—Perdóname. Si no hubiera sido por mí, no tendrías esas cicatrices en primer lugar. Yo soy —Sus labios de repente robaron las palabras de su boca, su lengua se adentró en los rincones más profundos de su boca y sus manos se aferraron a él firmemente para que las dulces sensaciones de su beso no la derribaran en el agua.
—Él quería presionar su cuerpo contra el suyo mientras la besaba, justo como solía hacer, pero a diferencia de antes, ahora no podía hacerlo porque su enorme estómago se interpone y temía que sostenerla demasiado fuerte la haría sentir incómoda.
—Si alguien debe pedir perdón —susurra sobre sus labios—, debería ser yo. —Él deposita un beso en su ojo izquierdo, luego en su ojo derecho y uno en su cabeza. Luego tomó sus labios nuevamente, besándola con toda la ternura que lleva dentro. Tratándola con la delicadeza que ella merecía.
