Se oyen gritos en un campo de batalla, la sangre corre por la tierra, el ruido ensordecedor de las espadas que se blandían y chocaban con las armaduras y escudos, el crujir de los huesos, las armas acabando con guerreros, los gritos de batalla que tanto vigor proyectan y los gritos de dolor que al apagarse indican el fin de una vida como si se tratara de una bombilla que nunca más volverá a encenderse, explosiones y cadáveres por doquier, ideales enfrentándose o ¿es el odio y las mentiras que crean la disputa?.Entre aquel caos, entre aquel ruido, una pareja huye, escapa de todo, de la muerte, de la guerra, de los ángeles de los demonios, porque son rechazados por todos, porque no se acogen a la norma, están débiles, cansados, pero tienen sueños y esperanzas.Huyen sin mirar atrás, aquel hombre carga en su hombro a una mujer y con su otra mano tiene envuelto un recién nacido, han huido durante tanto tiempo sin descansar que cada vez están más débiles, son perseguidos, se defienden, pero sus vidas comienzan a agotarse, esto se repite varias veces, heridos y con sus últimos alientos encuentran una pequeña cueva, donde creen que todo se acabó, aquel hombre mira a la mujer que tiene a su lado, está muy débil por el parto, más las heridas que ha recibido, morirá.Se escucha un llanto, el recién nacido se ha despertado, es como si sintiera la ausencia de su madre, aquella mujer yace en el suelo, sin vida, aquel hombre sostiene con sus últimos alientos a la pequeña creatura pensando que todo se acabó, él también está a punto de morir, lleva desangrándose poco a poco un rato, no le queda energía, escucha como afuera sus persecutores parecen haberlo encontrado y gritan que revisaran la cueva.El hombre cierra sus ojos un momento, preparado para lo peor, pero de repente se escuchan gritos y luego un incómodo silencio, alguien se acerca a la cueva, era una mujer, de cabello rojo y armadura dorada, aquel moribundo hombre la reconoció de inmediato sin jamás haberla visto, pues sus rasgos y características le indicaban quien era.–¿la madre del Edén? (preguntó aquel hombre moribundo).–¿estás bien? (preguntó la mujer de cabello rojo).–Tómalo (dijo aquel hombre extendiendo en sus brazos al recién nacido quien lloraba).La mujer de cabello rojo toma la creatura por petición de aquel ser que con sus últimos alientos le pide que la proteja, que la cuide. La mujer de cabello rojo mira a la mujer muerta a su lado, nota que ella era un ángel y al ver los ojos grises de este moribundo hombre nota que es un demonio.–¿Cuál es su nombre? (Pregunta ahora quien será la responsable de este pequeño ser).–Su nombre... (tose) su... su nombre es... Lucifer (respondió aquel hombre).–Yo lo cuidaré. (dijo aquella mujer con el pequeño ser en sus brazos).–Lo sé, él ha nacido para sobrevivir. (dijo aquel hombre con sus últimos alientos).En ese momento otra bombilla se ha apagado, pero gracias a su ultimo brillo permitió que otra luz se encendiera, ahora yacía muerto junto a su amada, sus cadáveres estarán juntos allí para siempre. En la lejanía se escuchan aun los gritos de batalla, las explosiones, las espadas, pero entre todo este caos y oscuridad sale una mujer, una guerrera, con un niño prohibido, nacido de lo opuesto, nacido de lo que se considera bueno y malo, de lo que se considera sagrado y lo maldito pero que con su sola existencia probaría que todos estaban equivocados, su nombre era Lucifer.