Shen Yu miró en silencio a Shen Li, el morado claro le quedaba bien, no, todos los colores le quedaban bien.
Bajo el sol, era como una flor en plena floración, delicada, bella, con la pureza de una joven. Su rostro sonriente parecía contener una alegría sin fin, pero en esos ojos como agua de otoño, parecía haber una tristeza infinita.
—¿Qué te entristece...?
—¿Hermano...? —Shen Li se acercó a Shen Yu, llamándolo suavemente, mirando dentro de sus ojos profundos y oscuros.
Frío, indiferente, pero con una ternura inusual.
Shen Yu levantó la mano, desordenó el cabello de Shen Li y preguntó:
—¿Cómo está tu salud, te sientes mejor?
Shen Li se sintió aún más mareada. Su ídolo... no, su hermano le había tocado la cabeza otra vez, y esa sensación era como si estuviera siendo redimida, todos sus problemas barridos. Ella dijo:
—Estoy completamente bien ahora, el doctor dijo que estoy muy saludable. Tú... ¿Hermano, te sientes mejor ahora?