La cama ultra-lujosa estaba cubierta con pétalos de rosa.
Amontonados en forma de corazón, y justo en el centro se encontraba una caja de brocado roja, cuadrada y considerable.
—¿Qué es esto? —Shen Li quedó instantáneamente asombrada.
¿Era algún tipo de magia? ¿Por qué un dormitorio normal se había transformado en esto en un abrir y cerrar de ojos?
—Un regalo para ti —dijo Huo Siyu—. ¿Vas a ver si te gusta?
Shen Li lo miró con una expresión desconcertada:
—¿Qué es?
—Piedras preciosas, algo que a todas las mujeres les gusta —dijo Huo Siyu con una sonrisa.
Shen Li estaba aún más sorprendida. No pudo evitar parpadear y mirar a Huo Siyu:
—¿Estás seguro de que me gustan las piedras preciosas?
Su vida diaria siempre estaba meticulosamente gestionada, con un deslumbrante surtido de ropa y joyas, de las cuales aún no había llegado a apreciar completamente.
Aun así, el mayordomo ocasionalmente añadía nuevas piezas de famosos diseñadores a su armario.
Piedras preciosas, joyas…