Shen Li había vivido en la ciudad S durante cuatro años, y aunque no se atrevería a afirmar que había visitado cada rincón de ella, realmente no sabía que en la muy codiciada ciudad S, pudiera haber distritos de villas así.
Las villas, anidadas contra la montaña y frente al agua, estaban construidas en la mitad de la pendiente, rodeadas de árboles forestales. Los agradables cantos de los pájaros, las bandadas volando en formación, y la juguetonidad de conejos y faisanes en el sotobosque daban al lugar una sensación idílica, como si fuera un refugio tranquilo, un Jardín del Melocotón alejado de los problemas mundanos, irradiando paz y armonía.
El coche serpenteaba ladera arriba hacia la entrada de la villa. Las villas de estilo europeo aparecían en una serie de tres, con fuentes y rocallas en el patio, además de una piscina construida de mármol, cuyas aguas claras centelleaban a la luz.
