Chereads / El ultimo humano / Chapter 13 - La verdad al descubierto

Chapter 13 - La verdad al descubierto

Tirion caminaba apresuradamente por los pasillos de la nave, dirigiéndose a la cabina de mando con una expresión de euforia y emoción. Sus pasos resonaban con firmeza en los corredores, reflejo de la urgencia de su propósito. Finalmente, llegó a la cabina, donde el capitán y sus colegas trabajaban arduamente, inmersos en un ambiente de tensión palpable.

Al entrar, Tirion esbozó una amplia sonrisa y, sin contenerse, lanzó un fuerte grito que resonó en todo el lugar, captando de inmediato la atención de los presentes.

—¿Qué ocurre, Tirion? —exclamó el capitán, claramente irritado y agotado. Su rostro mostraba signos evidentes de estrés acumulado.

—Necesito hablar contigo de algo urgente —respondió Tirion, acercándose al capitán de manera impulsiva.

—En este momento estoy ocupado. Podemos hablar después —suspiró el capitán mientras se frotaba los ojos, intentando mantener la compostura.

—Capitán, créame, esto es de suma importancia. Necesito que me escuche ahora —insistió Tirion con vehemencia.

—Tirion, ahora no. ¿No te das cuenta de los enormes problemas en los que estamos? No puedo perder el tiempo con esto —replicó el capitán, dándose la vuelta para volver a su trabajo.

—Entiendo la gravedad de nuestra situación actual, pero esto es más importante de lo que imagina —insistió Tirion, con un tono apremiante.

El capitán se detuvo, lanzando un profundo suspiro antes de girarse nuevamente hacia él.

—... Más te vale que sea realmente importante, porque si no lo es, te dejaré peor de lo que te dejó Eleyn —advirtió con seriedad, cruzando los brazos.

—Entendido... —titubeó Tirion, mostrando un temor evidente ante la amenaza implícita.

Ambos salieron de la cabina de mando, buscando un lugar apartado donde pudieran hablar sin interrupciones. Finalmente, llegaron al área boscosa de la nave, un espacio que contrastaba con el entorno tecnológico. Era un lugar abundante en naturaleza, con extensas praderas salpicadas de árboles y arbustos. La fauna era igualmente sorprendente: aves de cuatro alas y ciervos herboreos convivían pacíficamente con los habitantes de la nave.

—Bien, ahora dime, ¿de qué querías hablar con tanta urgencia? —reclamó el capitán, claramente impaciente.

—Esto te sorprenderá, pero creo que he encontrado una posible cura para el virus Terror —declaró Tirion, su voz cargada de entusiasmo y emoción.

El capitán lo miró con incredulidad.

—... Tirion, se han intentado innumerables métodos para crear una cura para el virus Terror, y ninguno ha funcionado. Según lo que sabemos, este virus no tiene cura —señaló, con escepticismo evidente.

—Lo sé, pero ninguno de esos experimentos ha tenido la oportunidad que tenemos ahora —alegó Tirion, seguro de sus palabras.

—¿Te refieres a Lucifer? —dedujo el capitán, frunciendo el ceño.

—Sí. Me contó que su cuerpo fue infectado por el virus, pero que aún así logró mantener su individualidad. Incluso mencionó haber tenido contacto con la Mente Colmena —reveló Tirion con fascinación.

El capitán se llevó una mano al rostro, suspirando con frustración.

—¿De verdad crees que la solución a una amenaza universal reside en un niño? —cuestionó, incrédulo.

—Capitán, sé que suena improbable, pero... —intentó defenderse Tirion.

—Es imposible, Tirion. Por múltiples razones. Pero te diré dos: primero, nunca ha habido un caso similar, y segundo, las pruebas que le hiciste indicaban que estaba completamente sano —replicó el capitán con firmeza.

—Es cierto, pero él me aseguró que estuvo infectado —insistió Tirion.

—¿Y tú le crees a un niño del cual no sabemos absolutamente nada? —objetó el capitán, su voz cargada de reproche.

—Sé que parece ilógico, pero puedo asegurar que no me estaba mintiendo —sostuvo Tirion, firme en su postura.

—Tirion, literalmente no sabemos nada sobre él. Ese niño, si es que realmente lo es, prácticamente no existe —declaró el capitán con seriedad.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Tirion, confundido.

—No tenemos ningún registro de él. Sus huellas dactilares no coinciden en ninguna base de datos, no hay hospitales que evidencien su nacimiento, ni tampoco tiene historial social. Es como un fantasma —explicó el capitán.

—Entonces, ¿por qué permitiste que se quedara en la nave? —cuestionó Tirion, claramente molesto.

El capitán guardó silencio unos segundos antes de responder.

—... Al principio lo hice porque pensaba que solo era un niño. Pero ahora sé que, sea lo que sea, podría convertirse en una amenaza —confesó, con un tono grave.

Tirion se mantuvo firme, mirando al capitán con convicción.

—Yo no creo eso —afirmó Tirion con seriedad.

—Esto no se trata de si Lucifer es o no una amenaza, sino del bienestar de una cantidad incalculable de personas —continuó con determinación.

—Solo piénsalo, si me permites experimentar con su sangre, podríamos salvar millones de vidas —agregó Tirion, su mirada suplicante en busca del apoyo de su amigo.

Un incómodo silencio se apoderó del lugar. El capitán reflexionaba, abrumado por las múltiples decisiones y esperanzas que parecían recaer sobre él, mientras la intensa mirada de Tirion le obligaba a considerar las implicaciones.

—... ¿Crees que en su sangre podría estar la clave para una posible cura? —preguntó finalmente el capitán.

—No puedo asegurarlo al cien por ciento, pero hay una alta probabilidad de que sí —respondió Tirion con esperanza.

—¿Ya hablaste de esto con Lucifer? —inquirió el capitán, aún dudoso.

—No, antes quería saber si tú estarías de acuerdo con la idea —confesó Tirion.

El capitán tomó una profunda bocanada de aire, exhalando un suspiro cargado de agotamiento e incertidumbre.

—Está bien, te apoyaré en esto. Sin embargo, si Lucifer se niega, esta idea termina aquí. ¿Entendido? —declaró el capitán con tono definitivo.

—Sí, señor —respondió Tirion con un leve asentimiento.

—Pero, capitán, hay algo que necesito preguntarte —dijo Tirion tras un breve silencio.

—Adelante, dime —respondió el capitán con un suspiro.

—No entiendo tu desconfianza hacia Lucifer. Aunque puede parecer antipático y ajeno a todo, en el fondo es un buen chico —expresó Tirion con sinceridad.

—La verdad es que hay algo en él que me provoca un miedo extraño. No sé si es porque no sabemos nada de su pasado o por su forma de actuar, que no es precisamente normal, pero no puedo evitar sentir desconfianza extrema hacia él —confesó el capitán.

—Admito que hay cosas en él que son inquietantes, pero no creo que sea un peligro —respondió Tirion, tratando de aliviar las dudas de su amigo.

—Tal vez tengas razón, pero siempre es mejor prevenir que lamentar —replicó el capitán.

—Además... siento que algo terrible se avecina, algo que cambiará todo —añadió con un tono sombrío.

—En eso último creo que exageras. Admito que Lucifer es un monstruo en muchos sentidos, pero no al nivel de cambiarlo todo —respondió Tirion, intentando tranquilizarlo.

—... Como quieras, pero prométeme que tendrás cuidado —pidió el capitán, con clara preocupación en su voz.

—Te lo prometo —aseguró Tirion, firme.

—Ahora debo irme antes de que algo malo ocurra —dijo el capitán, dándose la vuelta para marcharse.

—De acuerdo, nos vemos luego —respondió Tirion, observándolo mientras se alejaba. Una vez solo, una amplia sonrisa de alegría se dibujó en su rostro ante la oportunidad única que acababa de obtener.

Mientras tanto, en la sala de experimentación, Lucifer trabajaba con precisión y maestría. Utilizando sus vastos conocimientos, creó nanorobots a partir de una nanoaleación con una estructura molecular adaptable a diversas condiciones, gracias a su capacidad de superposición cuántica que permitía modificar su estado a voluntad.

Además, incorporó símbolos rúnicos para mejorar ciertos aspectos y un sistema de campos electromagnéticos generados por energía, conectados directamente a su mente.

Una vez terminados, los nanorobots demostraron una sorprendente versatilidad. Podían reforzar su cuerpo, curar heridas, aliviar el cansancio, sanar enfermedades y, por supuesto, servir en combate.

—Esto será útil —comentó Lucifer con una ligera sonrisa mientras integraba los nanorobots en su organismo. Estos se fusionaron con su piel, músculos, huesos, órganos e incluso su cerebro, transformándolo en una entidad aún más poderosa.

—La sensación es extraña, pero los beneficios son evidentes. Puedo sentir un aumento en todas mis capacidades físicas —murmuró para sí mismo.

Después de completar la integración, Lucifer se dirigió hacia una de las paredes de la sala. Con un suave toque de su mano, los nanorobots se activaron, interactuando con la tecnología de la nave. En un instante, tuvo acceso a computadoras, aparatos tecnológicos, chips neuronales, redes de información, sistemas eléctricos y más.

—Es increíble. La información fluye hacia mi mente como un torrente —pensó mientras toneladas de datos se procesaban en su cerebro.

Entre toda esa información, Lucifer descubrió algo inesperado: una zona oculta de la nave, un área que no aparecía en los planos originales.

—Interesante... —murmuró, intrigado por el hallazgo que prometía llevarlo un paso más cerca de su objetivo principal.

—De ahí debió provenir esa criatura —reflexionó Lucifer, mientras analizaba la información que acababa de obtener.

—¿Debería informar de esto a los demás o ir yo mismo ahora? —se cuestionó en voz baja, mientras su mirada se perdía en el vacío.

—Es mejor que vaya solo. Será más fácil y no pondré en riesgo a nadie más —decidió finalmente, emprendiendo el camino hacia la zona oculta con gran rapidez.

Cuando llegó, se encontró frente a una imponente pared sin ninguna abertura visible. Sin embargo, gracias a sus nanorobots, solo necesitó tocarla para que esta se abriera con facilidad, revelando un acceso oculto.

Dentro, el lugar estaba sumido en una oscuridad casi total, iluminado apenas por tenues destellos que permitían distinguir una escalera que descendía hacia lo desconocido. Sin dudarlo, Lucifer comenzó a bajar, sus pasos resonando con una calma inquietante en el profundo silencio.

Pasaron varios minutos hasta que finalmente llegó al final. Ante él se erigía otra puerta, la cual abrió sin dificultad. Lo que encontró al otro lado cambió completamente su expresión, mostrando una mezcla de asombro y desagrado.

—Ya había visto cosas como estas antes, pero sigue siendo impactante... —murmuró Lucifer, observando el lugar con una mezcla de fascinación y horror.

Frente a él se extendían interminables filas de cápsulas de hibernación, cada una conteniendo fetos deformes. Las criaturas dentro tenían protuberancias y extremidades grotescas, un espectáculo perturbador que helaría la sangre de cualquiera.

Explorando el lugar con más detalle, encontró una cápsula rota, de la cual claramente había escapado la criatura que se habían enfrentado antes. También había un escritorio desordenado, lleno de apuntes esparcidos, libretas y un ordenador encriptado. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue una fotografía: Lases, uno de los científicos, posando junto a su familia.

—... No debería sorprenderme... ya me lo esperaba —exhaló Lucifer, con una mirada cargada de tristeza y dolor.

Se acercó al ordenador, conectándose a través de sus nanorobots para extraer toda la información contenida en él. Lo que encontró confirmó sus sospechas iniciales, lo que lo llevó a soltar un profundo suspiro antes de desviar la mirada hacia las cápsulas. Aunque las criaturas en su interior eran grotescas, no podía evitar sentir un inmenso pesar por ellas.

Dirigió entonces su atención a los apuntes de Lases, buscando recopilar más detalles sobre los experimentos y los objetivos detrás de ellos. Aunque las notas estaban desordenadas y escritas con una letra difícil de descifrar, Lucifer las leyó detenidamente.

Semana uno de la investigación: Ejército de núcleo

Soy Lases, uno de los científicos principales de la investigación "Ejército de Núcleo". Tras la propagación descontrolada del virus Terror, la UHO observó que su arma biológica experimental se había salido de control. Ante tal situación, decidieron recopilar toda la información posible sobre el comportamiento de los infectados, al ver un gran potencial militar en ellos.

Como resultado, se nos asignó la tarea de realizar investigaciones secretas utilizando restos del virus en pacientes artificiales, con el objetivo de desarrollar herramientas biológicas perfectas para la guerra.

Semana dos de la investigación

Los fetos artificiales han mostrado avances significativos. Sin embargo, la presencia de la mente colmena representa un gran problema. Debido a esto, los fetos no responden a nuestras órdenes.

Semana tres de la investigación

Después de múltiples intentos, logré descubrir una manera de interrumpir la conexión entre la mente colmena y los fetos. Ahora, mi principal objetivo es desarrollar un feto que cumpla con las expectativas de la UHO: un guerrero capaz de adaptarse a cualquier condición imaginable y con una capacidad de aprendizaje superior a cualquier otra forma de vida conocida.

Semana cuatro de la investigación

He perdido completamente el contacto con la UHO. Parece que el virus superó todas nuestras previsiones, y ahora no hay escapatoria: todo el universo ha sido infectado. Solo quedamos nosotros y otras tres naves que permanecen funcionales. Esto representa un problema significativo para la investigación, por lo que he decidido pausarla temporalmente mientras evaluamos la situación.

Semana seis de la investigación

No hay salvación. Estamos solos en un universo dominado por la mente colmena. El capitán sigue buscando desesperadamente una manera de escapar, pero todas las brechas interdimensionales han sido selladas y el contacto con otros universos ha sido completamente negado. A pesar de la desesperanza, he retomado la investigación con la esperanza de que la UHO decida rescatarnos a cambio de los resultados obtenidos.

Semana siete de la investigación

Los recursos se están agotando lentamente. Ahora vagamos de planeta en planeta en busca de medios para sustentar nuestras necesidades. Sin embargo, durante algunas de estas expediciones nos hemos encontrado con aún más sobrevivientes que lograron resistir la infección. Aunque nuestra situación es crítica, decidimos salvarlos. Sin embargo, si continuamos así, nos quedaremos sin alimentos en muy poco tiempo.

Semana ocho de la investigación

Tras muchas pruebas y errores, finalmente logré crear un feto que cumplía con todas las expectativas de la UHO. Sin embargo, enfrenté un problema inesperado: no pude hacer que permaneciera inmóvil al salir de la cápsula. Esto me indicó que aún carecía de algo fundamental: una consciencia que completara mi experimento. Estoy convencido de que este descubrimiento puede salvarnos a todos, pero primero necesito encontrar una forma de contactar nuevamente con la UHO.

Semana nueve de la investigación

No estoy seguro de si debería escribir esto, pero mientras experimentaba con los fetos, una idea, tanto fascinante como aterradora, cruzó por mi mente. Si estos fetos necesitan una conciencia para vivir, ¿qué pasaría si creara una réplica perfecta de mi familia? Podría recuperarlos. Solo necesitaría recrear sus cuerpos y, a través del chip neuronal que almacenaba sus recuerdos, formar una copia perfecta de ellos. Aunque sé que es una idea profundamente inmoral, la simple posibilidad de volver a estar con ellas me impulsa a hacerlo, pese a las implicaciones éticas.

Semana diez de la investigación

Finalmente decidí llevar a cabo esta atroz idea. Repliqué el código genético de mi esposa y mi hija, implantándolo en células somáticas que actuaran como óvulos. Para asegurar que el trágico día que destruyó mi vida no pudiera repetirse, modifiqué ciertos parámetros en su diseño. Estas nuevas versiones superaron con creces todas mis expectativas, tanto en su desarrollo como en sus capacidades.

Semana once de la investigación

Estoy completamente impactado. Los clones de mi familia han demostrado una evolución sorprendente, especialmente mi hija, quien nació con un núcleo de energía. Gracias a las cualidades únicas de su cuerpo, logró despertar este núcleo de manera innata, algo que jamás se había registrado en la historia. Sin embargo, cuanto más avanzo con este egoísta experimento, peor me siento. Sé que, sin importar cuánto se asemejen a mi familia, ellos nunca serán las personas que amé. La familia que perdí se ha ido, y esa es una verdad innegable. Aferrarme a esta mentira solo me hace sentir como un monstruo más de lo que ya era. Desearía poder retroceder en el tiempo y cambiarlo todo.

Semana doce de la investigación

No puedo soportarlo más. Terminé de crear a los clones de mi familia hace días, pero ahora, cada vez que los miro, siento un profundo disgusto y desprecio hacia ellos. Aunque su apariencia y recuerdos son similares, no son mi familia. Ante mis ojos, son simples creaciones, grotescas y artificiales. A pesar de todo, decidí implantarles el chip neuronal, con la esperanza de que eso pudiera darles un propósito.

Semana trece de la investigación

Tras reflexionar profundamente, he tomado la decisión de poner fin a este experimento inhumano de una vez por todas. Acabaré con estas réplicas falsas de mi familia y no sentiré remordimientos, porque al final del día, no son más que creaciones artificiales.

Semana catorce de la investigación

Logré eliminar a la copia de mi esposa, pero no sucedió lo mismo con la de mi hija. Al parecer, sus capacidades sobrepasan todo lo que había imaginado. Ahora, su cuerpo es tan resistente que, sin importar cuántas veces lo intente o qué métodos utilice, no puedo matarla. Todo lo contrario, parece fortalecerse con cada intento.

Semana quince de la investigación

No sé qué hacer. Lo que en su momento fue una simple copia de mi hija se ha convertido en algo mucho más allá de lo que esperaba. Ahora, nada parece afectarla, lo cual me inquieta profundamente. Por el momento, he decidido mantenerla en estado de hibernación hasta encontrar la forma de deshacerme de ella. Mientras tanto, continuaré ayudando en la nave y enfocándome en culminar mi investigación, con la esperanza de encontrar una salida definitiva a esta situación.

Esas fueron las notas más relevantes que leyó Lucifer. Ahora, dirigió su atención hacia las cápsulas, decidido a encontrar a la réplica de la niña para examinar con sus propios ojos el nivel de peligro que representaba.

—No debe estar en ninguna de estas cápsulas comunes. Si realmente existe alguien con tales capacidades, debe estar contenida en una cápsula especial— reflexionó Lucifer mientras caminaba, buscando a aquella persona.

Tras un breve periodo de búsqueda, finalmente la encontró. La niña estaba encerrada en una enorme cápsula diseñada para mantenerla en un estado de hibernación. Su apariencia era extraordinaria: un cabello largo y oscuro como la noche caía hasta sus rodillas, poseía una figura delicada, una belleza deslumbrante, y unos cuernos de dragón en la cabeza que le otorgaban un aire místico y sobrecogedor.

A pesar de su apariencia inocente y frágil, Lucifer podía sentir una presencia abrumadoramente poderosa emanando de ella, una energía tan intensa que lograba erizarle la piel.

—Increíble... un ser como este solo puede describirse como un prodigio— murmuró Lucifer.

—Por cierto, ya puedes salir de tu escondite. Eres terrible ocultándote— declaró Lucifer con calma, demostrando que llevaba tiempo consciente de que alguien lo estaba observando.

—Bueno, qué más da— respondió Lases, haciendo acto de presencia.

—Honestamente, no esperaba que me descubrieran tan pronto. Sin embargo, supongo que era cuestión de tiempo que alguien comenzara a dudar— comentó Lases, con una mezcla de resignación y alivio.

—No niego que ocultaste bien este lugar. Lástima que uno de tus experimentos se escapara y, por mala suerte, terminara topándose conmigo— replicó Lucifer, sin perder la calma.

—Sí, cuando me enteré de que uno se había escapado, me preocupé bastante. Aunque, en el fondo, una parte de mí deseaba que alguien lo descubriera— confesó Lases, con un aire de sinceridad que desarmaba cualquier reproche inmediato.

—¿Por qué?— preguntó Lucifer, intrigado por la confesión.

—Ya me estaba cansando de todo esto. Al principio, creía que estaba haciendo lo correcto, pero al final tuve que aceptar las cosas como son. Tenía que aceptar que lo que estaba haciendo estaba mal— contestó Lases, con una mezcla de resignación y frustración.

—Hmm... La verdad, pienso que solo tratabas de hacer el bien. Es una pena que la percepción de lo que es correcto dependa tanto de las circunstancias— comentó Lucifer con calma.

—¿A qué te refieres con eso?— cuestionó Lases, intrigado.

—Míralo de este modo: intentabas evitar que calamidades como la que sufrió tu familia volvieran a suceder— declaró Lucifer.

—Sin embargo, es difícil lograr algo así. Ni siquiera yo lo he conseguido. Lases, no eres alguien malo, solo alguien a quien el destino le ha jugado una mala pasada— reflexionó Lucifer.

—Aliarte con la UHO, participar en este proyecto... fueron decisiones que tomaste creyendo que eran lo mejor, es lamentable que te engañaras por los falsos ideales de la UHO— analizó Lucifer.

—¿Estás justificando mis acciones? ¿Intentas consolarme diciéndome esto?— reclamó Lases, con un tono de escepticismo.

—Tómalo como quieras— respondió Lucifer, encogiéndose de hombros.

—... Sabes, cuando me uní a la UHO, creí que podía hacer un cambio. Y cuando me ofrecieron participar en esta investigación, no lo dudé. ¿Sabes lo que eso significa?— preguntó Lases, con un dejo de amargura en su voz.

—Que, a pesar de saber que estaba mal, lo aceptaste— señaló Lucifer, mirándolo fijamente.

—Sí, estaba cegado por la idea de que esta era la única manera. La creación de un ejército que no cuestionara órdenes, uno que no se corrompiera por la maldad de este mundo... aunque ahora sé que no era para crear un mundo mejor, sino todo lo contrario— expresó Lases, bajando la mirada.

—Tu peor error fue confiar en la UHO. Si ellos usan tu investigación, en lugar de ayudar, solo estarías trayendo una gran calamidad— dedujo Lucifer.

—Correcto. Ahora entiendo que hasta la UHO está corrompida por la codicia y el deseo de poder. Si no me hubiera cegado con sus mentiras, jamás habría aceptado esta monstruosidad— declaró Lases, con voz quebrada.

—No eres el primero ni el último al que la UHO manipula. Ahora dime, ¿qué piensas hacer?— inquirió Lucifer, observándolo con seriedad.

—Bueno, viendo que estás aquí y eres un portador de núcleo, pensaba pedirte que tú destruyeras mi investigación— comentó Lases con un dejo de esperanza en su voz.

—¿No sería más fácil que lo hicieras tú mismo?— respondió Lucifer, arqueando una ceja.

—Sí, pero después de todo lo que hice y el sufrimiento que les causé a estas pobres criaturas, lo menos que puedo hacer es darles una muerte digna— señaló Lases con determinación.

—De todos modos, estos fetos están incompletos y no tienen consciencia, así que no sientas pena por ellos. Después de acabar con ellos, mátame para evitar que la UHO obtenga la información. Por último, destruye todos los datos de los ordenadores— manifestó Lases, con la mirada fija en Lucifer.

—... Está bien, cumpliré tu petición— aceptó Lucifer, tomando posición de combate mientras una mirada decidida se dibujaba en su rostro.

—Gracias, Lucifer. Verdaderamente te lo agradezco— expresó Lases con sincera gratitud, mientras sacaba un activador de su bolsillo y lo accionaba.

Al activar el dispositivo, las cápsulas comenzaron a abrirse, liberando a cientos de aberrantes criaturas. Eran grotescas, deformes, y carentes de consciencia. Movidas únicamente por instinto, todas fijaron su atención en Lucifer y arremetieron contra él sin vacilar.

Lucifer, sereno pero preparado, se plantó en el centro de la sala, listo para enfrentar la amenaza que se cernía sobre él.

Continuará...