Inglés fluido, palabras extremadamente nobles y frías.
La mujer no era vieja, parecía estar en sus veinte, presumiblemente de herencia mixta china y occidental, alta y delgada, en cuanto a su rostro... a primera vista parecía bastante bueno, pero al inspeccionar más de cerca, había claros signos de cirugía plástica.
Incluso con su pesado maquillaje tratando de ocultarlo, los rasgos simplemente no armonizaban, imposible de esconder.
—¿Me oíste? —continuó la mujer, su tono volviéndose aún más arrogante—. Te pedí que te lo quitaras.
Los ojos de Dongfang se estrecharon, y Shen Li dio un paso adelante para detenerlo, sabiendo muy bien cuán brusco podía ser Dongfang; no quería causar una fatalidad.
—Lo siento, Señorita Qiu, esta prenda, este cliente ya la ha tomado —dijo la vendedora en mandarín, su comportamiento frío y aristocrático, luego dijo a Shen Li con una voz extremadamente respetuosa y aterrorizada:
