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El precio de una vida.

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Chapter 1 - Prólogo.

Hace mucho tiempo, más del que cuentan los libros de historia, existió un lugar horrible y lleno de pesar. La gente de a pie, solo conocía la desgracia y el malestar ya que trabajaban para obtener un mísero sueldo y los impuestos eran tan altos que ni siquiera podían tener una pésima calidad de vida. Cada moneda que conseguían con su duro esfuerzo les era arrebatada antes de poder observarla bien. Los nobles, se reían a costa de sus trabajadores, humillando a estos por ser de una clase inferior a la suya y comportándose como verdaderos niños, muy infantiles para lo que aparentaban ser. Pero un día todo eso cambió. Estalló una gran rebelión contra su monarca, lo que indicó que todos los caballeros preparados desde su infancia tuvieron que luchar contra los ciudadanos que no tenían preparación, pero si una fuerte determinación. La mayoría de la ciudadanía murió intentando conseguir algo mejor, aunque fuera mínimamente pequeño ya habría sido un logro. Lamentablemente eso nunca ocurrió, la gente que quedaba viva eran niños y ancianos que intentaban hacer pequeñas manifestaciones hasta que algún caballero los disolvía. Cuando todo se veía perdido para los pocos que quedaron, apareció un soldado del reino vecino. Y entonces oyó un llanto.

—¿Qué es ese sonido? —El soldado sorprendido se iba acercando cada vez más al origen del ruido.

Cuando encontró de donde provenía, descubrió a un grupo de niños en un campamento muy rudimentario y sin las medidas sanitarias que cualquier persona se merece. Entonces se acercó a una niña, la que él creía que era más mayor y le preguntó:

—Pero, ¿qué ha pasado aquí?

Ella le contó todo lo que les pasó, desde las antiguas malas condiciones las cuáles conoció y vivió hasta la pequeña revolución que ocasionaron, cosa de la que nadie se enteró.

—Oh, por la Diosa. —Miró a su alrededor consternado y después otra vez a la niña. —Ahora no puedo ayudaros, pero os prometo que volveré con provisiones para todos vosotros.

—Gracias buen señor. —La chica le sonrió antes de continuar. —Pero por favor, vuelve antes de que nos encuentren los otros soldados y nos liquiden. —Ella no pudo evitar soltar una pequeña lágrima aún sonriendo.

Se marchó a su reino en busca de una audiencia real, su rey era mucho más benevolente y amable que el que reinaba en esas tierras. Obtuvo esa audiencia dos días después ya que la vida de un monarca era muy ocupada y llena de tediosas reuniones. Se reunieron su rey y algunos consejeros a los que les contó el relato que le dijo aquella niña antes de que se fuera.

—Y eso fue todo lo que ocurrió.

—Muy bien, pero, ¿eso porqué me debería interesar ese relato soldado? —Al monarca no le interesaba lo que ocurría en otros reinos y menos si eran tan inferiores al suyo.

—Mi señor, —él le hizo una pequeña reverencia antes de continuar —ahora su reino esta muy indefenso y con distintas fallas en su defensa.

—Ajá, prosigue.

—Si atacamos ahora, mi rey, podríamos conquistarlos y hacer que nuestra magnífica nación lo sea aún más. —Junto la última palabra levantó la cabeza.

—Interesante… —Miró a sus consejeros antes de continuar. —Traed ante mi al jefe de la milicia, tenemos una invasión que planear.

Tras un poco de planificación, marcharon hacia el reino vecino para conquistarlo, pero con unas órdenes muy específicas de no matar a la población. El soldado junto a unos pocos otros, provisiones y con transporte para todos los niños que les estuvieran esperando marcharon hacia el lugar donde el primer soldado sabía que estaban los pequeños y pequeñas. Lo que no esperó fue que ya era demasiado tarde, encontraron muchos cuerpos muertos que les pertenecían a aquellos niños y niñas. El soldado buscó por todas partes si habían supervivientes o si aún había aunque fuera uno que todavía respirara hasta que oyó un llanto entre los arbustos, cauteloso fue a ver si había alguien allí. Apartó los arbustos y vio a un niño acurrucado y escondido, frunció el ceño al verle y le ofreció una mano. Cuando al fin el niño la acepto y fue con él, le brindó un abrazo.

—Tranquilo pequeño, ya todo terminó. —Le dio unas pocas palmadas suaves en la cabeza, el niño no pudo evitarlo y se puso a llorar.

Con la ayuda de otro soldado, pudieron llevar al niño de vuelta al reino. El soldado estuvo a su lado durante todo el trayecto de vuelta y no se apartó cuando llegaron ni cuando tuvo la obligación de volver para batallar. Todos los demás se fueron para poder vengar la muerte de aquellos niños, esperando que así descansarán en paz. Pasó una semana llena de incertidumbre, con pequeñas batallas por el territorio, hasta que al fin el soldado y su equipo se alzó con la victoria y la cabeza del antiguo monarca. Con el paso de los años, el rey disminuyó el terreno y se lo otorgó como recompensa al soldado. Este, agradecido, fue a vivir allí con el niño al cual salvó y del cual era tutor ya que, lo adopto nada más pudo.

Pocos siglos después, ese territorio que una vez fueron dos casas por culpa de lo sucedido, se convirtió en el más gran y próspero reino de todos hasta día de hoy.