la farmacia, entregó la receta falsificada que había conseguido tiempo atrás. La encargada le entregó el frasco sin hacer preguntas, y él pagó con el alivio de alguien que acaba de evitar un desastre. Al tener el medicamento en sus manos, soltó un suspiro profundo.

"Lo logré... Ahora solo necesito volver a casa."

Sin embargo, mientras caminaba de regreso, distraído con sus pensamientos sobre nuevos métodos para activar sus poderes, no se dio cuenta de las figuras que lo observaban desde un callejón cercano.

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Naruto caminaba por las calles vacías, sujetando con fuerza el frasco de tranquilizantes en el bolsillo de su chaqueta. Aunque el aire nocturno estaba cargado de tranquilidad aparente, una sensación incómoda comenzaba a recorrer su espalda. Era como si algo o alguien estuviera observándolo.

Aceleró el paso, intentando ignorar el creciente nudo en su estómago, pero la sensación no desaparecía. Al contrario, se hacía más intensa con cada esquina que cruzaba. Sus instintos, afinados por la constante tensión en la que vivía, le gritaban que algo estaba mal.

De pronto, al doblar en un callejón más corto que usaba como atajo hacia su departamento, escuchó pasos. No eran suyos, de eso estaba seguro. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral mientras giraba la cabeza, tratando de identificar a su perseguidor.

—¿Quién anda ahí? —preguntó en voz alta, intentando sonar firme, aunque su corazón latía con fuerza.

No hubo respuesta. La calle parecía vacía, salvo por las sombras que se proyectaban bajo la tenue luz de los faroles. Pero antes de que pudiera reaccionar, un sonido repentino detrás de él lo hizo girarse en seco.

Una figura emergió de la penumbra. Vestía ropas oscuras y una máscara que ocultaba su rostro, dejando al descubierto únicamente unos ojos fríos y calculadores. Pronto, otras dos figuras aparecieron a su lado, cerrándole el paso.

—Mira lo que tenemos aquí —dijo uno de ellos con una sonrisa burlona—. Un chico con cara de estar perdido.

Naruto dio un paso atrás, evaluando rápidamente la situación. No tenía nada de valor, aparte de los tranquilizantes, pero no estaba dispuesto a entregar algo tan importante para él.

—No quiero problemas —dijo con firmeza, tratando de mantener la calma—. Déjenme pasar.

Los tres hombres se miraron entre sí y rieron. Uno de ellos sacó un cuchillo y lo apuntó hacia Naruto.

—Eso no depende de ti, chico. Vacía tus bolsillos.

Naruto sintió cómo la adrenalina comenzaba a recorrer su cuerpo. No tenía experiencia enfrentándose a situaciones como esa, pero su instinto de supervivencia le decía que no debía mostrar miedo.

—No tengo nada que les interese —respondió, retrocediendo otro paso.

El hombre del cuchillo dio un paso al frente, con una sonrisa que se ensanchaba de forma siniestra.

—Entonces tendremos que comprobarlo nosotros mismos.

Sin previo aviso, uno de los asaltantes se abalanzó sobre Naruto. Fue un movimiento rápido, pero sus reflejos lo salvaron. Giró sobre su eje, esquivando el golpe, y empujó al atacante hacia un lado. Sin embargo, los otros dos ya estaban sobre él.

Naruto levantó los brazos para protegerse de un puñetazo que le impactó en el costado, sacándole el aire. Retrocedió tambaleándose, mientras el dolor se extendía por su cuerpo. A pesar del miedo, algo dentro de él comenzaba a despertar.

"No puedo caer aquí. No otra vez."

Las imágenes de su último enfrentamiento con Nocturne invadieron su mente. El recuerdo de la oscuridad, la impotencia, el miedo. Pero esta vez no estaba en un mundo extraño ni enfrentándose a un ser sobrenatural. Esto era diferente. Esto era algo que podía controlar.

El segundo atacante intentó sujetarlo por los brazos, pero Naruto reaccionó con rapidez, lanzando un codazo que impactó en la mandíbula del hombre. Escuchó un gruñido de dolor y aprovechó el momento para retroceder, colocando algo de distancia entre él y los asaltantes.

—¡Maldito mocoso! —gruñó el del cuchillo, avanzando con furia—. ¡Te arrepentirás de eso!

Naruto respiró hondo, tratando de mantener la calma. Su cuerpo estaba temblando, pero no de miedo. Había algo más, una energía que parecía estar latiendo bajo su piel, esperando ser liberada.

Cuando el hombre del cuchillo atacó, Naruto lo esquivó con un movimiento fluido, casi instintivo. Era como si su cuerpo supiera exactamente qué hacer. Con un giro rápido, atrapó la muñeca del atacante y lo desarmó, arrojando el cuchillo lejos.

—¿Qué demonios...? —balbuceó uno de los otros asaltantes, sorprendido por la habilidad de Naruto.

Naruto no perdió tiempo. Antes de que pudieran reaccionar, lanzó un golpe directo al estómago del hombre más cercano, seguido de una patada que lo derribó al suelo. El tercer atacante, viendo la escena, retrocedió unos pasos, evaluando si valía la pena continuar.

—¡Esto no ha terminado! —gritó el líder, ayudando a su compañero a levantarse mientras retrocedían hacia las sombras del callejón—. ¡Nos veremos de nuevo, mocoso!

Naruto los observó desaparecer, su respiración agitada y sus puños aún apretados. El callejón quedó en silencio, salvo por el eco de sus propios latidos.

Cuando se aseguró de que los hombres no regresarían, se permitió relajarse. Se apoyó contra la pared, intentando recuperar el aliento mientras el temblor en su cuerpo comenzaba a disminuir.

"¿Qué fue eso?" pensó, recordando cómo había desarmado al hombre y esquivado los ataques con una precisión que no creía tener. Era como si algo dentro de él se hubiera activado en el momento justo.

Lentamente, se enderezó y miró sus manos. No era la primera vez que sentía esa energía, pero esta vez había sido diferente. Esta vez, la había utilizado.

Sin más demora, salió del callejón y regresó a su departamento. Cerró la puerta con doble llave y se dejó caer en el sofá, aún procesando lo que había sucedido.

Aunque el miedo seguía presente, una chispa de esperanza comenzaba a encenderse dentro de él. Tal vez, solo tal vez, estaba más cerca de descubrir lo que realmente era capaz de hacer.