Shen Li se quedó completamente congelada, su mente se quedó en blanco mientras miraba entumecida al Shen Yu frente a ella.
Su rostro, frío pero hermoso, sus rasgos delicados al extremo, aparecieron ante ella bajo la luz de la luna como si fuera una deidad de la Mansión Divina, aprovechando el Color de la Noche para emerger ante ella.
¿Cómo podía estar Shen Yu aquí, cómo había llegado, cuáles serían las consecuencias? Todas estas preguntas de repente se volvieron sin importancia.
Sin pensar, Shen Li corrió hacia él y abrazó a Shen Yu con fuerza.
Llorando en silencio, como si hubiera encontrado un pilar de fuerza, desahogó todas sus penas.
—Ya está bien, ya está bien... —dijo Shen Yu suavemente, su mano izquierda acariciando el cabello negro de Shen Li mientras preguntaba:
— He traído el cheque; primero dime, ¿qué pasó?