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Chapter 15 - Sombras de Redención

—Perdona a mi esposo por haberte atacado; no suele usar mucho la cabeza —comentó Eleyn, disculpándose con la niña tras haberle propinado una brutal paliza a Rex.—Hmm... espera, esa no es la ropa que le di a Lucifer —añadió Eleyn, notando que la vestimenta de la chica era la misma que ella había regalado a Lucifer. De inmediato, un atisbo de desconfianza comenzó a brotar en su interior.—¿Por qué la llevas puesta? Y además, ¿quién eres? Nunca antes había visto tu rostro por aquí —inquirió Eleyn con cautela.—Es una larga historia, pero ahora Lucifer necesita su ayuda —respondió la niña, esquivando la pregunta.—¿Lucifer necesita ayuda? ¿Qué le pasó? ¿Acaso está herido? —preguntó Rex, intrigado por el inesperado comentario.—Bueno, más que herido, necesita que le lleven ropa... mucha ropa —especificó la niña, dejando a ambos desconcertados.—¿Ropa? Podemos conseguir algunas prendas, pero... ¿para qué las necesita? —expresó Eleyn, claramente confundida.—Eso también es una larga historia —replicó la niña con un tono enigmático.—Está bien, lo ayudaremos, pero espero que Lucifer nos dé una buena explicación de todo esto cuando lo veamos —señaló Eleyn, dejando escapar un suspiro suave, mezcla de resignación y preocupación.—¿Espera? ¿Vamos a ayudarla? ¿Estás segura? Esta chica no me da buena espina —susurró Rex al oído de Eleyn, sin poder disimular su desconfianza.—Tampoco me inspira mucha confianza, pero no tenemos otra opción. Además, es solo una niña, ¿qué podría hacer? —respondió Eleyn en un murmullo.—Eso no es una niña... es un monstruo —pensó Rex para sí mismo, incapaz de ignorar el inmenso poder que emanaba de la pequeña figura frente a ellos.—Oigan, no quiero sonar histérica, pero necesitamos apurarnos —interrumpió la niña, irritada al ver cómo Rex y Eleyn se susurraban al oído, creyendo que sus secretos quedaban fuera de su alcance. Lo que ellos no sabían era que, gracias a sus agudos sentidos, ella podía escucharlos perfectamente.—Está bien, Eleyn, busca la ropa mientras yo hablo un poco con la chica —propuso Rex, cruzándose de brazos.—De acuerdo, pero no hagas ninguna locura —aceptó Eleyn, lanzándole una mirada de advertencia antes de marcharse para buscar las prendas necesarias en la nave.Así, Rex y la chica quedaron solos, sumidos en un silencio tenso que parecía envolver el espacio como una pesada neblina. El aire se cargó con una sensación incómoda, casi palpable, mientras ambos se observaban en completo mutismo. Rex, que desconfiaba profundamente de la niña, no apartaba sus ojos de ella, analizándola con una mirada que recorría su figura de pies a cabeza como si intentara descifrar un enigma oculto.Por su parte, la chica comenzó a sentirse incómoda bajo el escrutinio inquebrantable de Rex. Aquella mirada intensa y desconfiada le resultaba sofocante, como si la estuvieran juzgando por cada respiro que tomaba. Intentando aliviar la tensión que flotaba en el ambiente, desvió la vista hacia otro punto de la habitación, aunque el sentimiento de incomodidad no hacía más que crecer.—Este tipo me está incomodando bastante —pensó, tratando de mantener la calma.Sin embargo, la inquietud comenzó a filtrarse en su mente. —Espero que Eleyn no tarde mucho —se dijo, apretando los labios mientras intentaba ignorar la sensación de estar siendo vigilada como un insecto bajo un microscopio.Finalmente, Rex rompió el silencio.—Oye, ya que estamos solos, quiero hacerte un par de preguntas —dijo Rex, su tono cargado de intención.—Preferiría no hacerlo —respondió la chica sin dudar, manteniendo la guardia alta.—No sé si estás en posición de negarte —replicó Rex, inclinándose ligeramente hacia adelante mientras sus ojos penetrantes se clavaban en ella como los de un francotirador apuntando a su objetivo.La chica suspiró con resignación, consciente de que no tenía otra opción más que ceder. —Bueno, entonces hazlas —murmuró, con una expresión extenuada que dejaba claro que no esperaba nada agradable de aquella conversación.—No tienes que ponerte así. Solo quiero saber algo —compartió Rex, suavizando ligeramente su mirada al notar la evidente incomodidad de la niña.—Si planeas preguntarme cosas sobre la ropa o sobre quién soy, te sugiero que esperes a que Lucifer te lo explique. Él lo hará en su debido momento —respondió la chica, esquivando cualquier detalle innecesario.—No, no se trata de eso. En realidad, quería saber si entre tú y Lucifer hay... algo —inquirió Rex con un toque de curiosidad, ladeando la cabeza.Aquella pregunta tomó por sorpresa a la chica. Sus ojos se abrieron ligeramente mientras intentaba procesar las palabras de Rex. ¿Por qué le hacía una pregunta tan innecesaria e inesperada? Durante varios segundos permaneció en silencio, analizando la razón detrás de aquel extraño cuestionamiento.—¿Por qué le interesa eso? —pensó, confusa, mientras observaba la expresión seria de Rex. Su mirada no parecía estar bromeando. Al contrario, el hombre estaba completamente serio, como si aquel tema fuera de vital importancia para él.—Obvio que no, prácticamente lo conozco de hace unos minutos —respondió la chica al instante, sin dudar.—Oh, qué bueno —comentó Rex, dejando escapar un leve suspiro de alivio, como si aquella respuesta hubiera despejado alguna preocupación en su mente.La chica, sin embargo, no pudo ocultar su confusión. Frunció el ceño y lo miró de reojo. —Oye, ¿por qué esa pregunta tan extraña?—Rex se encogió de hombros, como si la respuesta fuera lo más natural del mundo. —Bueno, es que tengo pensado hacer que mi hija se case con Lucifer —soltó con total tranquilidad, aunque el comentario cayó como una bomba en el ambiente.La chica se quedó boquiabierta, parpadeando varias veces mientras procesaba lo que acababa de escuchar. —¿Qué...? ¿Eres un padre muy extraño, lo sabías? —señaló, incapaz de contener su sorpresa.Rex se limitó a reír entre dientes, como si estuviera orgulloso de aquel calificativo. Pero antes de que pudiera añadir algo más, el sonido de pasos rápidos interrumpió el incómodo momento.Eleyn apareció en la habitación, cargando varias bolsas de ropa en cada mano. Su llegada rompió la tensión que había impregnado el ambiente, como un salvavidas rescatando a alguien que estaba a punto de ahogarse. La chica soltó un suspiro aliviado, agradeciendo mentalmente la oportunidad de salir de la conversación con Rex.—Aquí están las prendas que encontré. No sé si serán suficientes, pero traje todo lo que pude cargar —anunció Eleyn, dejando las bolsas frente a la chica.—Con esto es más que suficiente, gracias —respondió la chica, inclinando ligeramente la cabeza en señal de gratitud.Sin embargo, Eleyn no pudo evitar que su curiosidad saliera a flote. —Por cierto, ¿para qué necesitas tanta ropa? —preguntó, cruzándose de brazos mientras miraba las bolsas.La chica levantó la vista, aparentemente indecisa sobre si responder o no. Finalmente, optó por su ya característica respuesta evasiva. —Es una larga historia—.Eleyn y Rex intercambiaron una mirada, ambos más desconcertados que antes. Las respuestas de la niña no hacían más que sembrar más preguntas en sus mentes.Mientras comenzaban a caminar por los pasillos de la nave en dirección al lugar donde se encontraba Lucifer, la pareja no pudo evitar murmurar entre ellos, intentando descifrar el misterio que envolvía a aquella pequeña.—¿Qué crees que está ocultando? —preguntó Eleyn en voz baja, inclinándose ligeramente hacia Rex.—No lo sé, pero algo no me cuadra. Esa chica no actúa como una niña normal. Además, ¿por qué Lucifer confiaría tanto en ella? hasta donde se el no suele confiar en las personas y menos si son desconocidas—respondió Rex, con el ceño fruncido.—Quizá está en peligro—aventuró Eleyn, llevando una mano a su barbilla en gesto pensativo.—O también podría estar metiéndonos en un lío más grande del que pensamos —replicó Rex con un tono sombrío, siempre desconfiado.Los minutos pasaron entre susurros y teorías hasta que finalmente llegaron a una zona oculta de la nave, un lugar que pocas personas conocían. La atmósfera allí era diferente, más pesada, como si el ambiente estuviera cargado de una energía peculiar.La chica se detuvo frente a una pared metálica, girándose hacia ellos con una expresión seria. —Es aquí. Gracias por la ropa, pero les sugiero que no hagan demasiadas preguntas una vez que lo vean—.—¿Que lo veamos? —repitió Eleyn, arqueando una ceja, claramente desconfiada.La chica no respondió. En silencio, avanzó hacia la pares metálica, la pared se abrió por si sola sorprendiendo a Eleyn y a Rex. El rechinido de los mecanismos llenó el pasillo, y al abrirse por completo, reveló unas escaleras que descendían hacia otra puerta que se encontraba abierta.La sala era amplia, oscura y caótica. Las luces parpadeaban intermitentemente, proyectando sombras siniestras sobre las paredes. El lugar estaba impregnado de un olor metálico y húmedo, mientras un líquido viscoso y pegajoso cubría el suelo. Varias cápsulas de contención estaban destrozadas, sus vidrios esparcidos por doquier. A lo largo del lugar, se podían ver niños tirados en el suelo, desnudos y desmadejados como muñecos rotos. Cerca de una esquina, yacía el cuerpo de un hombre adulto, inmóvil, con la expresión congelada en un gesto de felicidad.Eleyn llevó ambas manos a su boca, horrorizada. —¿Pero qué rayos...? —exclamó con voz temblorosa.Sin dudarlo, se acercó a uno de los niños para revisar su estado. Al inclinarse, notó que, aunque inconsciente, el pequeño respiraba. Exhaló un profundo suspiro de alivio.—Está vivo —dijo con voz más calmada, pero sin dejar de temblar.Rex, por su parte, permanecía inmóvil en la entrada, observando todo con una mezcla de asombro y confusión. —¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó en voz alta, sus palabras cargadas de incredulidad. Miró a su alrededor y luego a la chica, quien seguía rebuscando entre las bolsas de ropa. —¿Y por qué nunca nos enteramos de que este lugar existía?—La chica no respondió de inmediato. Su atención estaba fija en las bolsas. Finalmente, sacó una prenda discreta, un atuendo sencillo y poco llamativo que entregó a Lucifer, quien estaba escondido detrás de una de las cápsulas.Lucifer tomó la ropa rápidamente, intentando cubrirse con torpeza. Luego, salió de su escondite, claramente avergonzado.—¿Lucifer? —preguntó Eleyn, acercándose a él con preocupación. —¿Qué hacías escondido ahí?—Lucifer evitó su mirada, rascándose la nuca. —Preferiría no hablar de eso —murmuró con un tono de vergüenza que hizo que Eleyn arquease una ceja.—Eso ahora no es lo importante—dijo Rex, cruzándose de brazos. —Lucifer, más te vale que tengas una buena explicación de todo lo que está pasando aquí—Lucifer asintió, aunque levantó una mano para pedir paciencia. —Está bien, les contaré todo. Pero antes déjenme vestir a los niños. No puedo dejarlos así, tirados en el suelo, sin ropa. Es... incorrecto—La chica asintió, apoyando la decisión. —Estoy de acuerdo. Honestamente, ver a tantos niños en esas condiciones arruina cualquier intento de concentrarse. Aquí tienes las bolsas con ropa —dijo, entregándole el resto de las prendas a Lucifer.Sin perder tiempo, Lucifer activó su supervelocidad. En un abrir y cerrar de ojos, comenzó a vestir a cada uno de los niños, moviéndose con tal rapidez que sus acciones eran imperceptibles para Eleyn y Rex. Cada pequeño, ahora cubierto, fue transportado cuidadosamente a la zona médica de la nave. Allí, los acomodó en camas cómodas, dejando notas claras para los doctores, indicando que no debían ser molestados hasta que se recuperaran por completo.Todo ocurrió en cuestión de segundos.Eleyn, distraída revisando las cápsulas, ni siquiera se percató de lo que había sucedido. Rex, aunque más atento, tampoco fue capaz de seguir los movimientos de Lucifer. La única que logró percibir algo fue la chica, cuyos sentidos agudos captaron destellos fugaces de las acciones del joven. A pesar de estar acostumbrada a fenómenos sorprendentes, no pudo evitar quedarse boquiabierta.—Qué rapidez... —pensó, asombrada por la habilidad de Lucifer.Cuando Lucifer regresó, cruzando los brazos con aire despreocupado, Eleyn finalmente notó la ausencia de los niños.—Espera, ¿qué pasó? —preguntó, mirando alrededor con asombro. —¿Dónde están los niños?——Ya están a salvo —respondió Lucifer, encogiéndose de hombros. —Los llevé a la zona médica. Ahora están cómodos y bien atendidos——¿Qué...? ¿Tan rápido? —Eleyn lo miró incrédula, llevándose una mano a la cabeza—. Pero si apenas parpadeé...——Espera, ¿movió a todos los niños? — intervino Rex, aún más desconcertado—. ¿Cómo lo hizo? No percibí ningún rastro de energía. Si los hubiera teletransportado, habría dejado alguna señal residual.—Lucifer se encogió de hombros, manteniendo una expresión neutra.—Bueno, ahora que no hay más interrupciones —declaró Rex, con firmeza —Es hora de que nos des una explicación de todo esto——Tienes razón —respondió Lucifer, suspirando. —Bueno... supongo que lo mejor es comenzar desde el principio—Con sumo detalle, Lucifer les relató los acontecimientos que habían llevado a la creación de aquel lugar secreto. Narró cómo los niños habían llegado allí, el papel que jugó Lases en toda la situación y las terribles circunstancias que los rodeaban. Su relato fue tan preciso que no omitió ni una sola pieza del complicado rompecabezas.—Y eso sería todo —concluyó finalmente Lucifer, bajando la mirada con pesar.Eleyn, conmovida por la desgarradora historia, se acercó a la chica y, sin decir palabra, la envolvió en un fuerte abrazo. Lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, incapaz de contener su empatía por el duro pasado que había escuchado.La chica, aunque sorprendida al principio, terminó relajándose un poco, aunque murmuró con incomodidad: —Esto... esto ya se está extendiendo demasiado...—Rex, por otro lado, se mantuvo serio y pensativo. Su mirada se desvió hacia el cadáver de Lases, que seguía inmóvil en un rincón.—¿Cómo pudo mantener todo esto en secreto durante tanto tiempo sin que nadie lo notara? —se preguntó en voz alta, mientras inspeccionaba los alrededores con detenimiento.Lucifer respondió mientras señalaba las paredes de la sala. —Este lugar está hecho de un material especial que bloquea el sonido y encapsula cualquier energía interna. Además, parece que hay algo más...——¿Algo más? —inquirió Rex, frunciendo el ceño.—Sí. La energía no fluye como debería aquí. Es como si, en lugar de dispersarse de manera natural, fuese empujada hacia el interior del espacio, haciendo que el lugar sea completamente indetectable, incluso para ti y para mí —explicó Lucifer con seriedad.—Eso explica cómo este laboratorio pudo permanecer oculto tanto tiempo —asintió Rex, cruzando los brazos.—Aun así, me resulta extraño que la UHO se haya esforzado tanto en esconder esto. Podrían haber continuado las investigaciones en un lugar más seguro y con menos riesgos de ser descubiertos —comentó Rex, mientras dirigía una mirada crítica al cadáver de Lases.—No podían hacerlo —intervino la chica, aún atrapada en el abrazo de Eleyn, quien no parecía dispuesta a soltarla pronto. —El virus Terror tiene un rango de acción limitado—Rex arqueó una ceja. —¿A qué te refieres con eso?——Lases lo mencionó en sus archivos —respondió Lucifer, tomando la palabra—. Al parecer, la influencia del virus está restringida a este universo. Si intentaban trasladar las investigaciones a otros, el patógeno no funcionaría de la misma manera——¿Y eso por qué? —preguntó Rex, cada vez más intrigado.—Porque el virus depende de algo llamado "patógeno inicial" —explicó Lucifer—. Ese patógeno es el origen de toda la infección. Cuando fue liberado en este universo, quedó limitado por las características de este espacio-tiempo. Para expandirse a otros universos, necesitarían crear nuevos patógenos iniciales, lo cual es un proceso extremadamente complicado—Rex asintió lentamente, procesando la información. —Ya veo... eso explica muchas cosas—Eleyn, por su parte, levantó la mirada hacia Lucifer, aún con un tono de preocupación. —Y dime, Lucifer, ¿qué piensas hacer con los niños? Sabes que son peligrosos, ¿verdad?Lucifer se encogió de hombros. —Planeo cuidarlos hasta que sean mayores de edad—La chica, al escuchar esto, frunció el ceño. —¿Tú? ¿Cuidar de todos ellos? Lo siento, pero no te veo como el tipo de persona que pueda encargarse de algo así—Eleyn asintió, apoyando la opinión de la chica. —Estoy de acuerdo. No te ofendas, Lucifer, pero cuidar a tantos niños no parece algo que puedas manejar—Lucifer suspiró, sintiendo que su orgullo estaba siendo atacado. —Dije que los cuidaría, no que me convertiría en su padre. Y, para que conste, si lo fuera, sería un gran padre—Rex dejó escapar una risa seca. —Sea como sea, lo importante ahora es encontrar una manera de mantenerlos a salvo de la UHO. Quizás podríamos crearles identidades falsas—Lucifer levantó la cabeza, reflexionando. —Esa sería una buena idea, pero el problema es asegurarnos de que sean completamente legítimas—La chica se cruzó de brazos, pensativa. —¿Y cómo planean hacerlo? Las identidades falsas requieren recursos y mucho trabajo para que no sean descubiertas.Eleyn sonrió levemente. —Eso no será problema. Como miembros de la UHO, tenemos acceso a la base de datos oficial. Podemos registrar a los niños como ciudadanos legítimos. Será completamente verídico—La chica parpadeó, sorprendida. —Bueno... eso lo hace más sencillo de lo que pensé.—Creo que yo también necesito una identidad legítima —murmuró Lucifer—. Eso me ahorrará problemas en el futuro—Rex asintió. —Cierto. Tú tampoco tienes una identidad en el sistema—Lucifer dio un paso hacia el centro de la sala. —Por ahora, lo primero será crear las identidades. Luego hablaremos con el resto del equipo sobre lo que descubrimos aquí—Eleyn miró al cuerpo inerte del hombre y asintió con seriedad. —Aunque antes deberíamos hacer algo con el cadáver. No me parece correcto dejarlo así—Lucifer levantó una mano. —Yo me encargo de eso. Mientras tanto, ustedes vayan y creen las identidades falsas.—Está bien —respondieron los demás. Sin intercambiar más palabras, el grupo comenzó a moverse. A pesar de alejarse físicamente, las preguntas y tensiones seguían flotando en el aire, como sombras densas que se negaban a disiparse. Dejaron el lugar, dejando a Lucifer completamente solo.Lucifer se sentó junto al cadáver de Lases, evitando mirarlo directamente. Su atención se dirigió al techo, mientras un pesado silencio invadía la sala. Aunque había tomado vidas en el pasado, la idea de matar nunca dejaba de ser un peso abrumador. No importaba cuán habitual se hubiera vuelto esa acción en su vida, el sentimiento de culpa y el dolor lo golpeaban como un veneno que recorría cada fibra de su ser, carcomiéndolo lentamente.A pesar de la tormenta interna, su rostro mantenía una inexpresividad que ocultaba un enorme pesar. Por puro instinto, buscó en los bolsillos de sus pantalones, encontrando sorpresivamente un cigarrillo. Lo sostuvo entre los dedos, observándolo en silencio durante varios minutos, con una expresión indecisa.Aunque el deseo lo tentaba, sabía que las circunstancias no justificaban ese escape. Sin embargo, en ese momento, más que un cigarrillo, deseaba apoyo. Necesitaba a alguien que lo escuchara, pero solo el absoluto y tétrico silencio era su compañía en esa soledad desgarradora.—¿Por qué lo hiciste...? —murmuró, rompiendo el silencio.Bajó la mirada al cadáver. Su voz tembló ligeramente, aunque su rostro permanecía rígido.—¿Por qué no seguiste adelante? —preguntó de nuevo, como si esperara una respuesta imposible.—¿Fue mi culpa? —continuó, su voz cargada de culpa. —¿Acaso no te di el valor suficiente para seguir? ¿No te ofrecí razones para continuar viviendo?—Guardó silencio por un instante, dejando que sus propias preguntas lo invadieran.—Esta fue tu decisión... pero no puedo evitar sentirme culpable —admitió finalmente, cerrando los ojos con fuerza, como si intentara contener el peso de sus emociones.El dolor lo atravesaba como un puñal. —Debí hacer algo... Debí salvarte, pero no pude. Y me odio por eso. Verdaderamente, lo siento...—En un intento desesperado por calmar su tormento interno, se llevó el cigarrillo a los labios y lo encendió. Aspiró profundamente, permitiendo que el humo llenara sus pulmones. Apenas una bocanada fue suficiente para consumir el cigarrillo por completo. Luego, dejó escapar el humo en una densa nube antes de desintegrar el residuo con un simple gesto de su mano.Lucifer se levantó lentamente, con una expresión vacía. Se acercó al cuerpo de Lases, colocando una mano sobre él. De inmediato, una energía oscura cubrió el cadáver, devorándolo hasta no dejar ni rastro. En ese instante, los recuerdos, habilidades y conocimientos de Lases fluyeron hacia Lucifer como un torrente incontrolable.—Ahora cargo con tu dolor —susurró, sin emoción, mientras se marchaba del lugar. Sus ojos, antes reflejo de una tormenta interna, ahora eran aún más vacíos y atormentados.Mientras caminaba hacia donde estaban los demás, se encontró inesperadamente con Meira. Ella se detuvo al verlo, sorprendida por su nueva apariencia. Ahora llevaba un atuendo discreto que ocultaba casi por completo su rostro, pero lo que más llamó su atención fue el aura lúgubre y pesada que parecía emanar de él.—Wow... Ahora parece una persona completamente diferente... —pensó Meira, examinándolo con cuidado. —Aunque... por alguna razón, siento que su aura es más sombría que antes—Lucifer se detuvo al verla y arqueó una ceja, sin mostrar sorpresa. —Hum... Eres tú. Qué coincidencia. Ya van dos hoy——No creo que sea una simple coincidencia —respondió Meira con seriedad. —Te estaba buscando—Lucifer ladeó ligeramente la cabeza, intrigado. —¿Buscándome? ¿Quieres agradecerme por lo de Titán?——Sí, pero también quería pedirte algo más —confesó Meira, bajando un poco la mirada.—¿Y qué sería? —preguntó Lucifer, curioso.Meira respiró hondo antes de levantar la cabeza, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y vergüenza.—Quiero saber si te gustaría ser mi amigo—Lucifer la miró fijamente, parpadeando un par de veces antes de responder. —¿Amigo...? ¿Acaso no te doy miedo? —preguntó con calma, recordando la ocasión en la que ella y su grupo habían huido de él, aterrados.—Bueno, la verdad es que sí me das un poco de miedo... —confesó Meira con una sonrisa nerviosa. —Pero creo que, muy en el fondo, eres una buena persona. Además, viendo que no tienes muchos amigos, pensé que podría ayudarte a hacer más—Al escuchar esas palabras, Lucifer sintió una ligera oleada de alivio. Eran simples, pero suficientes para disipar momentáneamente la aflicción que lo agobiaba. Sin embargo, una parte de él no podía evitar sentir que esas mismas palabras perforaban su orgullo.—Está bien, seamos amigos... aunque me gustaría que dejaras de verme de esa forma tan negativa —respondió Lucifer, dejando escapar una tenue sonrisa que quedó oculta bajo la sombra de su capucha.—¿En serio? ¡Qué bueno! —exclamó Meira con entusiasmo. —La verdad, empezaba a pensar que me dirías que no ya que eres un antisocial——Sí, pero al menos diez centavos que cambiarás esa mala imagen que tienes de mí —replicó Lucifer, con cierto tono de molestia en su voz.—¿Por qué lo haría? Si te queda perfecto —contestó Meira mientras lo observaba con una sonrisa burlona. —Solo mírate, eres tan sombrío y aterrador que pareces un supervillano de esos que aparecen en las historias—Las carcajadas de Meira resonaron en el aire, provocando que Lucifer se irritara visiblemente.—Eres increíblemente estresante, ¿lo sabías? —dijo Lucifer, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.-No. La verdad es que las personas siempre me han dicho que soy alguien muy agradable —respondió Meira con una expresión despreocupada.—Pues para mí no es así... pero bueno, como mar. Por cierto, gracias. —Las palabras de Lucifer salieron casi en un susurro, como si le costara admitirlo.—Me estás dando las gracias por ser tu amiga? Bueno, de nada —respondió Meira, con un tono juguetón.—No es por eso. Es... por darme un poco de alivio lo necesario verdaderamente eres alguien buena—admitió Lucifer, desviando la mirada.Meira lo miró con cierto desconcierto, arqueando una ceja. —Oye, en serio deberías trabajar en la forma en la que hablas con los demás. Eso sonó raro, pero de nada—Lucifer apretó los puños y dejó escapar un suspiro exasperado. —¡Acabas de arruinar todo el momento! Ahora me siento estúpido por haberte contado esto——Lo siento, de verdad. Es solo que... salió tan de repente que no sabía cómo reaccionar —dijo Meira, tratando de contener la risa.—Como mar, tengo algo importante que hacer. Nos vemos luego —dijo Lucifer, girándose para marcharse.Mientras lo veía alejarse, Meira se quedó en silencio, observándolo con atención. Había algo en él que no podía ignorar, una sensación que le retorcía el pecho. A pesar de la apariencia imponente y la frialdad con la que pretendía cubrirse, sintió que detrás de aquel hombre formidable se escondía una persona frágil y llena de dolor.—Nos vemos luego, Lucifer —susurró, despidiéndose de él mientras desaparecía entre las sombras del pasillo.Lucifer, por su parte, avanzó sin mirar atrás, sumido en sus pensamientos. Aunque no lo admitiera, las palabras de Meira habían dejado una pequeña grieta en el corazón que llevaba. Una grieta que, aunque diminuta, permitía que un destello de calidez se filtrara en su interior. Sin embargo, su semblante permanecía sombrío mientras caminaba hacia su próximo objetivo, dejando tras de sí un rastro de misterio y pesadumbre.En el fondo, ambos sabían que aquel encuentro no sería el último. Meira sintió que debía hacer algo más por él, mientras que Lucifer, aunque no lo aceptara abiertamente, valoraba esa extraña conexión que empezaba a formarse entre ellos.