La noche había caído y la luna llena resplandecía en lo alto del firmamento, era una noche clara y despejada.
Bajo su luz nocturna un conjunto de casas se vislumbraba muy tranquilo y sosegado, al parecer era un vecindario que estaban unidas por unas veredas y jardines comunes alrededor de estas.
Especialmente la luz de la luna caía bellamente sobre una edificación cónica y redondeada, donde en uno de los pisos altos, Meghan la hija del superintendente estaba echada en su cama y veía en su televisor pasar varios canales, pero parecía algo triste y aburrida.
—Pasa.., pasa… —decía ella mientras el aparato automáticamente cambiaba de canal.
De repente pasó un canal de noticias sin querer.
—Atrás —dijo ella mientras el aparato regresaba a aquel canal anterior.
"...Hoy a las once del mediodía aproximadamente, un gran rayo estalló completamente en ciudad Azul creando un resplandor tal, que los habitantes de la ciudad están completamente conmocionados y asustados, las autoridades han explicado que se trata de nada menos que un impulsor de electrones, un aparato que es sumamente peligroso…"
—¿Uh?.. —dijo ella viendo una grabación de la intensa luz que iba al cielo.
"…Aquel rayo afectó algunos aparatos electrónicos, como de comunicación y si fuera poco, el clima también fue afectado drásticamente, este incidente provocó gran desconcierto en su población y también se hizo notar en los pueblos y ciudades cercanos de ciudad Azul. Estas son las noticias…"
"—Estaba con mi perrito aquí paseando por el parque, y desde lo lejos se escuchó un trueno, y luego volteé y apareció un gran resplandor. ¡Que cegó todo lo que había a mi alrededor!
—¡Oh, vaya! ¡Ni sabía que había ocurrido eso! —dijo Meghan muy curiosa.
"—Yo tendia mi ropa y de mi nieta en un colgador en mi patio trasero, y de repente un haz de luz resplandeció como si fuera una columna eléctrica, o algo parecido a eso."
"...Las autoridades, han capturado a Vancelot Ben, portador de aquel aparato, que usaba para timar y engañar a la población de ciudad de Azul con supuestas aguas medicinales, que simplemente era agua de lluvia…"
"—¡Están en un error! ¡yo no tengo ningún aparato, menos ese impulsor de electrones!. ¡Yo uso objetos mágicos! ¡No un aparato así! ¡¡Es un error!!"
—¿Eh? ¿Pero qué dice? —dijo la joven atontada.
De repente alguien tocó su ventana, Meghan se asustó tremendamente y se volvió.
En su ventana había un joven que lo saludaba muy contento, pues tenía un Jetpack que lo elevaba hacia su habitación.
El joven tocaba la ventana y le decía su nombre. Meghan se levantó de la cama sorprendida y fue hacia él, abriendole la cortina y luego la ventana.
—¡¿Kevin?! ¡Oh cielos! ¡estas…!
—¡Volando! Jajaja…—dijo el joven muy contento cruzando los brazos y haciendo piruetas extrañas en el aire.
—¡¡Genial!! ¡Qué maravilloso! ¡Como así!
—Bueno.., mis padres al ver que pase la prueba, me regalaron este jetpack, así que…¡sin duda alguna me dije!. Iré a visitar a Meghan y a sorprenderla..
—¡Oye! ¿¡Pasaste la prueba también!? ¡estupendo!..
—Y no solo yo, Omah y Kariela también pudieron pasar. ¡Así que estaba pensando..!
—¡En una fiesta a lo grande y a lo loco!
—..Me leíste la mente jovencita.
—Eso hay que verlo con los demás, para que nos den ideas ¡Para hacerlo espectacular!. —dijo ella
—Así es Meghan, voy a hacer una lista… de cosas y de detalles. Para hacerlo lo más divertido posible.
—¡Oye Kevin! Me da gusto verte…Pero ten cuidado… Mi papa por estas horas está regresando. Y si te ve se va a poner nervioso, tu ya lo conoces.
—¡ohh claro! ¡Por supuesto! Es un buen hombre el señor, hablando de tu papa.. lo vi salir en televisión, parece que ha tenido un día muy activo, pues…, ¿vistes el gran rayo que apareció en la ciudad? ¡Fue impresionante!
—Pues la verdad, no la pude ver…, estaba en el ascensor. Solo sentí ciertas vibraciones, pero nada más. Recién me doy cuenta de eso.
—Waow, fue espectacular, estaba con Omah y Kariela paseando por la calle mientras de repente retumbó un sonido muy grave y luego una luz destellante cegó todo el lugar. ¡Nunca había visto tal cosa! ¡La gente a nuestro alrededor gritaba como loca! y estaba muy espantada. Viendo como un rayo subía al cielo ¡Pensábamos que era un ataque terrorista! Pero después se supo, que era un impulsador de electrones.
—Vaya…, si es cierto, vaya dato muy curioso.
—Bien Meghan, ya me retiro y no solo por tu papa, sino que mis padres no saben donde estoy y ya se deben estar preocupando.
—¡Ah! ¡No se los has dicho! ¡Acaso te has escapado! ¡has hecho mal Kevin! —dijo Meghan muy sorprendida.
—De acuerdo Meghan…, jajaja ¡Saludos! ¡Ahora sí! ¡Me retiro! ¡Nos estamos comunicando por nuestro telecomunicador! ¡Hasta luego!
—¡Hasta luego Kevin!, ¡Ten cuidado que los vecinos no te vean!
—¡Claro! ¡Lo tengo pensado! ¡Todo está fríamente calcu…! ¡ahhh! —el joven Kevin no bajó su velocidad y se chocó con una pared de una casa contigua.
La joven Meghan se quedó asustada al verlo, pero él volvió en sí, le levantó el pulgar, le sonrió y se marchó perdiéndose entre las casas.
Ella simplemente se quedó viéndolo como desaparecía y luego de un rato así miro la luna y suspiro contemplandola detenidamente.
Dentro de la unidad de investigación especial de la policía, una mujer enfermera gritó muy asustada.
La chica de orejas de zorro y ojos de gato, comía todo lo que podía, le habían puesto una bata blanca de una sola pieza y le habían dado de comer en una mesa metálica. Allí a su costado dos agente de seguridad con una lanza eléctrica observaban sorprendidos como la chica de una manera muy salvaje comía.
Un doctor investigador, estaba sentado en una esquina, mirando con curiosidad y asombro todo, tenía un libreto donde apuntaba algo.
La chica extraña, comía con tal malos modales, y parecía que jamás había comido en su vida, así que se lo devoro todo lo que habían puesto.
De vegetales, hasta carne, sopas, frutas. Y todo eso ella se lo comía.
—Vamos tranquilícese, ya ya… —dijo un doctor asustado al costado de la enfermera, mientras ella perdía un poco la cordura.
La chica extraña, tenía la cara manchada de tantas comidas que había ingerido.
—¡Ah! ¡Que rico está todo esto! ¡Muchas gracias amigos! ¡Que la divinidad del cielo se los pague! ¡Estaba delicioso! ¡¡Hacía tiempo que tenía mucha hambre!
Dijo ella con una cara alegre y muy agradecida, limpiándose con la mano la boca y chupandose los dedos.
—¿Ya estás satisfecha? —dijo el doctor investigador con una expresión de temor y curiosidad.
—Si.., por el momento. Pues quizás más tarde tenga hambre. ¿Puedo llevarme estas dos manzanas y este plátano?
—Por supuesto…, pero dime…, ¿que te gusto mas?.... ¿los vegetales o la carne?
Dijo el doctor, mientras volvía en sí algo nervioso, jugando con su lapicero.
—¡Todo! ¿Oye amigo? ¡Venga y comamos! ¡Todavía deje algo para usted!
—Muchas gracias, ehhh…Pero… si te hubieran dado para elegir, ¿qué comerías?
Dijo el doctor sorprendido.
—¿ehh?, bueno… —dijo ella tocándose la cabeza y con una expresión divertida como si estuviera pensando.
El médico se quedó en silencio.
De repente un enfermero se acercó a ella y le dio un plato donde había un pedazo de Helado.
—¿Mmm…?¡ohhh! ¡¡Cielos!! ¡¡Debo estar soñando!! ¡Esto no es real!! ¿¡Verdad!?
La chica de orejas de zorro, con el rostro muy sorprendido se abalanzó con todo y manos a tragarse todo el pedazo de helado de varios sabores que tenía al frente.
El médico investigador se quedó con los ojos atontados, viendo como ella comía de un mal modo, junto con el personal que la veía tan salvaje.
Una enfermera se acercó a ella y muy sorprendida de lo que veía le tomó fotos, mientras ella con la cara manchada de helado seguía comiendo viéndola muy contenta.
—¡¡Cómo sabe que me gusta el helado!! ¡¡usted debe ser un tipo de sabio o algo así!! Dijo ella con la boca llena de aquel postre mirándolo extasiada.
—Bueno…, ¡Oh! Olvidalo. —dijo el doctor investigador sonriéndole nervioso como asustado, pero él trataba de estar en seriedad al ver a los demás.
—¿Saben una cosa?, gracias por ser tan buenos conmigo, la verdad me siento muy bien con ustedes, la comida ha estado muy deliciosa. ¡¡Muchas gracias a todos ustedes!!
—¡Ah!. De nada, me alegro que te haya gustado.. jejeje ¡oh!
Dijo el enfermero muy entusiasmado de su preparación. Pero luego miro a los demás y se calló de golpe y se volvió serio.
—Pues estuvo deliciosa, ¡hacía tiempo que no comía algo así!.
Las enfermera y algunas personas no salían de su asombro de lo que veían y estaban como si estuvieran soñando o algo parecido.
Ella se rasco la cabeza y se tocó acariciandose las orejas.
—¿Saben una cosa? Quisiera ver el sol, la luna, las estrellas y el bosque. ¿Por donde es la salida amigos?
—Bueno, bueno… —dijo un oficial levantándose de la silla, que era el encargado de la chica— Ahora nos vamos.
—¡Ah! ¡Muchas gracias señor! ¡saben! A mí me encanta el sonido de los pájaros.
—No vamos al bosque, nos vamos. A la cama.
—¿A la cama? ¡genial! ¡con todo esto que he comido! ¡Creo que esa idea es mejor! ¡Yyyy… mi estómago está repleto y siento gases en mi!! Mmm también es momento de tirarse pedos en silencio. ¡oh!
Algunas personas que estaban allí se rieron de las cosas que decía.
El oficial encargado hizo una seña, y se acercaron los dos agentes con las lanzas.
—Pon tus manos detrás de ti.
—¿Ah? ¿Vamos a jugar ahora?, ¡ay!, pero creo que estoy un poco grande para eso, señor.
—Tranquila, dame tus manos…
—¡Ay Señor! Qué romántico es usted… ¡tampoco es para tanto! ¡eh! —dijo ella sonrojándose un poco y algo sorprendida.
El oficial le puso unas esposas y se las ajustó.
—¡Ay! ¿Qué es esto? ¿¡Están apretadas! Me siento rara así
—Nos vamos a la cama. sígueme
—¡Oh! ¿pero así? ¿con las manos atrás? ¡jajajaja! ¡Que ridículo! —dijo ella riendose, el agente simplemente hacía su trabajo.
—¡vamos rubia salvaje! ¡Pasa!
El oficial encargado abrió una puerta y junto con los dos agentes entraron a un pasillo de aquellas instalaciones.
Mientras ella suspiraba y no dejaba de hablar por todo el camino, se preguntaba y se respondía a sí misma diciendo las cosas que iba hacer mañana. Mientras ella cada vez se alejaba de aquel recinto, los médicos, enfermeros y el personal en general, se quedaron muy sorprendidos y asombrados diciendo.
—Vaya que curioso ser, no había visto algo semejante.
—Parece que nunca para de hablar.
—Tampoco no nos tiene miedo, y parece ser algo muy impulsiva.
—Parece ser inofensiva, incluso infantil.
—¿Has visto sus orejas y sus colmillos? ¿Es un ser humano o un animal?
Se decían entre ellos, mientras la chica de cola de venado entraba a una carceleta especial de aquel recinto especial.
—¡...Vaya a sido un dia de locos..!, la verdad estoy algo confundida. Pero ha sido una gran aventura al fin y al cabo. Conocí a varias personas hoy...
Al llegar allí las personas que estaban dentro de las otras celdas, escucharon su voz y se volvieron a ver quien ingresaba y se quedaron atónitos.
—Entra… —dijo el oficial
—¿Esta es mi habitación?, Vaya que lugar mas extraño. —dijo ella viendo el sitio.
—La camilla está allá y el baño allí, dulces sueños.
—Señor, pero dormir con las manos así, me incomoda. ¿cómo puedo sacarlo?
Pero no le hicieron caso, simplemente le cerraron la puerta, y esta se cerró electrónicamente..
—¿señor? —dijo ella atónita y extrañada mientras el oficial se iba junto con los dos agentes.
De repente las luces de las celdas se apagaron. Y se quedó en oscuridad.
Ella se quedó en silencio, mientras varios ojos sorprendidos la miraban muy extrañados.
—Vaya…qué extrañas personas son. ¡pero ni modo! ¡Han sido amables conmigo!
¡Eso es lo más importante de todo!
Ella miró el solitario lugar, cerró sus ojos y suspiró.
—Ha sido un día muy bonito, pero muy raro. Quizás mañana entienda lo que pase… ¿Me pregunto qué pasará mañana?.
—Oye, criaturita... que hace una bebe en la cárcel especial.¿eh? ¿Qué maldad has cometido? ¡jajaja!
De repente se escuchó una voz grave, y varias voces desconocidas que se reían de ella.
La chica se quedó atónita al escuchar eso
—¿Quienes son? ¿dónde están? —preguntó ella.
—Quienes somos…—dijo la voz grave— Somos personas especiales en celdas especiales.
—Somos gente… ¿Somos gente? —dijo una voz atontada y cansada.
—Callate tonto, mejor dilo directo, ¡Somos malos! ¡muy malos!. —dijo otra voz.
Los encarcelados se rieron en frenesí, mientras la chica se quedó más atontada.
—Oigan no entiendo lo que hablan. —dijo la chica de los ojos turquesa.
—¿Así? Vaya…, incluso ignora su mal…, de verdad es malvada. —dijo una voz cansada.
—Callate tonto, ¡mas bien preguntenle de una vez…! —dijo una voz juvenil y rara.
De repente se hizo un silencio, y un murmurar de la voz gruesa se escuchó.
La chica de orejas de zorro se quedó escuchando algo.
—Oye tu bebe…, dinos con confianza ¿Qué crimen has cometido? ¿Acaso has dicho una lisura en la calle?, ¿no le has dado de comer a tu perro?, o el peor de todos ¿Acaso le has gritado a tu mamá?… ¿eh? ¡jajaja! —dijo la voz profunda, mientras los demás volvieron a reírse.
La chica de orejas de zorro parpadeo sus ojos varias veces y se quedó sorprendida.
—Pues no, ¿porque insultaria a alguien?, además no tengo perro, y mi mamá es la divinidad.
—¿Qué cosa dijiste? ¿Tu mamá? ¿!la divinidad!? ¡jajajaja! —dijo la voz grave.
—No entiendo por qué se ríen. ¡Si es cierto! —dijo ella atónita y sorprendida.
—Vaya que raro pensamiento. —dijo la voz cansada.
—¡La divinidad! ¡ja! ¡puff! ¡Eso apesta! —dijo una voz juvenil extraña.
—Pero que cosa mas rara nos estas diciendo. Oye una cosa además… dinos ¿porque estas vestida con un disfraz? Pareces un animal extraño venida de una fiesta… ¿Acaso te capturaron cuando te divertías?. Me pareció extraño tal cosa, y me quedé absorto por un momento.
—No tengo ningún disfraz —replicó ella tranquila.
—Jajaja ¡vamos bebe! ¡Ya deja de estar jugando! ¡Que estoy ansioso de saber tu crimen! —dijo la voz grave-
—¡Oigan! Ya les dije, no he cometido ningún crimen
—Los nuevos siempre dicen eso.. —dijo la voz cansada— Y no es fácil, a mi me llevo diez años.
—¡A mi toda la vida! ¡Ja! —dijo la voz juvenil y extraña.
—¡Bueno!. Dinos ya, di la verdad… no seas tímida…¿cual es el crimen que haz hecho? ¿porque estas aqui?
—No he cometido ningún crimen, ¡sólo los criminales están en la cárcel!. y yo no estoy en la cárcel, la gente de aquí me ha dado un cuarto donde dormir. Pues mañana me iré al bosque.
De repente hubo una pausa de silencio en la cárcel, pero después de la pausa.
Los reos empezaron a reírse y a carcajearse a lo grande.
—Ya sabemos lo que tienes, ¡¡estás loca!!
—Y las criminales locas, son las peores ¡esta chifladisima!
—A mi me da miedo los que son locos…
—¡YA CALLESE BRIBONES!! ¡¡DEJENLA YA DESCANSAR!! ¡¡SARTA DE IDIOTAS!!
Dijo una voz solemne y muy imperativa que golpeó su puerta de su celda muy enfadado, haciendo callar a todos.
—...¡ohhh! ¡Tranquilo papi! ¡Al fin te dignas de hablar! —dijo la voz profunda.
—¿Qué milagro ha ocurrido aquí? ¿eh?
—Siii..,porque la proteges, ¿acaso la conoces? —dijo la voz juvenil rara.
—¡Callate enano...!, solo deseo descansar… y creo que sería mejor para todos…, recuerden que mañana tenemos la rutina de ejercicios. Ya estoy agotado.
—Cierto, cierto… es verdad
—Buenas noches entonces
—Descansemos.
La chica de los ojos turquesa se quedó en silencio, estaba muy confundida, ella en la oscuridad y la soledad bajo sus orejas, y camino en la oscuridad un poco.
En el silencio algo sentía en su corazón que algo no iba bien. Pero no se lo creía.
Se quedó ella parada mirando de repente una pequeña ventana en lo alto cerrada con barrotes. Y miro la luz de la luna que ingresaba por allí. Sus ojos turquesas resplandecían por la luz del astro y allí estuvo un rato viendo al astro de la noche y dijo suavemente algo confundida y conmocionada.
—¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando aquí?
Una nave plateada y dorada se acercaba junto con otras naves menores a ciudad Azul, sobrevolando cerca de la plaza central de la alcaldía, donde un edificio muy ornamentado se veía rodeado de jardines.
De las puertas de la entrada de la alcaldía, un hombre gordo vestido con toga política por su autoridad, salió de las puertas de aquel edificio. Con el pelo corto y levantado hacia arriba, se acercó y esperó un poco junto con otros políticos, viendo como aquella nave se posaba en el suelo y luego de un momento una puerta se abría de el.
El alcalde, que era el hombre gordo, sonrió de repente al ver que de aquella nave, salían unos agentes armados y luego de ellos al final, una mujer.
Aquella mujer estaba vestida de un uniforme del estado imperial, blanco perla con dorado. Con un saco largo perla, pantalones y botas andaba muy solemne caminando hacia el alcalde que la veía muy contento.
Aquella mujer también llevaba un listón que le rodeaba el cuello y le adornaba.
Con los ojos serenos y el pelo cenizo largo amarrado. La mujer inclinó el torso superior y puso su mano derecha en su pecho y la otra hacia atrás.
—Mi señor Alcalde de ciudad Azul, es un gusto verlo a usted y a los políticos de esta ciudad. El estado Imperial Austrial, el magisterio y el soberano Emperador le saluda cordialmente.
—Inspectora Avanna, es un placer verla a usted y un honor muy grande, también a todos sus colaboradores.
Pase, pase por aquí por favor.
—Señor alcalde, no tengo mucho tiempo para charlar. Usted sabe bien de mi venida y la inquietud del Magisterio.
—¡Ah! ¡Claro si!. Precisamente…
—El Magisterio imperial me ha mandado un comunicado de revisión directa con el objeto hallado por los oficiales de esta ciudad. El magisterio de ciencias del Imperio está en búsqueda de artefactos prohibidos para la humanidad, para su pronta eliminación.
—¡Oh! ¡Inspectora! ¡Claro!, llamaré ahora mismo a la jefatura de policía de la ciudad. Dándole permiso directo, para que pueda usted examinar y ver aquel aparato, que de verdad, ha causado mucha impresión en la ciudad y en los habitantes.
Dentro de los almacenes de ingeniería de la policía, un trabajador barría los alrededores de donde estaba la carroza, y cuando lo hacía con una actitud aburrida encontró un pedazo sin querer del traje de protección que había sido cortado.
Se quedó de repente extrañado por lo que su escoba había tocado, se agachó y lo cogió mirando extrañado.
Aquel pedazo de traje era extraño, tenía glifos e imágenes muy raras inscritos en el material.
Incluso parecía hecho de algún mineral importante.
De repente unas voces se escucharon y unas pisadas que iban acercándose al sitio.
El joven rápidamente guardó aquella pieza en su mochila que tenía puesto y volvió a barrer.
Cerca del almacén, donde estaba guardado la carroza, el teniente de la policía conversaba con la inspectora toda la noticia que aquella mañana había pasado. Junto con él estaban sus agentes policiales y de la inspectora sus colaboradores.
—...Entonces al ocurrir esto, encerramos al estafador Vancelot, pues este sujeto era el que tenía en su poder tal máquina. ¿no sabemos aún dónde lo consiguió?. Pero los inspectores policiales le están dando interrogatorios. Pero nada, siempre anda jugando como si fuera su espectáculo. Y bueno… he aquí, este es el dichoso aparato. Un momento inspectora, ¡Oye tu!.
—¿Sí oficial? —dijo el empleado algo asustado.
—Ve aquí y ayuda a destapar el cubridor que tapa la máquina.
—Sí oficial.
Los encargados que tenían la llave, abrieron los seguros de la puerta metálica, digitaron un código que tenía cerca un panel y la abrieron.
Allí se mostró la curiosa carroza, pero estaba tapada por un cubridor.
Así que los empleados empezaron a descubrirla.
—Bueno…, este aparato es sumamente peligroso Inspectora, no sabe cómo el pueblo se llevó un susto por ese majadero estafador. Hubiera sido peor, menos mal que ordene su arresto, inspectora.
—Luego de esto quiero ver al estafador Vancelot para un interrogatorio personal conmigo.
—De acuerdo, así se hará
—¡Listo ya está!
Cuando el cubridor cayó al suelo, mostró sin lugar a dudas la carroza estrambótica del mago y su coche con una jaula de vidrio.
La jaula de vidrio tenía un agujero. Pues desde allí habían sacado a la chica con el traje de protección.
La mujer se acercó de repente, con los ojos serios y atónitos se quedó mirando aquella carreta de mago. Y se quedó por un momento atónita ante lo que veía.
—Teniente, esto no es una máquina. No es el aparato impulsor de electrones. Es simplemente una carroza para actos circenses.
—¿Eh? ¡ohhh!
Todos los que estaban allí, se quedaron perplejos. El joven que había recogido una parte del traje, se quedó sorprendido al escuchar eso, y no solo el todos los empleados y ayudantes.
—No se lo que puede estar pasando, según el registro, está nombrado como el aparato que usted nombra. Incluso hay una firma del jefe de …
—¡No Teniente! ¡disculpe que lo corte! Pero acá hay algo, que no es correcto. Dígame Teniente, ¿quién es el responsable de esta situación?.
—¡ohhh! ¡Claro! inspectora. Le llevaré a su despacho principal —dijo el Teniente algo nervioso y preocupado.
Ya el sol salía en la mañana, bañando sus rayos en aquella ciudad. Que poco a poco se hacía notar a la gente que empezaba sus labores diarias.
En el silencio de la mañana en un lugar taciturno pero algo luminoso por el sol, un destello de luz ingresaba por la rendija de barrotes de la celda, donde estaba la chica de orejas de zorro.
Ella dormía en el suelo en posición fetal, y acurrucada en sí misma, durmiendo profundamente. Eran ya casi las siete y parecía todo tranquilidad por un tiempo, pero de repente alguien abrió la puerta de la celda, y unos pasos se acercaron a ella.
—¡Despierta! ¡Vamos! ¡me escuchas! ¡Vamos levántate! —dijo el agente molestandola con una varilla eléctrica sin encenderla, hundiendole en la cabeza y en los brazos.
—Mmm…, mmm…, ¡oh! ¿Qué está pasando? ¿ya amaneció? —dijo ella algo cansada.
—Así es, así que levántate, y ¡vamos! ¡No tengo todo el día para esperarte! ¡levántate!
—¿eh? Espera…¿a dónde vamos? —dijo ella incorporándose quedando sentada en el suelo.
—Eso no tiene importancia, rubia salvaje,, si no lo haces ¡no habrá comida!.
—¡Que! ¡ohhh!
Pero el agente la miró serio, ella simplemente se quedó viéndolo tan serio que ella se quedó en silencio.
Con las manos esposadas se levantó, tres agentes la escoltaron saliendo de la carceleta, caminó por un pasillo mirando con curiosidad todo.
—Oigan… disculpen que les moleste…, ¿pero? ¿Me pueden decir? ¿dónde estoy? Y…
¿Qué está pasando? Estoy algo confundida por todo esto y me siento mal
Pero los agentes no le contestaron.
—Mmm… vaya si que no les entiendo.
Las personas que estaban allí, también habían madrugado para verla pasar. Y cuando la vieron se quedaron muy sorprendidos y hasta asustados.
Los agentes la llevaron hacia un patio de entrenamiento,
Desde lejos, cuatro sujetos la veían caminar hacia ellos, lo cual se quedaron muy sorprendidos. Un hombre alto fornido y de color se quedo asombrado viendola, un joven enano con cara infatil tambien al verla se quedo atonito, un hombre viejo con el pelo muy largo y la barba tan larga como su pelo se quedo mirandola, y el ultimo de ellos, un joven de piel cetrina, ojos azules oscuros y pelo rojizo disparatado se quedo tambien muy extrañado viendo como los agentes, la hacian caminar hacia ellos.
—Listo, acá están todos los reos..
—Excelente…—dijo un policía— Ahora en breve empezamos.
Un policía se acercó a la chica y la desposó ella al sentirse liberada se llenó de emoción.
—¿eh?...¡Gracias! ¡ah!. ¡No sabes cuanto te lo agradezco!. ¡Eso me estaba triturando las manos! No podía ni siquiera rascarme, con todas las ganas que tenía en la noche.
Pero luego el policía, se acercó a ella y le puso un collarín y lo cerró.
—¡Hey! ¿y esto? ¿Que se supone que es?
Los tres delincuentes se rieron de ella, menos el de piel cetrina.
—Bueno, empezamos… ¡a correr! ¡un, dos, tres! ¡un, dos, tres!
Todos los reos empezaron a correr, la chica de cola de venado corría con ellos y les decía.
—¡¿Esperen?! ¿por qué estamos haciendo esto? ¡porque corren! ¡A dónde van!
—¡Que!, ¿acaso no sabes…?. Todos los viernes hacemos esto para estar en forma. Dijo el hombre grande. —Es una norma del estado para todos los reos.
—¿reos? ¿¡Somos reos!? Pero…¡¿cómo?! —dijo ella atónita esta vez— Noo.. ¡no!
—jajaja, ¡callate! —dijo el enano cara de bebe, haciéndola caer al poner su pie en el camino.
La chica se cayó abruptamente en el suelo.
Un pitido se escuchó y luego la policía dijo.
—¡Haber! ¡qué pasó! ¡de nuevo todos!. ¡Si alguien se cae o se tropieza!
—¡rayos! —dijeron los reos.
—¡ah!
—Vaya que cosas ¿no? —dijo el hombre de piel cetrina.
Y de nuevo empezaron a correr, pero ella seguía insistiendo detrás de ellos, asi que los reos empezaron a correr más rápido, mientras ella los perseguía detrás.
—¡Quee! ¡Altoo! —exclamó el policía disgustado.— ¡De nuevo y con orden!
De nuevo los reos exclamaron y gruñeron algo molestos.
—Este juego no me gusta. —dijo la chica de pelos rubios.
Después de terminar, hicieron planchas y ejercicios corporales, los reos lo hacían detalladamente, pero la chica que estaba en el suelo se llenó de emoción.
—¡Oigan! ¡Eso es fácil! ¡¡Mirenme!!
Dijo la chica de orejas de zorro y se colocó enfrente de ellos y empezó a demostrar su habilidad haciendo cosas que, tanto los reos como a los policías se quedaron con la boca abierta, se trepó, salto y brinco por todo el pabellón del patio, y actuaba como si fuera un gato o como una gacela, se agachaba y saltaba como un animal. Hizo piruetas y acciones muy difíciles y ágiles en los objetos de entrenamiento, como saltando, brincando, trepando y corriendo entre ellos a los ojos del personal del pabellón que se quedaron extasiados y coreando un ¡ohhh! absoluto. Pues su sorpresa era como si un gato en forma humana haría un parkour. De repente una manzana que tenía en su bata se le cayó cuando saltaba y le cayó directo en la cabeza del enano renegón.
El policía entrenador también se quedó asombrado al ver la agilidad y destreza de su cuerpo, pero luego regresó en sí y piteó nerviosamente su silbato, desaprobando lo que hacía.
—¡Mal! ¡maaaaal! ¡hagan lo que yo les mande! ¡Por esa desobediencia! ¡treinta ejercicios corporales de cada uno de los quince que conocemos!!
—¿Eh? ¿pero que paso? ¿está mal?—dijo ella atónita, deteniéndose en seco.
Pero los reos ya se estaban enojando con ella.
—Me duele más mi molestia. —dijo el enano
Luego de haber pasado el castigo el policía dijo.
—Ahora escojan pareja y hagan carretillas.
Los reos que eran cuatro se eligieron a sí mismos
—¿Y tú? ¿Qué haces sin pareja?
—Somos cinco señor. —dijo la chica de orejas de zorro.
—Entonces haz ranas saltando con las manos en la cabeza. En todo el patio y cuatro veces por no obedecer al oficial ni respetar a tus compañeros reos.
—¿Eso? ¿Es cierto?
Dijo ella mirándolos, pero ellos se rieron entre ellos.
—¡oh! —dijo ella bajando las orejas.
Luego hicieron carreras.
—cuando cuente a las una, a las dos y a las tres. ¡salen corriendo!
La chica en ese momento, emocionada, se puso a correr pensando que era el momento.
—¡Nooo! ¿¡Otra vez!? ¡No es el momento! ¡cuando diga a las tres todos salen corriendo!
—¡ay lo siento! ¡disculpe!
—¡Ya son cinco veces que ando diciendo esto!.
—Perdón…, me pongo un poco nerviosa.
—Ahora por eso, tus compañeros después de hacer las escalas, harán treinta ejercicios corporales de las quince que conocemos. Mientras tú harás el doble de ejercicios que ellos. ¿me entendiste?
—¿Ehmm? Señor… eso sería…
—¿¡Me entendiste!?
—¡Eh! ¡Si.., señor!. Eso creo..—dijo ella nerviosa mirando a los demás
Los reos la miraron muy molestos menos el joven de piel cetrina, pero ya estaba cansado.
Ella al verlos así, se sentía mal, pues la veían muy cansados como enojados.
Arriba en la jefatura policial principal de ciudad Azul, el superintendente Nathan dormía en su sillón de su oficina principal y balbuceaba palabras sin sentido.
A su costado, su secretaria Nika y su gerente Laurev lo ayudaban a despertarse. Nika tenía una taza de café, mientras ella le hacía pasar por la nariz.
—¡vamos señor Nathan! ¡Llegó la hora de tomarse un refrescante café! ¡No lo huele superintendente!
El joven Laurev miro bajo su periodico y sonrio muy ameno.
—Nika, oye ten cuidado la otra vez que se enfermo gravemente le quemastes sin querer la nariz al jefe.
—¡Oh, vamos! ¿Qué podría ser peor?
De repente la puerta se abrió de golpe y alguien con voz alta exclamó.
—¡¡Superintendente!! ¡¡La inspectora imperial Avanna se encuentra en las oficinas de la jefatura!! ¡Y lo busca a usted señor! ¡¡Superintendenteeee!!
La secretaria Nika por el tremendo grito, hizo caer su taza de café en la cara del señor Nathan. Eso fue lo suficiente más el grito del hombre, que lo hizo despertar de golpe.
—¡Ayyy! ¡Santo cielos! ¡Si si si! ¡ahora salgo! —dijo el señor Nathan confundido y adolorido.
El señor Nathan, camino sin saber a dónde se dirigía y caminó por las oficinas adormilado.
—¿A dónde va señor Nathan? —dijo su secretaria
Pero él no hizo caso a la voz, y medio dormido como ido se acercó al despacho principal.
Allí cuando llegó al lugar donde aquella vez su hija le entregó el diploma de admisión, la inspectora esperaba junto con sus colaboradores.
Y cuando entró el señor Nathan, el teniente levantó el dedo para hablar, pero se dio cuenta que estaba medio dormido. Bostezó grandemente, se quitó la chaqueta y se rasco la espalda, se abrió el pantalón y se lo bajo arreglándose y sin darse cuenta se tiró un pedo y se cacheteó la cara para despertarse del sueño mirando por la ventana de la ciudad y se peino.
Los colaboradores se quedaron absortos de la actitud del superintendente.
Mientras la inspectora lo miraba muy seria.
De repente el señor Nathan se volvió donde estaban esas personas, y de golpe se quedó congelado. Con los ojos desorbitados.
—Superintendente Nathan.., Soy la inspectora Avanna del imperio Austrial. Su Teniente que está presente aquí, me ha llevado hasta la jefatura principal de ciudad Azul.
Mucho gusto al conocerlo.
Los ojos del señor Nathan miraban de un lugar a otro.
—¡¡Inspectora!! ¡disculpe mi falta de respeto! ¡¡No estoy tan presentable para tal dignidad imperial! ¡En que puedo ayudar a mi emperador! ¡Mi digna dama!
Dijo el inspector escondiendo la vergüenza y mostrando una sonrisa nerviosa.
La inspectora le dio una carta.
—Léalo ahora por favor. Con ello entendera mi venida.
El inspector se quedó impresionado, leyó la carta, que era una carta notarial imperial del magisterio de ciencias.
—¡¡Ohh!! —dijo el señor Nathan luego de un rato leyendo, quedándose asombrado
—Ahora…Sobre su supuesto artefacto, llamado "impulsor de electrones". Acabo de descubrir que no existe. No existe tal aparato ni en fotos ni en videos, solo una carroza de artes circenses….¿Puede explicarme esto? Superintendente.
—¿¡Eh!?, ¡ay! mi digna dama, la verdad…, pues no se como explicarle.
La inspectora se quedó seria al escuchar esto.
—Seriedad por favor.
—Bueno inspectora Avanna, el aparato de electrones que menciono, nunca existió.
—¿¡Cómo!? Me puede explicar entonces…, ¡qué es lo que ocurrió el día jueves, a las once del mediodía!.
¡Una gran descarga eléctrica se vio en diferentes pueblos!, incluso en las dos ciudades cercanas a ciudad Azul, también generaron anomalías en los artefactos electrónicos y que decir de el clima que cambió drásticamente.
—¡Oh! ¡La verdad! ¡Pues tampoco, la policía sabe! ¡No sabemos!
—¡¡Superintendente!! ¡¡Estoy hablando serio!! ¡¡Entonces habrá que hacer las investigaciones necesarias!! ¡¡Tendrá que desmentir esto en público oficial!! ¡El imperio no aceptara fraudes de una autoridad incompetente.!
—¿¡Eh!? ¡Espere inspectora! ¡Lo que pasa es…! ¡¡Es que todavía estamos investigando el caso!!
—¡¡Entonces desmienta que aquel rayo, no fue producto de un artefacto peligroso!! ¡El pueblo debe saber la verdad!.
—Si… si mi inspectora real. Así lo hare. Pero…
—Necesito saber exactamente lo que pasó…, y usted es pieza clave…, llame a todos los que estuvieron implicados con el aparato en esta investigación. Necesito saber qué cosa lo provocó.
—¡¿a todos?!
—¡a todos! ¡incluso al timador de Vancelot!
—¡Mi inspectora espere un momento!, tengo que decirle algo. Desmentire lo del aparato. Y diré que estamos en proceso de investigación. Pero el pueblo no se creerá que fue un simple coche de mago el que hallamos…. ¡Querrá saber más! ¡Y esto podría generar ideas, propagandas y hasta desorden! ¡ante este evento anómalo! Pero… le diré algo. Algo que es parte de esta investigación. Se que es algo extraño…, disparatado, y la verdad todavía está en proceso de revisión…
—Dígame… entonces, ¿me está diciendo que hay algo más sobre esto?
Dijo ella cruzando los brazos.
—No encontramos un impulsador de electrones, pero…, si… una… ¡ejem!...criatura.
La inspectora se quedó atónita al escuchar lo que dijo.
El inspector Nathan simplemente algo relajado de la tensión y algo nervioso dijo.
—Esto era confidencial al público, pero creo que mediante esta carta del imperio y su dignidad imperial, tengo que revelarlo… y esto todavía está en investigación secreta. Y lo digo así porque… sería un riesgo grave mi inspectora que sea revelado al público en general. ¿Qué quiere que le diga al pueblo? ¿que hallamos a un ser zoomorfico en la carreta del mago?
Las personas que estaban allí se quedaron atónitas y asombradas
El señor Nathan de golpe despertó de su sueño.
—¿un monstruo?
—¡Un extraterrestre!
—¡¡Una criatura del laboratorio!!
Dijeron algunos presentes asombrados de todo esto. Mientras murmuraban preocupados.
La inspectora se quedó en un momento atontada y asombrada de lo que dijo, con un rostro sereno que guardaba la compostura.
—¿Ve…? Esto es un pequeño ejemplo, de lo que puede ocurrir.
—¿Qué es lo que me quiere decir? ¿Señor Nathan? —dijo suavemente algo enojada la inspectora y con una actitud seria. —Si es cierto lo que dice, será condecorado, pero si es falso perderá su puesto.
Dentro de las instalaciones del centro de investigaciones especiales, los cuatro reos comían juntos en una mesa metálica y a lo lejos de ellos, la chica de ojos de felino comía en silencio.
Uno de los reos que era el enano de todos se rió de ella.
—Esa tonta…, asi aprendera a respetarnos…, que se habra creido esa mocosa, ya mis brazos y piernas están que gritan de cansancio, no se cuantas veces hemos repetido la práctica por esa.
—Si es cierto, yo apenas puedo hacer algunas cinco planchas. Y ya me duelen todas las articulaciones, no soy un hombre joven —dijo el hombre de pelo largo y barba— No ha sido un día agradable para todos.
El hombre grande y fornido que comía, miró de soslayo a la chica de orejas de zorro, y la vio tan callada y parecía algo triste.
—Si, a eso se llama derecho de piso. Yo tuve que pasar dos años con ustedes así. ¡Y no me quejo!
Dijo el joven enano.
—Jajaja No me lo recuerdes tío, ¡que bellos tiempos hermano! jajaja —dijo el hombre barbudo.
—¡ja! —dijo el enano muy sarcásticamente.
—Oigan, quizás no sea lo conveniente, pero… Por qué no le hacemos una tregua. Yo pienso que… no creo que sea una amenaza para nosotros.
—¡¿Qué cosa?! ¿Acaso has perdido el juicio?! ¡cómo se te ocurre eso! —dijo el enano
—Miren muchachos, es solo una chica. Que ni siquiera se saca su disfraz, acaso no te da pena viejo. A su edad yo pelaba margaritas. —dijo el hombre grande
—¡ja! Yo a su edad, ¡ya había robado a la compañía de mi padre!.
—Además, ella es una criminal como nosotros pues, no te fijes en su apariencia…, está también en nuestra ley. —dijo el hombre barbudo.
—Vamos caballeros, no seamos crueles…, hagamos una tregua por hoy. ¿Vale?
—Grrrr —gruñó el enano cruzando los brazos.
—Si o no, despistado. —dijo el hombre grande al joven de piel cetrina— ¿tú qué piensas? ¿eh?
El joven de pelos rojos que comía cerca de ellos, por un momento no dijo nada, siguió comiendo.
—Ya ves cabezón, él está con nosotros. —dijo el enano— ¡estás fuera de sí viejo!
—¡Si! ¡La mayoría gana! ¡Sigamos así! jejeje —exclamó el barbudo
—...No he dicho nada, tontos, pero yo pienso… Que sería lo ideal. Y estoy de acuerdo.
Sentenció el hombre joven.
—¡Entonces! ¡Hay empate! —dijo el barbudo
—¡Así es! —exclamó el enano.
—Jajaj vengan no más, no sean así…, ¡Vamos todos! porque al fin y al cabo está también entre nosotros.
Dijo el hombre corpulento jalándole la barba y al otro su oreja.
La chica de los colmillos, comía lentamente su comida, como pensando de una manera lenta. solo un dedo lo había usado para comer.
—¡Oye! ¿Nos permites sentarnos a tu lado? —dijo el hombre corpulento.
—¿eh?... claro… Siéntanse.
Todos los reos se acercaron a ella y pusieron su plato cerca de su mesa para comer juntos.
—La verdad que hoy nos sacaste muchas calorías a todos ¿eh?. Nunca había hecho tantos ejercicios hoy. Fue como hacer una olimpiada, ¡jajaja!.
Los dos reos, el barbudo y el enano cruzaron los brazos algo enfadados.
—Discúlpenme si los hice enojar. No era mi intención
—Bueno eso ya pasó. También nosotros queremos darte unas disculpas por lo que hicimos ayer. De burlarnos de ti.
—Vaya…, ¿era eso una burla?. Pues la verdad lo ignoraba.
—Jajaj. Oye ya que estamos en paz. Y en compañerismo. Cuéntanos... , ¿porque estas aqui? ¿Qué crimen has cometido?
La chica extraña levantó los ojos y los miró a todos.
—¡Oh! La verdad, no se porque estoy aquí. Estoy algo confundida. Yo solo desperté en una especie de garaje, con personas que no conocía. Les preguntaba dónde estaba pero ellos no me decían nada. Y luego me llevaron en un vehículo y estuve horas encerrada allí, y luego me dieron de comer. ¡Creo que eso fue lo más hermoso que he tenido! —dijo ella algo emocionada.
—¿Así? ¿Y tu crimen? —dijo el hombre corpulento
—Solo eso he hecho señor.
—¿Solo eso?
—Si…
Los reos se quedaron estupefactos de lo que dijo la chica y se miraron entre ellos.
—Miente.., seguro miente…—dijo el enano
—Les digo la verdad ¿porque mentiría? ¿que ganaría mintiendo? —dijo con una voz firme, el enano se quedó asombrado al verla. Pues sus ojos de felino crecieron un poco.
—Bueno…vaya que curioso…si solo fuera así como dices…, Entonces hay una equivocación.
—Supongo… —dijo ella muy triste. El hombre fortachón se quedó mirándola.
Y vio que sus orejas de zorro bajaban de la tristeza. Se quedo sorprendido por el momento, pero al verla triste algo le movió dentro de si.
—¿Oye quieres mi presa? Te lo regalo… La verdad que hoy no tengo deseo de comer esto.
—¿Cómo? ¿de verdad? —dijo ella cambiando de tono
—Si… también nuestro amigo, el despistado come poco. Y siempre deja. ¡Oye tio! ¡dale tu presa amigo!
—¡Eh! claro por supuesto, hoy la comida no me agrada. —dijo el hombre de piel grisácea acercando su plato y dándole todo en su plato.
—¡Oh gracias! ¡Muchas gracias señor! —dijo ella emocionada.
—¡Ehh! —dijeron el enano y el barbón.
—Ustedes, yo supongo que también están por el mismo camino ¿verdad?
Dijo el hombre grande jalándole la barba al hombre viejo.
—Tiene mucha grasa. No me agrada al fin y al cabo.
—Bueno.. yo la verdad..¡Nn! —exclamó el enano mirando al hombre grande, pero este se fijó muy molesto en el.. —¡Me gusta más la comida en la noche! ¡Así que no tengo hambre!
—¡En serio! ¡Lo veo pero no lo creo! —dijo ella mirando su plato lleno de alguna comida extraña, ella abrió sus ojos como los de un felino y los reos se quedaron de repente sorprendidos.
Y cuando se puso a comer empezó a alimentarse con las manos y en ese frenesí desordenado y salvaje, los reos se quedaron absortos y atontados.
El hombre corpulento y el joven de piel grisácea se dieron cuenta que tenía unos colmillos.
—Oye.. jajaja. Qué modales. Vaya… Ni nosotros somos tan salvajes… —dijo el hombre corpulento algo asustado y sorprendido.
—No entiendo como puedes comer con ese disfraz. ¿Oye porque no te lo quitas?
Dijo el hombre de piel grisácea.
De repente, mientras la chica se comía salvajemente lo que había en el plato unos agentes se acercaron.
—¡Tu! ¡rubia salvaje! deja de hacer eso y levántate. ¡deja de comer! —dijo el agente viéndola asustado como comía.
—¿Eh? que pasa agente… —dijo el hombre corpulento.— ¿Hemos hecho algo incorrecto?
—Nada de eso, ven orejas de zorro. ¡Levántate!
—¡Ah! ¿Ahora que paso? —dijo ella con la cara muy sucia de comida.
—Manos atrás.
Unos agentes se acercaron detrás de ella y la querían esposar
—¡Otra vez! Pero… ¡Pero qué es lo que pasa!
—¡Vamos, hágalo!
—¡ohhh! —dijeron sorprendidos todos los reos.
La chica se levantó, luego se le ocurrió una idea.
—Espereme un momento..
Dijo ella sacando de su bata las dos manzanas y un plátano.
—¡tomen! ¡Es para ustedes! ¡Gracias por invitarme su desayuno! ¡ah!
—¡ohhh! —exclamaron los reos muy asombrados. La chica de orejas de zorro puso las frutas en la mesa metálica, de una forma que parecía una cara feliz.
Mirando extasiadamente todo, ella puso sus manos hacia atrás.
—¡Ahora sí! ¡Ya me pueden llevar de nuevo! ¡Estoy lista!
Los agentes sorprendidos por tal acto, se sintieron extraños por eso, pero igualmente la esposaron.
—¡Muchas gracias por la comida! ¡¡Que la divinidad se los pague!! ¡Adiós!
—¡Vamos! ¡Avanza!
Los reos se quedaron atontados viendo como ella se retiraba del sitio, mientras unos agentes se lo llevaban.
—Vaya… y eso que…, recién tratábamos de hablar. —dijo el hombre corpulento, mientras los demás también se quedaban asombrados.