El repentino tirón en los brazos hizo que Arwen tropezara, torciéndose dolorosamente el tobillo mientras trataba de recuperar el equilibrio. Antes de que pudiera gritar, otro hombre atrapó su otro brazo, con una sonrisa sucia a solo unas pocas pulgadas de su rostro.
—¿No eres un poco demasiado valiente? —se burló, su aliento apestando al fuerte olor del alcohol.
Arwen luchaba desesperadamente, asqueada por la proximidad. Retorciéndose y pateando, intentaba liberarse, pero sus agarres eran demasiado fuertes sobre ella. —¡Déjenme ir! —Su voz perforó el aire, pero eso solo los divertía más.
—No te habríamos atrapado si tuviéramos planes de dejarte ir, querida —otro hombre se burló, acercando su rostro incómodamente cerca del de ella.
Los ojos de Arwen se cerraron de disgusto. Pero podía escucharlos acercándose más. El pánico se apoderó de ella y sintió su cuerpo temblar. ¿En qué lío me he metido?